Capítulo 8.

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―Eres una cobarde, Mikasa ―hablaba Sasha mientras se metía a la boca un trozo de pastel de chocolate―. Aclara tus sentimientos con Eren y dile a Levi que lo amas. Todo será más fácil para ti ―tomó mi mano que reposaba sobre la mesa―. Así no te tendrás que ir a Alemania y no me dejarás sola ―terminó algo bajito.

―Ya tengo lista la maleta, no hay vuelta atrás ―comenté seria. Sasha me miró con tristeza y enojo a la vez―. Y aún no terminaré con Eren, quiero darle una oportunidad a nuestra relación. Respecto a Levi, no puedo decirle que lo amo. Estoy segura que no siente lo mismo por mí, solo soy su amiga.

―Pero, Mikasa, si no hablas con él no lo sabrás.

―No voy a hablar con él, no lo he hecho desde la fiesta en la piscina ―dije recordando ese horrendo día y las palabras hirientes.

―Estoy segura de que no quiso decirte eso ―intentó convencerme―. Tan segura como que amo más al chocolate que a Jean. Levi está celoso, lo suyo es recíproco.

― ¿Por qué habría de estar celoso? A ver, dime.

― ¡Mikasa, solo mírate! Si con ropa eres irresistible, entonces con un bañador y cerca de Eren... ¡Qué lío!

―Sasha, creo que estás delirand. Levi no estaba celoso y no me ama. Él ama a Petra por algo es su novia ―dije con amargura―. Dejemos de hablar de Levi. Mejor termina de una vez ese trozo de pastel y vamos de compras.

―Está bien ―aceptó Sasha con resignación―. Pero ahora por ser tan cabezota y terca tú pagas el almuerzo.

Rodé los ojos y asentí. Me pregunte dónde le alcanzaba tanta comida si habíamos desayunado en su departamento que comparte con su novio Jean, y sí que fue un desayuno muy variado.

Lo cierto es que su novio le consiente todos sus gustos con la comida. Sentí un poco de envidia por la relación que tenían, ellos se querían a pesar de sus diferencias. Sonreí pensando que, si me esforzaba, podía llegar a algo lindo con Eren.

―Oye, Mikasa, ¿cómo se tomó Eren lo del viaje?

―Mm, ¿qué te puedo decir? No tuvo la mejor de las reacciones. Sin contar que antes de que mencionara el viaje me propuso que nos mudáramos juntos.

―Contigo soy la última en enterarme. Si no pregunto, no me cuentas ―protestó haciendo un puchero.

―No quería hablar de eso, la verdad estoy algo triste. Fue una muy fea discusión, ya sabes cómo es de dramático y extremista.

― ¿Estás segura de poder sobrellevar tu relación con Eren a distancia? ―en su voz solo se escuchaba preocupación.

―No te preocupes, Sasha, todo estará bien ―dije no muy convencida de mis propias palabras.

Trate de sonreír para tranquilizarla. Ella me devolvió la sonrisa que no llegó a sus ojos, pues estos se miraban preocupados por mí. Definitivamente era una buena amiga.

En el resto del día no volvimos a tocar esa conversación. Después de que Sasha se terminara su enorme pedazo de pastel de chocolate y yo mi té, nos dirigimos al centro comercial más cercano a hacer algunas compras que me hacían falta para el viaje.

A la hora del almuerzo, fuimos a un restaurante de asados y obviamente cumplí mi parte te invitar la comida. Luego fuimos a dar un paseo por el parque y nos sentamos a descansar en una banca frente a la gran fuente.

―Te voy a extrañar mucho ―habló Sasha con melancolía―. Prometo ir de visita en navidad. No importa que Jean se quede solo, él se puede apañar sin mí ―sonrió.

― ¿Promesa? ―dije feliz de oír eso.

―Promesa ―afirmó ella, sellándola con un fuerte abrazo.

Llegué a casa entrada la noche porque pase por el departamento de Sasha para la cena. Ya en mi habitación, saqué las compras de sus bolsas y las acomodé en una de las maletas. Solamente eran dos maletas con lo necesario para acomodarme. El resto de cosas que me hicieran falta las compraría cuando estuviera establecida en el departamento que alquilé previamente. El viaje sería en dos días y ya todo estaba listo.

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El día del viaje llegó y mis padres me fueron a despedir al aeropuerto. Al igual que Sasha, prometieron ir de visita y estar pendientes de mí en todo lo que necesitara. Con Eren tuve una cena el día anterior, en la cual se disculpó y me deseó buen viaje, dándome el ultimo abrazo.

Antes de partir, mi madre me entregó un sobre blanco sin nombre. Lo tomé y guardé en mi bolso de mano, luego les di un beso a cada uno y di media vuelta directo a la sala de abordaje.

Durante el viaje en avión, me permití pensar en mis sentimientos. ¿Será que Sasha tiene razón y soy una cobarde huyendo del amor que siento por Levi? Pensándolo bien, tal vez un poquito, solo un poquito de razón tenía. Me rehúso a expresarme por miedo al rechazo. Además, estoy segura que Levi aún me mira como una mocosa, como su amiga. Y, muy en mi fuero interno, me gustaría que con tantos años de conocernos me mirara como a una mujer.

Esto del amor sí que era complicado. ¿Por qué las cosas tienen que ser así de difíciles? Agité mi cabeza para que esos pensamientos salieran y mejor traté de descansar, pues me esperaba un largo viaje. Me acomodé en mi asiento, cerrando mis ojos y tratando de dormir un poco.

Al llegar al aeropuerto de Berlín, todo estaba muy concurrido de turistas, de gente que iba y venía, de gente esperando a sus seres queridos. En Berlín era primavera, sinónimo de festividades. Eso me puso de muy buen humor, pensando en todos los lugares llenos de vida que podría visitar antes de que empezaran las clases en dos semanas.

Con ese pensamiento, me dirigí a hacer el debido papeleo y retirar equipaje. Después de tener todo listo, salí del lugar a coger un taxi que me llevaría al departamento.

El edificio departamental estaba ubicado en una zona central bastante familiar y tranquila. Al bajar del taxi, el chofer me ayudó con mi equipaje del maletero. Tomé mis dos maletas y caminé a la entrada del edificio. Saludé a un par de personas con amabilidad y me encaminé al lugar donde estaba la recepcionista. Me registré y fui directo al elevador que me llevaría al piso 6 donde estaba ubicado mi nuevo hogar.

Cuando se detuvo, observé que en el pasillo solo había dos puertas y un par de plantas adornando. Caminé, buscando el número 240 que correspondía a mi departamento. Lo localicé en el lado derecho del pasillo y me paré junto a la puerta, introduciendo la llave que tenía en mis manos. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Dejé mis maletas en la orilla y me adentré al lugar. Quedé fascinada. Tal y como lo describían en el sitio web, era cómodo y practico.

Mi nuevo hogar estaba compuesto por una pequeña sala con un enorme sofá y un televisor, una cocina que hacia como comedor, un baño y dos habitaciones, sonreí para mí misma, el lugar me gustaba mucho y estaba segura que la pasaría bien, el edificio estaba equipado con zona de lavandería de el sótano, si definitivamente un lugar practico.

Era hora de comenzar a sacar mis cosas y acomodarlas. Cuando terminé mi labor, me acosté en la cálida cama, pensando que al día siguiente tenía que estar temprano en la universidad para registrarme. Después de salir de ahí, iría a algún centro comercial a comprar algunas cosas para acondicionar el lugar.

Relajada en la cama, recordé el sobre que mi madre me había dado antes de partir. Tomé mi bolso de mano sobre la mesa de noche y saqué el sobre. Al abrirlo, descubrí que era una tarjeta, escrita con una pulcra y elegante caligrafía.

Que tengas buen viaje Mikasa.

Levi Ackerman.

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¿Simplemente amigos? (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora