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Me desperté cuando escuché la voz de Alonzo, así que me levanté rápido de la cama donde llevaba horas tirado pensando en cómo mantener la calma.

Noté desde la ventana que su auto estaba aparcado enfrente de la casa y tocaba repetidas veces la puerta, llamándome. Después de todo, habló en serio cuando dijo que volvería luego para que charláramos.

Me alegré, a pesar de que no medité nada sobre lo que pasó porque podía sacarme de allí.

Benjamín estaba muy ocupado haciéndole un escándalo a nuestros vecinos de al lado, así que al principio no se dio cuenta de su presencia. Seguía enojado por lo que le confesé. Intentaba lograr no sé qué exactamente, haciéndole saber todo a la familia como si se tratara de una noticia nacional que tenían que saber sí o sí. A ellos les parecía absurdo, no hacían caso. Discutían con él porque no quería irse y seguía inventándose mentiras.

Pasaron aproximadamente segundos para que Alonzo recordara algo importante que lo ayudaría a sacarme de ahí; mi padre le dio una llave de la casa en alguna ocasión. No fue necesario hacerle saber que me encontraba en mi habitación, me alcanzó a ver desde abajo.

Desde que abrió la puerta y me vio en ese estado, se acercó con mucha preocupación. Yo también me apresure a levantarme e ir donde el, viéndolo como mi única oportunidad para salir de allí.

—Gracias a Dios. Sácame de aquí, por favor —le pedí apresuradamente. Quise llevármelo afuera, jalando de su mano, pero él se quedó quieto.

—¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo esto? —me tomó de los hombros, alejándome un poco para analizarme.

Cada segundo que pasaba negaba aún mas con la cabeza, y hacia muecas de disgusto.

—Mi papá.

—¿Qué?

—Sí, no sé qué le pasa. Nunca me había golpeado —le dije cansado, mirando a mí mismo. Tenía varias partes de la piel roja, muchos moretones y algunos raspones que amenazaban con brotar sangre.

—Voy a hablar con él.

Aunque tenía mucha influencia, eso solo lo llevaría a fingir que me trataba bien. Los hombres como Benjamín no cambiaban, así como así.

—No tiene caso, solo quiero que me saques de aquí.

—Bueno ven, te voy a llevar conmigo.

—¿A dónde? —quise saber, a medida que salíamos juntos y bajábamos las escaleras. Yo solo pretendía usarlo para que mi papá no me dijera nada cuando yo saliera de la casa, pero no se me olvidaba que yo le gustaba, así que posiblemente le estaría dando mi consentimiento para secuestrarme.

—A mi casa.

—Pero ¿no crees que vamos muy rápido? —Le dije entre risas. Como redujo la velocidad de nuestros pasos, le tuve que aclarar que no me refería a eso, sino a esa decisión. Apenas acabábamos de formalizar nuestra relación en la mañana.

—No quiero que vivas en este ambiente.

Yo pensé que se refería a la relación que llevaba con mi familia, pero en realidad mi humilde y pequeña casa ubicada en una acera con hoyos parecía una pocilga en comparación con la suya. No estaba tan lejos de la ciudad. En realidad, justo en el centro cerca de unos parques, museos culturales, residenciales de la zona y de la escuela donde estudiaba.

Tenía un solo nivel, y de hecho, no era más que un moderno y espacioso apartamento ubicado en el sexto piso de una torre. Contaba con una cocina, una sala, su área de lavado, dos habitaciones, un baño principal y un bonito balcón. Todo el interior gritaba que era un hombre soltero, exitoso en su trabajo y sin hijos. Los colores no eran otros que no fuesen el blanco, el negro y algunos tonos de azules.

—¿Te gusta?

—Sí, es bonito, aunque pensé que habias dicho una casa o que tenías una. —En realidad, eso era lo que mi padre siempre me decía con mucho entusiasmo.

—La tengo, solo que después pensé que lo mejor sería que estuvieses cerca de tu escuela para que llegues más rápido. E igual tendremos espacio para los dos.

—Sí, y hasta dos habitaciones. Iré a instalarme.

Con eso me refería a tirarme en la cama y dormir, ya que no traje nada de ropa y yo me sentía bastante cansado.

Me tomé la libertad de caminar por el lugar, y casi entrar a mi lugar de destino, sino fuese porque cierto hombre me tomó de la cintura con sus manos.

—Santiago, tú no eres una visita. Vas a quedarte conmigo —me dijo mientras me conducía del otro lado del pasillo, y me abría la puerta de su habitación manteniéndome muy cerca de su cuerpo.

Encendió el bombillo con su mano derecha, y con la otra me rodeó la cintura pegándome a él, luego me guío hasta adentro mostrándome el lugar muy despacio. No dejó que diera un paso si no era consigo detrás, hablándome demasiado cerca.

—Está bien. Por lo menos, tienes una cama grande —la señalé, viéndolo de reojo. Aunque tenía un sofá, sabía que no dejaría que durmiésemos separados.

—¿Por qué no te recuestas un poco?

Esa pregunta estuvo de más. Al mismo tiempo que la hacía, me llevaba hacia ella.

Me terminó soltando para acariciar mi espalda y me empujó ligeramente hacia adelante, con intensión de que yo quedara abajo y por supuesto, él arriba rozando mis nalgas. Pero como eso lo deduje, me volteé rápido. También coloqué mis manos en su pecho apartándolo un poco de mí.

—Quisiera descansar antes —le avisé, mirando como de pronto acercaba una mano a mi mejilla y empezaba a acariciarme.

—¿Antes de qué?

—De que quieras que estemos juntos, y así te agradezca lo que estas haciendo.

Yo ya había aprendido muchas cosas del pensamiento que tenían la mayoría de los hombres, en especial los de su clase que con dinero conseguían la aprobación de tipos como mi papá.

Él ni se molestó en contradecirme, asintió sintiéndose feliz de que yo tuviera las cosas claras. Luego de plantarme un beso en los labios y hacer que yo sintiera su bulto contra mis pantalones, se enderezó y salió dejándome a solas. 

(...)

Holaaa, feliz año para todos ♥️♥️

Me acabo de dar cuenta que cometí un error con el nombre del padre de los chicos en algunos capítulos. El padre de Santiago se llama Benjamín, y el de Cristhian Raúl. Luego lo arreglaré así como va, pero no se llaman igual xd :)

Cuando estemos juntos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora