Capitulo 20

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Los personajes de Naruto no me pertenecen yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Los dolores en el vientre le anunciaban a Ino, que el momento del parto se acercaba.
La rubia se retorcía en su camilla, sosteniendo la mano de su esposo, Sakura le pedía que siguiera empujando y Shisui, estaba a punto de desmayarse.

Esa tarde estaba antojada de un helado. Shisui la llevó al centro de Konoha para cumplirle el deseo y poco antes de terminar, comenzaron unas leves contracciones, para de a poco, ir en aumento.

Tsunade la recibió y de inmediato la trasladaron a la sala de parto. Ino y Shisui no quisieron saber el sexo del bebé, por lo que sería una sorpresa para todos.

Sasuke dio aviso en el distrito Uchiha, a los familiares de Shisui y ahora el hospital, ya se encontraba con los familiares y amigos de la pareja en espera del próximo Uchiha.

Madara persuadió a su mujer para no ir al hospital, hasta que el bebé ya hubiera nacido y así, no estuviera sentada en un lugar que no es cómodo para ella por muchas horas.
Hinata estuvo de acuerdo y como en todas las ocasiones, no lo contradijo. El lider Uchiha podría haber estado complacido por el proceder de su esposa, sin embargo, no fue así. Él tenía algún tiempo, que notaba diferente a Hinata. Las huellas de lágrimas siempre estaban presentes, aunque ella argumentaba que era solamente hinchazón en los ojos por dormir de más.

La preocupación del Uchiha era tal, que incluso, hizo a un lado su orgullo y prácticamente le rogó a su cuñada que lo ayudara, a saber que le pasaba a Hinata.
La joven Hyuga aceptó, dejando en claro que solo lo hacía por su hermana y por garantizar la salud de sus sobrinos también.

Después de varias visitas, la castaña concluyó en lo mismo que pensaba el Uchiha... Hinata se veía diferente, sonreía con amargura y sus ojos permanecían llenos de tristeza. Hanabi enfureció y la interrogó pensando que el lider Uchiha le había hecho algo, pero después que su hermana sonrió por la amenaza que lanzó sobre Madara, se dio cuenta que el estado de ánimo de Hinata, era por otro motivo, el cual, no pensaba revelar.

La joven Hyuga le contó a Madara y este a su vez, fue por Mikoto, quien tampoco pudo obtener ningún resultado, no obstante, lo tranquilizó diciendo, que a veces las hormonas de las embarazadas las hacen sentirse en diferentes estados de ánimo.

Cuando la ojiluna se enteró que Ino ya estaba por dar a luz, se abrazó a si misma en forma protectora, pues bien sabía, que su momento también se acercaba y no volvería a ver a nadie... en especial, no tendrá la dicha de criar a sus hijos. Tal vez, tampoco podría conocerlos dependiendo de cómo se diera el parto... Esas y muchas otras cosas, eran las que venían a la mente de Hinata a cada momento del día, pero en especial, cuando estaba a solas y podía darle rienda suelta a su tristeza, como lo hacía en ese insatante en que se duchaba, mientras su esposo no podía verla, o eso creía ella, porque su marido al saber que estaba dentro del baño, no perdió tiempo en desnudarse y entró para bañase con ella y así aprovechar el momento juntos haciendo el amor, como lo hacían cada vez que tenían la oportunidad.

La morena se sobresaltó, cuando sintió a Madara parado tras ella sin ropa y con el miembro erguido. Estaba tan perdida en sus pensamientos, que no se percató del momento en que la puerta se abrió dejándolo entrar. Se limpio el rostro con el agua muy rápido, en un intento por ocultar las lágrimas que había derramado antes de que él la girara para enfrentarlo.

—¿Que pasa mi Reina...?—pregunto preocupado al darse cuenta que su mujer tenía los ojos enrojecidos. Hinata negó con la cabeza y se aferró a él abrazándolo fuerte, disfrutando del momento tan intimo entre pareja, porque de seguro, en poco tiempo serian los últimos. Sin poder evitarlo, una oleada de tristeza la invadió y no pudo ya contener el llanto frente a él. Madara le levantó la barbilla con sumó cuidado, esperando obtener respuestas de su amada—¿Porque no me cuentas que te tiene así? ¿No confías en mi?—inquirió con voz suave, en el mismo momento en que limpiaba el rostro de la Hyuga con sus manos.

Pieza de venganza MADAHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora