La sensación de ahogo trepaba en mi interior, quemando, era consciente de mi cuerpo tenso y en alerta, como había estado desde que llegué a Ketrán.
La situación me sobrepasaba y podía sentir la voz de mi padre taladrando en mi cabeza mientras caminaba, escalón a escalón, pesando como el descenso al abismo.
──Lo mejor sería hacer un patrullaje y...
──No ──interrumpí a Arsel──, quiero soldados resistiendo al pie de las escaleras del palacio, que ningún noble salga y pongan una guardia en la habitación de Fennella Tarrigan, que nadie entre.
Era una inconsciente, si alguien llegaba a entrar y descubría que ella no estaba, si notaban que se había escapado detrás de ese soldado, le daría al vark la razón que quería para destruirla.
──Killian, escuchaste a Beltrán...
──Me cago en Beltrán.
──Entonces escúchame a mí ──gruñó con rabia──, no nos podemos atrincherar y dejar que esa gente se descontrole.
──Son plebeyos, desarmados ──remarqué──, no quiero ningún soldado fuera. Rodeen el palacio, cuiden las entradas y nada más. No voy a ser yo él que empiece una masacre.
Arsel no me respondió, entendí que se había ido dominado por el cólera.
La voz de otro soldado me alcanzó.
──Barón, los Ketrán quieren saber qué se hará.
──Que permanezcan en el salón y esperen a que todo pase. Nada más.
──Entendido, comandante.
En momentos así deseaba ver más que nunca, ¿cuántos eran?, ¿qué tan grande era la multitud?, ¿qué tantos los destrozos?
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La melodía que calma a las bestias ©
FantasyKalena es vendida al oscuro líder del ejército, en medio de una guerra que podría acabar con todo. *** Kalena es una fórea, es decir, su vida fue entregada al dios Fóres. Ella pertenece a una antigua casta de brujos conocidos popularmente como Los O...