II

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Mi cabeza iba a explotar.

-¿Tomaste algo fuerte anoche?

Levanté los cabellos de mi frente y los llevé hacia atrás, me estaban estorbando hace minutos y solo lograban que sintiera un golpe de dolor en la sien, un dolor profundo.

-No, si te refieres al alcohol. –Levanté la cabeza para mostrar mi mirada sarcástica ante el intento de comentario leve sobre el alcohol del que me hablaba.

Sonrió nostálgicamente ante mi comentario mientras se sentaba en la banca hecha de madera que habíamos comprado días antes en una tienda de muebles, sinceramente aún estábamos arrepentidos de comprar la roja y no la blanca, el color blanco siempre da un tono elegante al hogar. Pero después de un debate corto pero preciso, nos decidimos por la roja, a la cual horas después nos arrepentimos, ya que no combinaba con la alfombra celeste. Si nos hubiésemos decidido por la blanca ahora mismo combinaría perfectamente con la celeste y sería un rayita menos a mi migraña.

-¿Entonces porque despertaste con resaca si no es por alcohol?- Dijo Tylor, mi compañero de cuarto, al mismo tiempo que cambió la sonrisa nostálgica a una mirada retadora.

-Probablemente porque solo dormí cuatro horas-Dije, mientras volvía a sentir el dolor en la sien y mis labios automáticamente formaban una mueca de dolor.- ¿Recuerdas?

-Ya te di las gracias por ayudarme en el proyecto.- Respondió el rubio oxigenado, con un semblante cálido -. Además, hoy empiezas con tu empleo de medio tiempo, ibas a levantarte temprano sí o sí Gabriel.

-Lo sé, lo se.- Mi cabeza iba a explotar.

Si no fuera por el tonto proyecto de ciencias a la cual Tylor me pidió ayuda, mi cabeza estaría más cómoda con el ambiente mañanero, me prepararía un sándwich de jamón con queso de desayuno, e iría  a mi nuevo empleo de medio tiempo el cual había conseguido hace una semana mientras paseaba por las afueras de New York.

Volví a entrar a mi habitación con la intención de cambiarme, sin embargo mi cuerpo paró en un instante al recordar el sándwich de jamón y queso, que debería haber preparado hace siete minutos.

Pero volví a entrar a la habitación cuando recordé que no había comprado queso esa semana y que lo había cambiado por un helado de vainilla con mora o vaniglia como me había acostumbrado a llamarle después de conocer a una tipa italiana que amaba los perfumes de victoria's secret, el queso y tenía prejuicios sobre el pensamiento americano.

Entré a la habitación en la cual sorpresivamente me sentí un completo extraño, justo en aquel cuarto, aquel cuarto que era mío. Había pequeños colgantes en mi puerta y en mi gran ventana a mi izquierda, la luz que producía esa ventana me causaba melancolía, el extraño sentimiento ocupaba aquella habitación, pues ahora sentía que no era mía, y que el aire de proveniente de la misma ventana danzaba en el cielo, pero no lograba acercarse hasta llegar a mis pulmones quienes solo gritaban por aire. Mis piernas se movieron inconscientemente, y mi vista se fijó en la vista de mi ventana, la imagen que había contemplado desde hace muchísimo tiempo, sin embargo hoy se sentía extraña, vaga, vacía y etérea a mis ojos cansados, cansados de la noche anterior.

Lamentablemente el día siempre me pareció tan melancólico, las nubes solo parecen querer escapar del cielo, y las luz empaña mis ojos ansiosos por la oscuridad de la noche, el aire se vuelve más denso para mis pulmones, y el incesante sonido de las personas socializar me ponían triste e inquieto.

Volví a dirigir mis pasos hasta mi cama, las sabanas azules resaltaban lo desordenaba que estaba, reposé en ella mientras mi vista volvía a fijarse en la ventana, y una ola de aire fresco se enfrentó con mis cabellos, mientras que los colgantes danzaban junto con el aire.

 Qué ambiente tan pacífico y deprimente.

Me levanté de aquella cama y caminé hacia mi armario, el cual se veía solitario en aquella esquina, solté una leve sonrisa al pensar en aquello e inconscientemente sentí pena por el armario, irónico.

Estiré mis brazos hacia la manija del armario, y en una de mis manos pude notar un pequeño corte en el hueso del dedo pulgar, el cual lo tenía bastante pronunciado. Acerque mi mano a mis ojos para poder divisar mejor, solo era un pequeño rasguño, me pregunto cómo me lo habré hecho, sin embargo la herida no sangraba, pues era muy pequeña para ello, supuse que lo hice mientras dormía, me he de haber arañado en uno de mis inútiles intentos de poder dormir.

Abrí las puertas del solitario armario, y sorprendentemente, mis ropas y zapatos estaban ordenados y en su lugar, las camisas estaban separadas de los polos, y los polos de mis buzos. Mis pantalones apretados de los flojos, al igual que los polos. Lo sentí nuevamente extraño y satisfactorio.

Recordé segundos después que yo mismo lo había ordenado la semana pasada, en un erróneo intento de desahogarme, sin embargo solo me sentí más cansado, y ahora las ropas me estresan. Sentí nauseas.

Recobré el sentido nuevamente y tomé cualquiera de los polo que estaban separados, el afortunado solo fue un t-shirt rojo básico, lo puse en la superficie de mi cama mientras buscaba el pantalón que me pondría, los jeans rasgados y apretados me estaban gritando por atención, así que los tomé y al igual que el t-shirt los puse sobre mi cama. Tomé también las zapatillas negras de siempre y empecé a vestirme, mientras mi mirada y mi mente seguían perdidos en la melancólica luz de mi ventana.

TU ETÉREA MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora