51. El Levantamiento de los Caídos.

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La sensación de ahogo trepaba en mi interior, quemando, era consciente de mi cuerpo tenso y en alerta, como había estado desde que llegué a Ketrán

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La sensación de ahogo trepaba en mi interior, quemando, era consciente de mi cuerpo tenso y en alerta, como había estado desde que llegué a Ketrán.

La situación me sobrepasaba y podía sentir la voz de mi padre taladrando en mi cabeza mientras caminaba, escalón a escalón, pesando como el descenso al abismo.

──Lo mejor sería hacer un patrullaje y...

──No ──interrumpí a Arsel──, quiero soldados resistiendo al pie de las escaleras del palacio, que ningún noble salga y pongan una guardia en la habitación de Fennella Tarrigan, que nadie entre.

Era una inconsciente, si alguien llegaba a entrar y descubría que ella no estaba, si notaban que se había escapado detrás de ese soldado, le daría al vark la razón que quería para destruirla.

──Killian, escuchaste a Beltrán...

──Me cago en Beltrán.

──Entonces escúchame a mí ──gruñó con rabia──, no nos podemos atrincherar y dejar que esa gente se descontrole.

──Son plebeyos, desarmados ──remarqué──, no quiero ningún soldado fuera. Rodeen el palacio, cuiden las entradas y nada más. No voy a ser yo él que empiece una masacre.

Arsel no me respondió, entendí que se había ido dominado por el cólera.

La voz de otro soldado me alcanzó.

──Barón, los Ketrán quieren saber qué se hará.

──Que permanezcan en el salón y esperen a que todo pase. Nada más.

──Entendido, comandante.

En momentos así deseaba ver más que nunca, ¿cuántos eran?, ¿qué tan grande era la multitud?, ¿qué tantos los destrozos?

La melodía que calma a las bestias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora