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Su rostro estaba lleno de sangre y una mueca de desagrado apareció en él.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue a un chica de cabello largo y rubio con unos cuantos rebeldes, esta la miraba con una sonrisa burlona.

— ¡Solar! — exclamó molesta la pelinegra — ¿No pudiste tardar menos? —

La mencionada soltó una carcajada y le tendió la mano para ayudarle a levantarse, ella hizo una mueca pero finalmente la aceptó.

— Es entretenido verte pelear — se encogió de hombros, los hombres de Solar habían puesto ya de rodillas a los hombres que habían seguido a Eunbi. El hecho de traficar con armas les daba una ligera ventaja. — Señores ¿Así les enseñaron a tratar a las mujeres? Debo decir que son asquerosos, deplorables, sucios, repulsivos.

— Basta con los sinónimos — espetó la chica rodando los ojos, la rubia se detuvo sonriendo y luego se acercó a los hombres que yacían arrodillados en el suelo.

—¿Saben? Me gustaría dejarlos vivir, de verdad, no soy una chica mala — les sonrió ampliamente —Pero después de todo no soy yo quien manda aquí. A Yiren no le gusta que se metan en su territorio y me dijo claramente que debía matarlos — con la pistola que llevaba en la mano comenzó a apuntar hacia cada uno de ellos, los observaba preguntándose a quien debía matar primero — Tú, abre la boca —

El hombre abrió la boca con miedo, sus ojos se ampliaron y un sudor frío comenzó a recorrer su espalda cuando Solar metió el cañón de la pistola, no pudo siquiera rogar piedad pues la rubia disparó sin detenerse a pensar.
Eunbi hizo una mueca, la forma en la que ellas trabajaban era incluso más fría que la de ellos.

—¡Va uno! Y nos faltan seis — sin sentir ni un poco de remordimiento le disparó a otros dos en la cabeza —Nada más nos quedan cuatro, cuatro, cuatro. — se acercó a otro hombre y sacó una pequeña navaja que luego enterró en el cuello de su víctima, sonrió victoriosa y aplaudió cual niña pequeña — Dime, Eunbi ¿Te parece que dejemos ir a alguno para que cuente lo que pasó aquí?

La pelinegra le miró con curiosidad mientras presionaba la herida en su hombro.

— Creo que sería bueno ¿No? No lo sé, puedes hacer lo que a tu caprichoso trasero le venga en gana.

Solar soltó una risita y asintió, señaló a los hombres que restaban.

— Ustedes dos vayan y diganle a esa perra que Mark Tuan no está solo — habló mientras sus hombres prácticamente les lanzaban contra su camioneta —Tú... Creo que les va a ser útil ¿No es así?

— Seguramente Mark querrá jugar con él — asintió Eunbi.

Entre tirones se lo llevaron a uno de los departamentos de la zona, Eunbi les siguió pues debía agradecer a Yiren por aquello.
Entraron al lugar, dejaron al hombre que habían llevado consigo en una esquina amarrado de pies y manos, Eunbi y Solar entraron a lo que era una pequeña oficina, encontraron a la china sentada en una silla de cuero mientras se fumaba un cigarrillo, era la vivida imagen de una mafiosa de una de esas películas de Hollywood; Solar se adelantó y se sentó en las piernas de la chica mientras ésta le rodeaba la cintura con un brazo.

—Hacía tiempo que no te veía, Eunbi — dijo con una sonrisa al tiempo que le hacía una seña para que se sentara en la silla que se encontraba frente a ellas, Eunbi sonrió y obedeció, una mujer se acercó y comenzó a curar el hombro de la pelinegra — Lamento que la última vez que nos encontramos fuera en tan malos términos —

— Supongo que es lo normal en este negocio— Yiren soltó una risita y asintió.

— Entonces... ella volvió. Bueno, debo decir que es algo que me sorprende demasiado— murmuró y se quedó en silencio un momento — En otros momentos ni siquiera se me habría ocurrido ayudar a Mark, sin embargo no voy a olvidar lo que hizo por mi. Me devolvió a mi ángel y siento que le debo un enorme favor, déjale saber que si necesita algo puede pedírmelo.

Marshmallow - 2JAEWhere stories live. Discover now