El amor puede ser correspondido, puede hacer que te sientas de lo mejor, así como puede llegar a límites que nunca antes habías conocido.
Dos corazones, dos almas, un final.
•Taekook/KookV.
•Mpreg.
•Historia cliché.
•Capítulos con menos de 800 pal...
La primera vez que ví a Taehyung, dudé de todos mis sentidos, porque en ese entonces, era como si estuviera dentro de una nube de emociones.
Lo vi ingresar al aula donde estaba unos de mis mejores amigos, Namjoon, ese amigo que era como un padre para mí, a pesar de que nos lleváramos un año de diferencia, siempre me cuidaba junto con su novio Seokjin, o como yo los llamaba, 'Namjin', la pareja perfecta.
La personalidad de Tae (como la describía Nam), era incomparable, hace reír a sus compañeros, es bondadoso y alguien muy cariñoso. Posee todo eso que siempre busqué en una persona. Además era bastante guapo, tenía labios y ojos preciosos, su rostro se asemejaba a un dios griego. No es muy delgado ni tiene el cuerpo bastante trabajado. Eso hace que mi pensar sea afirmativo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Faltaban alrededor de 10 minutos para que las clases terminaran y yo tenía mi corazón a mil por hora. He tenido citas, pero jamás he estado en una relación seria, todo terminaba mal y me rompieron el corazón más de una vez,
¿Qué tal si todo termina mal?
Estaba tan sumergido en mis pensamientos que no me di cuenta del momento en el que me quedé solo en mi aula.
Salí con prisa y llegué a la puerta de salida, estaba muy agitado y no quería hacerme la idea de dejar plantado a Tae, eso jamás. Me quedé esperando alrededor de cinco minutos, hasta que sentí que alguien se había posicionado a lado mío.
—Hola, ¿vamos?
—Sí, v-vamos.
—Vayamos caminando.
Comenzamos a caminar rumbo al centro, donde se ubicaba la cafetería más reconocida del lugar. No estaba muy lejos, así que no me opuse a la idea, ni loco le llevaría la contraria. Estuvimos callados todo el trayecto, de vez en cuando lo observaba de reojo y admiraba sus facciones, pero a la vez se daba cuenta, el reía y yo solo me avergonzaba.
—Hemos llegado, ven, entremos— extendió su mano hacia mí y yo la tomé, se siente tan bien.
Nos sentamos en una mesa para dos, cerca de un ventanal, era muy bonito y acogedor, sin duda lucía como un lugar digno para primeras citas.
—Te ves lindo.
—Gracias Tae... Tú t-también te ves lindo.
—Gracias...— te ves más que lindo. —Bueno, podemos comenzar con lo básico, así se te quitan esos nervios, ¿te parece?
—Claro Tae.
—Me gusta que me llames así— reíste — por favor, llámame así de ahora en adelante. Yo te diré Kookie.
—... b-bien.
¡DEJA DE HACER ESO Y HABLA BIEN, MALDICIÓN!
—Te propongo algo, yo preguntaré y tú responderás, ¿sí?— asentí —Perfecto, y bien... ¿cuántos años tienes y en qué grado vas?
—Tengo 16 años y estoy en primer grado de bachillerato.
—Soy mayor que tú por dos años... Vaya, bueno, yo tengo 18 años y curso mi tercer año de bachillerato. Mi último año.
Después de eso no hubo más preguntas porque me comenzaste a contar como había sido toda tu vida dentro de la escuela, hablabas demasiado, pero creo que jamás había estado tan fascinado Me contaste sobre tu amistad con el famoso Park Jimin, también mencionaste tu gran interés por el arte y las fotografías, te gustaba cantar, a veces actuar.
Decidiste escucharme como yo a tí, hablé sobre mis platillos favoritos, lo que más amaba hacer y sobre todo recalqué lo mucho que me había gustado conocerte, de manera muy torpe, pero lo hice, y tu respuesta creo que logró prender esa chispa dentro de mí.
—Gracias por mirarme todo ese tiempo, si no hubiera sido así, creo que jamás me habría dado cuenta de lo que podría haberme perdido.
Platicamos un par de horas más y nos retiramos del lugar.
Me llevaste hasta mi casa, no quedaba muy alejada del centro, así que continuamos caminando y platicando, con más confianza y miradas mutuas.
—Llegamos... Gracias por acompañarme.— te sonreí.
—No es nada, no se puede dejar a los chicos bonitos caminar solos.
Yo solo me sonrojé y me dirigí a la puerta de mi casa, sin antes agradecerte torpemente con un movimiento de manos. Me lanzaste un beso, giraste en tus talones y te marchaste.