Capítulo 3.

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Todas las casas de la residencia del clan Ackerman son de lujo. Grandes, con piscina que no se usaba durante el invierno. Todas de dos plantas, con garajes para más de dos carros, habitaciones amplias y baños personalizados. También con área verde casi mágica por lo bien cuidada que estaba, y una enorme cocina que cualquier prestigioso chef envidiaría. Esos y mas eran los lujos de nacer con el apellido Ackerman. Lujos que, en mi opinión, nos merecíamos por todo el esfuerzo, dedicación, tiempo y empeño puesto en los negocios y el trabajo.

La casa donde yo vivo es un lugar cálido y lleno de armonía. Mi madre se empeña tanto en cuidar cada rincón del lugar. Siendo yo hija única, ella me enseña a detalle cómo llegar a ser la señora de la casa aún si trabajo o no. Mi familia es la mejor, me han criado con mucho amor y nada me ha faltado. Mi padre junto a mi madre trabajan la parte del patrimonio materializado en acciones en las empresas Ackerman que les toca, lugar que yo algún día ocuparé. Sin embargo, aún a mis dieciocho años, solo me preocupo por estudiar.

Entré a la universidad de la ciudad y ahora estoy en el segundo año de una carrera empresarial. Obviamente, no tardé en hacer amigos. Los más cercanos eran Armin Arlet, Eren Jaeger y Sasha Blouse. Esta última era mi amiga de confidencias. Pero mi mejor amigo, el que ocupa la mayor parte de mi corazón y sentimientos, es Levi Ackerman.

Mi mente estaba ocupada en esos pensamientos cuando Armin me habló y captó toda mi atención.

―Mikasa, ¿por qué estás tan contenta? ― me preguntó. La curiosidad se reflejaba en su aniñado y angelical rostro, eso me hacía mucha gracia.

―Armin, hoy regresa Levi de estudiar en el extranjero ―respondí muy emocionada―. Lo extrañaba después de no tener su presencia en estos últimos tres años.

―Pero se comunicaban por videollamadas y mensajes ―dijo.

―Eso no es lo mismos ―argumenté―. Si conocieras a Levi, te darías cuenta de que su presencia es relajante y avasalladora a la vez. Es, simplemente, increíble.

Armin me regaló una sonrisa a la que correspondí, sonrisa que desapareció cuando Eren abrió su boca para hablar.

―No sé por qué te alegra tanto la llegada de ese tal Levi. Según lo que nos has contado, tomará el lugar que le corresponde en la empresa del clan y no tendrá tiempo para ti.

―Primero, no es "el tal Levi". Y segundo, viene para quedarse y eso es lo importante. Después de seis años estudiando en el extranjero, de no tenerlo en las vacaciones navideñas ―respondí algo mal humorada.

―Da igual, Mikasa ―siguió―. Se volverá a alejar de ti con todo el tiempo que le tiene que dedicar a los negocios. Además, ¿no crees que ya está grandecito como para no querer independizarse y adquirir su propio departamento?

―¡Basta, Eren! ―le reprochó Armin.

En definitiva, el no sabía cuándo cerrar la boca. Lo miré de muy mala manera hasta que mi rubio amigo volvió a tomar la palabra.

―Eren, será mejor que nos vayamos. Mikasa tiene que arreglarse para ir a buscar a Levi al aeropuerto.

Agradecí mentalmente su intervención. De no ser así, la conversación con Eren sería infinita. No entendía por qué odiaba tanto Levi si ni quiera lo conocía.

Me despedí de ellos con un gesto de mano y me dirigí hacia mi habitación con la mente abarrotada de pensamientos. Lo que dijo Eren, ¿cerá cierto? Que Levi se quiera alejar de mí, poniendo de prioridad al trabajo. Ok, sí sé que el trabajo y los negocios son importante, pero, ¿de verdad me dejará en tercer plano? No lo creía. Él siempre tenía un espacio para mí en su vida. Incluso en los tres años que no vino a la mansión durante las fiestas navideñas estábamos comunicados. Sonreí.

Dejé de pensar en las tonterías que dijo Eren y me dirigí al gran armario. Para ser más precisa, era una habitación completa donde estaban mis pertenencias. Era una ventaja que mi mandé trabajar en las empresas de moda Ackerman y sea la vicepresidenta. Rebusqué entre mis prendas, siempre elegía algo bonito y sencillo, y en esa ocasión no sería diferente.

Una vez lista, contemplé mi figura frente al gran espejo, dando los últimos toques a mi look. Este constaba de un jean de mezclilla negro y un gran suéter de lana gris, junto con unos botines negros. Claro que no podía faltar mi bufanda azul, azul como el de los ojos de Levi. Me gustaba tanto.

El día que Levi me obsequió la bufanda fue en la navidad antes de que se fuera a la universidad. Fue el mejor regalo que recibí porque me recuerda tanto a él. Aún mantiene el olor de su perfume, el cual rocié a chorros encima de la bufanda. Ese día me había escacubillo a la habitación de Levi para realizar esa travesura de la cual no me arrepentía para nada, pues su aroma siempre me acompañaba día a día.

Una chispa se encendió dentro de mí cuando la ama de llaves de la casa tocó la puerta de mi habitación, avisándome que el carro que mandó el bisabuelo Patrick estaba afuera esperándome para ir a recoger a Levi al aeropuerto.

Por fin sentiría sus cálidos abrazos, su presencia que tanta falta me había hecho. Estaba feliz, no tenía ni cómo describir la alegría que albergaba mi pecho. Tomé la cartera elegida que estaba sobre mi cama y me dirigí casi corriendo a la salida. Sí, estaba feliz, contenta y ansiosa por ver a Levi Ackerman, mi mejor amigo.

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¿Simplemente amigos? (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora