La Promesa.

201 13 3
                                    


-Diego, ¿qué haces aquí? –Me acerqué a la banca en la cual él estaba sentado y tome asiento a su lado.

-Mateo...

-Diego, ¿qué tienes? ¿Por qué estás llorando?

-Nada... no tengo nada. Sólo... quiero estar sólo.

-¿Cómo sólo, Diego? Son más de las once de la noche. No creas que me voy a ir así como si nada. No pienso dejarte sólo. –Volteo a verme mostrando una expresión entre confusión y asombro.

-¿Te estás preocupando por mí, Mateo?

-¿Por qué te asombra, Diego? –Lleve una de mis manos a su mejilla derecha para limpiar sus lágrimas.

-Es que... bueno... en la escuela no eres muy bueno que digamos conmigo.

-Lo sé y, lo siento mucho Diego. No es mi intención comportarme así, es sólo que... bueno, eso no importa ahorita. Lo verdaderamente importare en estos momentos eres tú, Diego. ¿Por qué estabas con ese chavo que te aventó?

-¿Me estas espiando, Mateo?

-No... bueno... es sólo que salí a hacer ejercicio y pasaba por aquí corriendo cuando te vi con ese chavo, me detuve y note cómo te aventó. Puedo saber porqué lo hizo.

-Eso ya no tiene importancia...

-Entonces, ¿por qué estabas con ese chavo?

-Me quede de ver con él para... ¿en verdad quieres saber, Mateo?

-Diego, tal vez no he sido muy bueno contigo pero, eres un chavo excelente y muy bueno. Tienes un buen corazón que no debes entregarle a cualquiera. Tú, vales mucho, Diego.

-¿En verdad lo crees, Maty?

-Sí, y no sólo lo creo, sino que lo afirmo.

-Gracias, Mateo. Muchas gracias. –Ambos nos dimos un abrazo. Sabía que Diego estaba sufriendo demasiado. Y, él no merece eso, ya que como se lo acabo de decir, él es un chavo muy bueno y guapo. ¿Guapo? Sí, guapo y hermoso.

-Diego, debes aprender a valorarte mucho más.

-Eso no es nada fácil de hacer, Mateo.

-Es verdad, pero tampoco es imposible. –No separamos del abrazo. Note que tenía entre sus manos una foto de Temo y él-. Te diré algo, para comenzar a valorarse uno mismo primero debe de aceptarse tal y como es. Aprender a cerrar ciclo y a abrir nuevos.

-Temo es mi mejor amigo y quise recuperar algo que él ya me había dejado en claro que no era posible. –Sus ojos se volvieron a cristalizar y lágrimas salieron de sus ojos.

-Querías a Temo más que un amigo, ¿verdad?

-Sí, así es. Pero ahora sé que eso nunca sucederá. Él está con Aristóteles, y ambos se aman. Y, yo, bueno... estoy sólo. Ningún chavo me quiere, soy feo y con problemas de autoestima.

-Diego, espera... tú no eres feo, eres un chavo guapo y bello. –Acaricie su rostro con una de mis manos-.

-¿Enserio?

-Por supuesto, así que no vuelvas a decir eso de ti, ¿entendido?

-Pero... si ni mi padre me quiere. Él sólo finge aceptarme y apoyarme, pero todo es una gran mentira. Desde que le dije que era gay, él sólo me desprecio. No sabes las cosas horribles que me dice cada vez que tiene la oportunidad de herirme.

-No le des esa oportunidad, Diego. Las personas sólo nos lastimarán con sus palabras si nosotros se los permitimos. No le permitas que te lastime. Tienes a una madre que te apoya, y unos amigos que están contigo siempre.

-Mi madre es lo máximo, siempre me ha apoyado en todo y sé que me ama sinceramente. Pero, mis amigos... a veces siento, que soy una molestia para ellos. Creo que estarían mejor sin mí.

-No, Diego. Tú, eres tan importante como cada uno de ellos, incluso más que yo.

-Tú eres un chavo guapo, musculoso, inteligente... lo tienes todo, por qué estás aquí conmigo.

-Porque eres importante para mí, Diego.

-¿Importante? ¿Para ti?

-Sí, eres muy importante para mí.

-Sabes, eres el único chavo que en mucho tiempo me ha dicho que soy importante para él. Ni siquiera mi padre me dice eso.

-Diego, ya no te atormentes con lo que pueda decir y pensar tu padre de ti, que eso no te afecte y te determine. Tú eres más de lo que puedan decir lo otros. –Nos volvimos a abrazar. No soportaba ver a Diego llorando y sufriendo-. Te prometo algo...

-¿Qué cosa, Mateo? –Nos separamos para poder hablar.

-Prometo estar para ti en cualquier momento. Cada vez que no lo necesites, puedes hablarme y yo estaré ahí para ti, ¿de acuerdo?

-¿Por qué haces esto, Mateo?

-Porque me importas Diego. No quiero verte sufrir y si puedo hacer algo por ti, lo haré. Entonces, qué dices. ¿Estás de acuerdo?

-¿Serás como mi Súper Héroe?

-Sí, así lo quieres ver, sí. Seré tú Súper Héroe, lo prometo.

-Mateo, ¿estás bien? –Sus palabras me regresaron a la realidad.

-¡Temo! –Me levante del sofá y lo abracé. –Le falle Temo, le falle a Diego. No cumplí mi promesa y ahora él...

-Mateo, tranquilo. Nada de esto es tu culpa. –Nos separamos del abrazo para sentarnos en el sofá. Aristóteles iba llegando con unos bazos de café que había ido a comprar para Temo, para él y para mí. "Toma" fue lo que dijo a la hora de entregarme en café y sentarse a lado de Temo.

-Gracias, Aristóteles.

-Mateo... ¿qué promesa no cumpliste?

-Le prometí a Diego estar a su lado siempre, cada vez que lo necesitara y no lo cumplí. Ahora por mi culpa él está...

-Mateo, no... eso no es cierto. Esto no es tu culpa. Diego tomo una mala decisión, es cierto, pero no fue tu culpa. Las circunstancias lo impulsaron a esto.

-Pero, si yo hubiera estado con él, nada de esto hubiera pasado.

-No podemos cambiar el pasado, Mateo.

-Aristóteles, eres muy lindo pero ya te habían dicho que no eres muy bueno para dar palabras de aliento en momentos difíciles.

-Lo siento... es sólo que...

-No, déjalo Temo. Aristóteles tiene razón, no puedo cambiar lo que paso, pero tampoco sé si pueda cambiar el futuro de Diego. Me fui por varios meses en los que él más me necesitaba y ahora...

.Mateo, ya no te agobies por el pasado ni por el futuro. Es momento de centrarnos en el presente y esperar ver qué pasa con Diego. Poco a poco, iremos encontrando soluciones.

-Gracias, Temo. –Nos volvimos a abrazar. Pero él tenía razón, es momento de centrarme en el presente. Espero a ver qué pasaba con Diego. Lo único que no me podía quitar de la cabeza era la culpa que sentía por haberlo dejado sólo durante un tiempo, pero no fue porque quise sino que fui obligado a tomar esa decisión. Todo por la maldita religión y por las amenazas que recibí. 

Óyeme...PlanganomanganoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora