Me encontraba recostada en mi cama, decidiendo si levantarme o no. En eso estaban mis pensamientos cuando el celular que tenía en la mesa de noche sonó. Miré la pantalla y era el número de de la mansión, así que de inmediato contesté.
―Diga.
―Mocosa, ¿sigues en la cama?
―Buenos días, Levi ―dije sarcástica―. Amanecí muy bien.
―Si que eres mocosa ―mencionó en un tono serio, pero divertido―. Levántate. Paso por ti en media hora.
―Ok.
Después de cortar la llamada, me levanté de un brinco de la cama para ir directo al cuarto de baño. Una vez limpia, elegí una vestimenta de acuerdo al clima. Hoy prometía hacer frío, así que me coloqué mi inseparable bufanda azul.
Bajé directo a la cocina y tomé una manzana, justo cuando tocaron el timbre. Ya sabía quién, por lo que fui directo a la puerta y salí.
―Vamos ―habló Levi y nos encaminamos al vehículo negro, propiedad del bisabuelo Patrick.
―¿A dónde vamos, enano? ―pregunté una vez que el motor comenzó a andar.
―Primero a desayunar ―habló sin apartar la mirada del camino―. Estoy seguro de que no lo has hecho. Eres una perezosa.
―Hace frio, es un lindo día para estar en cama ―me defendí.
―Perezosa ―esbozó una sonrisa―. Segundo, me acompañarás a comprar mi propio carro.
Eso me tomó por sorpresa ya que en la mansión había carros de sobra para él. Aunque, analizando bien las cosas, comprendí muy bien la razón de tener el suyo.
Fuimos a una cafetería por algo de café y panecillos que, cabe mencionar, estaban deliciosos. Al terminar, nos dirigimos a un concesionario donde se hallaban carros nuevos de marcas muy reconocidas.
Entre Levi y yo elegimos un Land Rover negro, un carro genial y elegante. El mundo pensará que somos unos presumidos por comprar cosas de lujo, pero nos lo merecemos por nuestro arduo trabajo. Solo los Ackerman sabemos los altos y bajos que han pasado las empresas y el sacrificio del éxito.Volviendo al tema, ese Land Rover destaca el buen gusto de Levi. Es algo cómico porque es más grande que él. Pero por Dios que Levi con su porte da prestigio al carro.
Los seis meses siguientes a ese suceso pasaron entre salidas a cenar. Un viernes, Levi me pidió que fuera a un lugar con él, que necesitaba “mi aprobación”. Era sábado por la mañana del mes de mayo cuando pasó a recogerme por mi casa. Yo ya lo esperaba en la puerta principal y, al subirme en su carro, lo saludé muy alegremente con un beso y abrazo.
―Hola, enano.
―Hola, mocosa, buenos días.
No me molestaba que me llamara de esa forma. Ese apodo era un cariño camuflado con su semblante serio.
Las personas que no conocen a Levi lo tachaban de arrogante, sin corazón y despiadado, pero no es así. Él es todo lo contrario. quedaron en segundo plano cuando la curiosidad azoto mi mente.
―No me has dicho a dónde vamos ―hablé, mientras el carro comenzaba a andar.
―Ya te dije que es una sorpresa, mocosa desesperada.
―No soy desesperada ―repliqué―. Tú eres cruel ―sonreí.
Él bufó y no dijo nada más. El trayecto fue silencioso, mas no incomodo. Al llegar al que parecía nuestro destino, Levi entró a un estacionamiento de un edifico de departamentos de lujo. Lo sé porque hace pocos días atrás vi su anuncio en una de las revistas de moda que dirige mi madre. Aparcó el carro en un lugar vacío y salimos rumbo al recibidor del edificio. Nos acercamos a la recepcionista del lugar y Levi le mostró una identificación, a lo que ella tecleó algo en la computadora.
―Pase, señor Ackerman.
Fuimos directo al elevador.
―Levi, ¿qué hacemos aquí? ―pregunté alarmada.
Lo que Eren había dicho hace seis meses atrás comenzó a martillar en mi cabeza.
―Cállate y entra ― me dijo al mismo tiempo que tocaba los botones del tablero.
Subimos y, cuando el elevador se detuvo, salimos a paso lento, caminando por un corto pasillo con dos puertas. Una frente a la otra, nos detuvimos en una de ellas y Levi sacó una llave electrónica para poder abrir e ingresar al lugar. Al hacerlo, mi boca se abrió en sorpresa. Sí que era lujoso, espacioso y luminoso, con unos grandes ventanales que dan vista a toda la ciudad
―Compré este departamento para mí ― habló Levi―. Y quiero tu aprobación. Si no te gusta, lo devuelvo.
Mis ojos estaban fijos en el panorama que ofrecía el ventanal ubicado en la gran sala de estar. Volteé hacia él con lagrimas en los ojos, las cuales luchaban por quedarse en su lugar. Hablé con la voz apretada, pero mirándolo seria.
― ¿Ya no vivirás en la mansión? ¿No te gusta estar cerca de mí?
―No seas ridícula, mocosa ―se acercó―. Deja el drama. No dejaré de frecuentar la mansión, es solo que necesito mi propio lugar. ¿Entiendes?
Moví la cabeza en afirmación. Levi tomó mi mano derecha y tiró de ella hasta llegar a una de las habitaciones del lugar.
―Esa es tu habitación ―abrió la puerta y entramos juntos―. Puedes venir cuando quieras.
Mis ojos buscaron los suyos y una sonrisa escapó de mis labios al momento que me acerque a él para darle un beso en la mejilla y abrazarlo.
―Gracias ―le dije―. Siento el drama, como tú dices. No pude evitarlo, eres mi mejor amigo ―lo abrace más fuerte, si es que se podía.
―Basta de cursilerías. ¿Te gusta el departamento o no? ―interrogó―. Puedes hacer los cambios que desees.
―Sí, me gusta, es perfecto.
Todo así era entre nosotros, perfecto. Hasta que apareció ella, interfiriendo en nuestra amistad, robándome el tiempo y la atención de Levi.
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¿Simplemente amigos? (RivaMika)
Roman d'amourÉl es su amigo. ¿Ella lo considera solo su amigo?