Alzó mis brazos pidiéndole que se acerque y me consuele y lo hace. Lo aprieto tan fuerte que siento como me duele el cuerpo y me cuesta respirar.
- Tranquila, todo está bien - dice en un susurro en mi oído - ya todo está bien.
Me acaricia la cabeza para tranquilizarme y me deja que llore sobre el hasta que ya no puedo más. Al calmarme, me doy cuenta de lo que estoy haciendo y aunque sé que necesito consuelo y él sabe cómo dármelo, reacciono en que esto está mal, todo está mal. Me alejo lentamente porque tampoco voy a ser desagradecida.
- Gracias por estar para mí de nuevo, supongo que ya sabes lo que pasó...
- Si... - duda - estaba en el hospital y vi a la señora Cassandra y a tu madre y supe que estabas aquí, le pregunté a tu jefa y me contó que habías sufrido un ataque, no tuve que unir cabos para saber que tu hermano lo había hecho de nuevo.
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Me miraba al espejo, buscando el más mínimo error en mi apariencia, iba a salir con mí novio, todo estaba preparado y yo estaba muy ansiosa y emocionada. Todo estaba listo.
Salí de mi cuarto, a mi mamá le dije que iba a salir con un amigo, no me dijo nada.
Al ir bajando las escaleras escuché el timbre sonar y sabía que allí estaba él, tan guapo como me lo podía imaginar. Al llegar al primer piso salió mi hermano de la cocina, me miró con odio y asco.- ¿Adónde vas a estas horas?
Blanquee los ojos.
- voy a salir, mi mamá me dio permiso - informé.
- ¿Y porque a mí nadie me dice nada en esta maldita casa? - empezó a subir la voz.
- No lo sé - le dije caminando a la puerta - habla con mi madre.
- ¡Claro que sí! Pero tú no sales por esa puerta hoy.
- No tienes el derecho de quitarme el perm...
Me golpeó, muy fuerte, tanto que se me hinchó la mejilla en el mismo momento y mis lágrimas no tardaron en brotar.
- No. Me. Respondas. Chiquilla de mierda.
- Ya le pedí permiso a mamá - le dije tranquila, lo más posible - déjame ir, porfavor.
- ¡Que te cayes!
No pude reprimir el grito pues me tomo por sorpresa y en ese momento supe que no iba a ir a ningún lado.
- Al menos déjame decirle que se vaya.
- Pero ¡Ya!
Salí corriendo lo que quedó del camino a la puerta y abrí, solo habían pasado un par de minutos desde que tocó el timbre.
- Hola, disculpa que tardé, estoy en algo y tengo que cancelarte la salida.
El me veía sorprendido,claro. Estaba con las mejillas rojas, un labio roto y lágrimas en todo mi rostro.
- Está bien, espero que sigas mejor, hablamos luego.
Poco sabía yo que a los encerrarme en mi cuarto, cuando mi hermano me dejó en paz, el subiría por mi ventana y se acurrucaría toda la noche conmigo escuchando mi llanto.
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Cansada de Tanto Cuento
RomantikÉl, con 33 años, todo un caballero en su máxima expresión. Un hombre maduro, con excelentes cualidades y una vida tranquila. Físicamente, guapísimo, el amante que todas las mujeres desearían, amoroso, detallista con una pasión extraordinaria. Ella...