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Christhian

«¡Estás expulsado!».

No me sorprendió para nada. Solo iba al colegio a dormir, comer, ocupar un asiento en la clase, pasearme por los pasillos y reírme con mis amigos. No hacía la tarea, no respetaba a los profesores, discutía con casi todos los estudiantes, solo participaba en deportes, aprobaba los exámenes haciendo trampas y me encontraban teniendo relaciones sexuales en el recreo. Bueno, bueno, eso último solo pasó una vez. Era activo sexualmente, pero no me metía con todo el colegio. De todos modos, fue la razón principal porque quisieron expulsarme de una vez por todas.

Fue por culpa de una las encargadas de limpieza. Quería limpiar precisamente en ese momento de la mañana, y abrió la puerta interrumpiendo todo.

Se molestó, porque era pariente de la chica con la que estaba, decía que yo era un mal estudiante, no valía la pena, no quería que me juntara con ella, entre otras cosas más.

Le aclaré que no éramos novios, solo era un encuentro casual, nos gustábamos físicamente y desde hace un tiempo había un coqueteo entre ambos. Esperaba que lo entendiera y se calmará, pero se enojó más.

Rápidamente fue a contarle todo al director.

Ese viejo estaba obsesionado con la religión, por ende, su reacción ante la noticia no fue buena. Le desagradó lo que hice y casi llama a la policía —ella era una santa, desde su perspectiva, yo era el único culpable, el que abusó de su inocencia y la llevó a la corrupción—.

Me caía tan mal, su mente era tan antigua.

Mi papá llegó a tiempo para sacarme de allí. Pero también se molestó, porque me había advertido hace unas semanas que estaba cansado de mi rendimiento en el colegio, quería que fuera "bueno" como lo demás chicos, poder enseñar mis notas sin tener vergüenza con sus amigos, y bla, bla, bla.

Agradecí que fuera él y no mi madre. La quería, pero le gustaba dar unos discursos...muy largos, que a mí me daban flojera. Sabía durar dos horas hablando, repitiendo lo mismo.

Para que vean la diferencia, la única pregunta que me dijo en todo el camino fue—: ¿Al menos usaste protección?

Yo, apenas me daba cuenta de que, por primera vez en muchos años, no lo había hecho.

Me quedé pensando más tiempo, haciendo memoria, y pues no. No recordaba poniéndome un condón. No porque no tuviera uno, creo que fue la rapidez, estábamos tan calientes...

—¡Maldita sea, Christian! ¡Respóndeme! ¿Te cuidaste sí o no?! —gritó, quitando la mirada del frente para mirarme a mí. Además de molesto, también estaba muy nervioso. No conducía de manera tranquila, apenas agarraba el volante bien.

—Sí, joder... —afirmé de mala gana, girando mi cabeza hacia la ventana. Me estaba estresando verlo así.

Ni loco iba a decirle que se me olvidó. Ya bastante alterado estaba. Después le podía decir que no, que había agarrado una enfermedad, o que por fin sería abuelo. Tal vez cuando ya naciera su nieto, para que no tuviera chance de enojarse ni de decir nada.

Aunque primero hablaría con Andrea; la chica con quien estuve, así se tomaba una pastilla de esas para evitar un embarazo. Ahora que me habían expulsado del colegio, mis padres estarían enojados conmigo, aún más de lo que siempre lo han estado. Eso sería otra cosa más de la que no se sentirían orgullosos. No quería darles más razones. No por el momento.

Llegamos a casa demasiado rápido, para mi desgracia.

Yo planeaba entrar en silencio, irme a mi habitación y hacer como si nada. Pero el señor Raúl, decidió hacer todo lo contrario. Cerró la puerta tan fuerte que casi la rompe, sus zapatos hacían un ruido increíble al caminar y quiso llamar a su esposa para hacerle saber que habíamos llegado. Cuando casi desaparecía, porque era lo único que quería y estaba cansado. No me interesaba hablar con nadie.

Cuando estemos juntos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora