Capitulo 18

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Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Hinata había tenido visitas prácticamente todos los días. Sakura le hacia los chequeos diarios, para asegurar el nivel del chakra y se quedaba con ella por un rato haciéndole compañía.

Kurenai, Kiba y Shino, le habían llevado una gran cantidad de artículos para los bebés, todo en pares... Ino y Tenten, también le llevaron ropa de cuna y juguetes y hasta el líder Hyuga, la visito para preguntar por su estado y el de sus futuros nietos, trayendo con él, a varios empleados con grandes cajas que contenían dos hermosas cunas.

Hanabi y Neji, llegaron después de Hiashi, con lo que faltaba para amueblar la habitación de los niños. Mikoto la malcriaba preparado comidas, las cuales juraba, que Hinata no podría resistir. Todos se hacían presentes. ¿Entonces porque se sentía tan sola? Cada noche miraba por la ventana, el aire frío se sentía a través del cristal y nadie evitaba que llorara de nuevo.

En ocasiones, Izuna y Obito, la tomaron desprevenida limpiando sus lágrimas y cuando preguntaban el motivo, ni a ellos podía explicarles. Ambos trataban de animarle, diciendo que las mujeres embarazadas suelen llorar demasiado al igual que hacer berrinches. Como era el caso de Ino, espetó Izuna, causando la risa de la Hyuga, haciéndole olvidar por un rato su nostalgia, la misma que regresaba en forma de vacío dentro de su pecho apenas se quedaba a solas.

Ahora aquí estaba frente al padre de sus hijos, sin poder apartar la mirada de ese pecho desnudó. Trago saliva con pesadez y levantó la mirada hacia sus oscuras orbes y deseo no haberlo hecho. Esos ojos tenían un brillo, acompañado de una mezcla de sentimientos que en ese momento, no podía identificar. Luego cometió otro error. Miro los  labios mientras dibujaban una sonrisa, misma que ocasionó el debilitamiento de sus piernas. El corazón se aceleró y el color llego a su rostro. La chica trató de hablar, pero no logró articular palabra alguna.

Él se quedó quieto, sin moverse al sentir las perlas recorrer su pecho, para luego mirarse directamente uno al otro. Madara no quería emocionarse, pero estaba seguro que ella lo veía con fascinación. Sonrió al notarla nerviosa y tratando de decir algo, que parecía no querer abandonar su garganta y decidió hablar él.

—¿Te sientes bien Hinata? —preguntó sin dejarle de sonreír.

—E-estoy b-bien... sólo iba a la cocina, estoy c-cansada de no hacer n nada..—el Uchiha le tomó la mano y en un impulso, la acercó hasta su rostro, para sentir la calidez y suavidad del taco femenino. Cerro los ojos por reflejo y a la vez inclinó el rostro sobre la mano. Hinata sintió erizar los bellos tras su cuello, al tener su mano retenida en el rostro de su esposo y sin poder evitarlo, su corazón comenzó a latir con euforia.

—¿Se te antoja algo? Pideme lo que quieras y yo lo haré por ti—aseguró el azabache
—No quiero que puedas lastimarte en la cocina—su genuina preocupación, conmovió a la joven, quien no pudo evitar darle una pequeña sonrisa antes de responder.

—No se preocupe Uchiha-Sama, no haré nada que me pueda poner en peligro—el azabache le dio un beso en la mano antes de soltarla. Se sentía como un adolescente al lado de ella.

—Entonces espérame... yo te acompaño, no tardaré mucho, sólo voy a tomar un baño y regreso en seguida—por alguna razón que ni ella comprendió, estuvo de acuerdo en esperarlo para que estuviera con ella y unos minutos después, regresó ya bañado y vistiendo un pantalón de entrenamiento y una camiseta negra sin mangas muy pegada a su pecho como una segunda piel. Todavía lo estaba mirándolo, cuando él la tomo en brazos para bajar las escaleras.

Pieza de venganza MADAHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora