IV

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-¿Cómo que, que hago aquí? Trabajo aquí - Dijo el de cabellos castaños, con una mirada sarcástica que volvió a hacer resonar el dolor de cabeza ya insoportable. Hizo una pausa y continuó - La verdadera pregunta es, ¿Qué haces tú aquí?

Respondió el tipo, mientras me miraba directamente a los ojos, intimidante, tenía un semblante serio y exagerado, que hacían sobresalir el lunar al lado del ojo izquierdo que me llamó mucho la atención.

No soy exactamente una persona tan puntual, pero él podría haber sido más sutil con las palabras y darme una oportunidad, me dolía la cabeza y no quería más problemas sin sentido aparente.

-Bueno, hablé con el encargado del lugar y me dijo que podía conservar el trabajo.- Respondí orgulloso, mientras colocaba una mano en mi cintura demostrando seriedad.

El solo suspiro fuerte, miro alrededor, como si estuviera buscando a alguien.

El tipo parecía realmente sereno, no parecía alguien excesivamente puntual, es mas era como las típicas personas que actúan en el canal de tv shows , el tipo de personas que no les importa nada y tiran la vida a la mierda, mientras se fuman un cigarrillo y luego se toman una siesta enredándose en sus sabanas hechas de algodón egipcio. Porque si, los desagraciados tenían dinero.

-Está bien, entonces ve al almacén y ve que nos falta para esta semana, los ingredientes que utilizamos están en un papel, ubicado en la pared de al lado.-Concluyó, sarcástica e irritantemente.

Asentí con la cabeza mientras me dirigía al almacén, gire mi cuerpo en la dirección y luego paré bruscamente, ¿Dónde diablos quedaba el almacén?

El lugar, aunque solo era una tienda de comestibles, era espacioso y grande. Lo suficientemente grande para que las personas puedan coger en cualquier lugar y nadie se daría cuenta, y hasta que lleguen al éxtasis yo estaría preparando un delicioso café americano. Cuando lo acabe ellos estarían vestidos y volviendo a trabajar.

-Espera- Exclamé relajado.

-¿Dónde está el almacén?

-Ve de frente y dobla a la derecha.

Volví a asentir levemente con la cabeza mientras me dirigía a la dirección, esta vez que si estaba en conocimiento.

En el camino, mi nariz aspiro el olor de un perfume del Victoria's secret que me causaba nauseas. No soportaba olerlo, no porque oliera mal es solo que la italiana amante del queso que conocí, tenía una leve adicción con esos perfumes, que solo lograba inquietarme y darme arcadas.

-¿Eres el nuevo?

Exclamó una mujer joven de piel morena y brillante, que me recordaba a una vieja pintura que había hecho en un día de aburrimiento, así es, pintaba. Así que, probé pintando piel morena, ¿complicado? Por supuesto. La imagen que había decidido pintar tenía muchas sombras, y las sombras siempre fueron una gran dificultad, los colores cambian mucho depende al ángulo y a los colores que les rodean, es por eso que encontrar el color indicado tardaba y era complicado. Pero la pintura quedó a mi gusto, al principio no me gustaba, pero cuando seguí avanzando cobro forma, pero había algo que le faltaba, no estaba seguro de que, pero no estaba totalmente satisfecho. Pero, decidí dejarlo ahí, sentí que si seguía metiendo más capas, lo iba a arruinar. Por alguna razón la señorita de tez morena me daba esa misma sensación.

-Sí, creo que te refieres a mí, comencé a trabajar hoy, un gusto.-Hice una pequeña pausa e intencionalmente me acerque a su credencial que yacía en su pecho.- Margaret.

-Igualmente.- Hizo el mismo movimiento que yo anteriormente.- Gabriel, espero que no te vayas pronto.

Está bien, no entiendo de donde salió esa frase, ¿Por qué me iría? La paga era buena y era un lugar grande y cómodo.

Su perfume me estaba matando

-¿Por qué me iría?- Exclamé confundido y con una sonrisa para suavizar mi pregunta.

-Bueno, no sé si conoces a Levi todavía, la mayoría de trabajadores nuevos se van a la semana, solamente uno duró un mes y luego se fue, es por eso que la paga es buena- Dijo la mujer, con una sonrisa en el rostro que dejaba ver sus perfectos dientes recién blanqueados.

-Bueno, no sé quién es Levi, pero aún no me he topado con alguien extremadamente molesto.- Su perfume.

-Oh, eso es bueno, no te preocupes, él es bueno en el fondo, tal vez le llegues a caer bien.

-Gracias por el consejo- Hice una pausa.-Por cierto, ¿tu perfume es del victoria's secret?

Lo dije sin pensar, el solo que el olor me estaba matando.

-Oh, ¡si!- Respondió ella emocionada y sus vellos castaños se comenzaban a erizar.- ¿Cómo lo supiste?

-Es que huele muy bien, y conocí a alguien que siempre los usaba- Era mentira. Aun sentía nauseas por el olor fuerte impregnado en su ropa.

Me dirigí a hacer quehaceres, sorpresivamente me sentí extraño al decir aquellas palabras. Bueno ya era un adulto y ya hacía bastante tiempo que deje de vivir con mis padres, sin embargo los quehaceres me causaba nauseas, tanto como el perfume de Margaret yaciente en mi nariz.

La chica era muy agradable, tenía una forma peculiar de hablar, un tono elegante y faso, pero muy lindo, un lindo común, y su cabello lacio recién planchado le quedaba a la medida, como anillo al dedo, al igual que la pulsera naranja en la muñeca izquierda, sus uñas eran largas y estaban pintadas al estilo francés, el banco resaltaba las largura de la uñas postizas. Sus maños eran medianas, pues he visto manos más pequeñas, sin embargo, ella en especial, tenía los dedos delgados y esbeltos, sus dedos eran largos, pero su mano en general no era grande, pues son cosas muy diferentes. Hay muchas personas que tienen dedos esbeltos sin embargo el grosor de sus manos son especialmente grandes y viceversa.

Su semblante era amable, tenía un rostro de muchos amigos, era muy carismática y jovial.

Sus ojos eran azules, y estaban vivos, a diferencia del tipo del lunar, tenía una mirada tan vacía e intimidante, que en cierto modo me causaba ternura. Los ojos de Margaret no me causaban ternura ni ningún sentimiento, pues eran ojos vivos, vi y sentí muchos, pero los ojos vacíos y tristes son muy pocos.

A veces me siento extraño por hablar de esa manera, sin embargo, es un sentimiento tan obvio y delirante, en ese momento entendí, por qué siempre dicen que los ojos son la ventana del alma. Sus ojos azules combinaban bien con sus pestañas postizas y con su cabello negro.

Su cabello eran tan negro como la noche, que sublime, que sublime era la noche, tan tranquila y tan profunda, amaba la noche, sin embargo sus cabellos aún no eran lo suficientemente oscuros como tal, le faltaba la naturalidad, estaba tan enamorado de la noche.

Su cabello oscuro era largo, tan largo que le llegaba hasta la cintura de su esbelta y bien cuidada figura.

una mujer digna de apreciar.

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