Capítulo 4.

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El chofer aparcó el vehículo en el estacionamiento del aeropuerto y me dispuse a bajar de este. Me hallaba tan nerviosa y contenta. Mis manos sudaban por la ansiedad de verlo, de ver su rostro fino y varonil, de ver sus ojos azules mirándome.

De pronto, una pregunta atravesó mi mente: ¿será que me extrañó tanto como yo a él?

Al ingresar al lugar fui a la zona de espera y me senté en una de las tantas sillas dispuestas en la estancia. Había mucha gente esperando a sus seres queridos. Me distraje mirando a las personas que estaban a mi alrededor, a niños con sus madres llorando de aburrimiento por la espera, a hombres y mujeres con sus celulares o con libros. No sé cuánto tiempo pasó hasta que escuche por el alta voz que el vuelo donde venía Levi acababa de aterrizar.

La ansiedad se duplicó y me acerqué al ventanal, esperando verlo. Dios, ¿tardaba tanto o era mi desesperación por verlo y perderme en su presencia? Alguna entidad divina escuchó mis plegarias y Levi apareció ante mis ojos, tan guapo y perfecto como siempre. No pude evitar pensar así cuando lo vi, tenía tres años de no verlo en persona y sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho.

Mi rostro se iluminó en una ancha sonrisa cuando lo miré salir de la zona de desembarque. Me acerque más a la gran ventana de vidrio que nos separaba. Estoy segura que me miró, ya que una sonrisa fugaz apareció en su rostro. Esa sonrisa que solo yo conocía porque solo a mí me regalaba. Por una fracción de segundos, nuestros ojos se encontraron y no había que decirnos más. Yo sabía que él estaba feliz de verme.

Me dispuse a la salida, casi corriendo cuando lo vi salir. No dude en acercarme y darle un fuerte abrazo al que correspondió sumado con un respectivo beso en la mejilla. Cuando nos separamos, caminamos a paso lento hacia el estacionamiento, directo al vehículo que nos llevaría a la mansión. El chofer subió el equipaje al maletero, mientras Levi abría la puerta del pasajero y me ayudaba a subir para luego hacerlo él. El motor se puso en marcha y salimos rumbo a nuestro destino.

En el camino, comencé una pequeña conversación con Levi, pues necesitaba decirle cuánto lo había extrañado. Mi corazón me pedía a gritos expresar toda la emoción que sentía el tenerlo cerca.

― ¿Cómo estuvo el vuelo?

―Irritante como tú, mocosa ―me dijo.

Mis labios formaron una sonrisa forzada y de molestia ante su broma.

―Cualquiera que escuche eso, pensará que venías en la incómoda tercera clase ―comenté.

―Aún así ―continuó―. Es muy irritante viajar, y más cuando la aeromoza quiere casi estar encima de ti.

Y ese era Levi. Odiaba que irrumpieran en su espacio personal sin su consentimiento. Yo todavía no me explicaba cómo el no aceptaba lo guapo que era y la atención que llama con su sola presencia. Sé muy bien que esas actitudes le molestan porque él gusta de pasar desapercibido. Por mi parte, me irritaba que las mujeres lo vieran como una carnada. Levi era el hombre perfecto para cualquier mujer, pero la mujer que él merecía a su lado tenía que ser inteligente , educada, independiente y… Corté el hilo de mis pensamientos porque me estaban llevando a un rumbo que no me gustaba. ¿Por qué diantres pensaba en la mujer ideal para Levi cuando estaba muy segura que ni él pensaba en ello? Mejor seguí con la conversación.

―Te extrañé ―le dije, llamando su atención.

―Yo también te extrañé, mocosa ―dirigió su mano a la mía y le dio un apretón cariñoso.

Me permití sonreír.

Ahí se terminó nuestra conversación, no necesitaba escuchar más. El resto del viaje a la mansión fue en completo silencio, el cual le permitió a mi mente divagar sobre la persona que tenía a la par, sobre la persona más importante para mi después de mis padres. Sobre Levi Ackerma, mi mejor amigo.

Mis pensamientos me llevaron a lo difícil que es para Levi haber perdido a sus seres queridos. Comenzando que a la corta edad de seis años, según me conto él mismo, perdió a su padre y abuelo en un trágico accidente del avión privado en el que viajaban por negocios de las empresas Ackerman. A sus quince años perdió a su madre y único tío en un accidente automovilístico.

De pronto, me alarmé. A Levi lo persiguen accidentes horrendos y pensé por un momento que haría sin él si le pasara algo. Me regañé mentalmente por pensar estupideces, como me diría el hombre a mi costado. El único pariente que le quedaba era el actual líder de clan Ackerman, el bisabuelo Patrick Ackerman. Y, por esa misma razón, es el consentido de este. Mi familia no es pariente del bisabuelo, lo único que nos relaciona es el apellido de un clan y fuertes negocios donde están incluidos el resto de las familias.

Mi mente volvió a la realidad cuando sentí que Levi daba un suave tirón a mi mano

―Llegamos ―me informó.

El tiempo pasó tan rápido que no había reparado cuando el vehículo se estacionó frente a la entrada principal de la mansión. Al bajar, divisamos las puertas abiertas de par en par y al dueño del hogar sentado en una silla de ruedas en el umbral de la entrada, esperándonos. Patrick Ackerman, aún en su condición, era un viejo fuerte como un roble. Y claro está que no podía perderse la bienvenida a Levi.

Después de los respectivos saludos y demostraciones de felicidad de parte del bisabuelo Patrick a Levi, nos dirigimos al comedor donde nos esperaba una apetitosa cena. Cada uno se sentó en su lugar en la mesa para comenzar a comer en medio de una amena conversación, la cual giró en torno a las responsabilidades que comenzaban para Levi al tomar las riendas de los negocios que le corresponden como todo un Ackerman.

En mi fuero interno, estaba feliz porque sabía que Levi era capaz de realizar con éxito todo lo que se proponía. Al finalizar la cena y después de la conversación, me despedí y el mismo vehículo de todo el día me fue a dejar a mi casa.

Así pasaron los meses, seis meses para ser exacta. Y sucedió. Levi ocupó su cargo dentro de los negocios, mientras yo comencé un nuevo año universitario.

Cuando Levi tenía tiempo, se pasaba por la universidad a recogerme e íbamos a cenar a cualquier lugar, siempre uno diferente. Una noche de un viernes en una pizzería, comenzamos la típica conversación sobre preguntas rutinarias del día hasta que Levi dijo algo que me dejó intrigada y emocionada.

―Mocosa, mañana quiero que me acompañes a un lugar. Necesito tu aprobación.

―Claro, enano ―sueno tranquila, pero la curiosidad me llegó a la velocidad de la luz ―. ¿A dónde iremos?

―Es una sorpresa.

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¿Simplemente amigos? (RivaMika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora