Comienzo: Primera Cita

123 10 5
                                    

-Sabes, creí que tardaría más tiempo en volver a verte pero veo que no fue así... qué quieres Symanski.

-Buenas tardes señor, he venido para hacerle una pregunta. –Ambos nos encontrábamos sentados en la sala de su casa.

-¿Cuál?

-¿Por qué lo hizo? ¿Tanto es su odio, desprecio, desagrado, homofobia hacia su hijo?

-Ten mucho cuidado con lo que dices Symanski... nada de lo que sale de tu boca tiene coherencia y soporte. ¿Por qué me dices esto?

-Señor, por favor, siempre ha despreciado a su hijo por ser homosexual. Nunca lo acepto de verdad, cada vez que podía y tenía la oportunidad de humillador o hacerlo sentir mal con sus palabras lo hacía. ¿Lo va negar?

-Es cierto Mateo, fui un padre hipócrita para con mi hijo; jamás lo entendí, lo acepte o le llegue a mostrar el cariño que un padre debe tener y externarle a su hijo. Soy un ser repulsivo...

-Señor Ubaldo, aún no me contesto mi pregunta del principio, ¿Por qué le hizo tanto daño a Diego? ¡No le basto con lo que pasó hace años! ¡Diego casi muere! Ahora, nuevamente su vida está en peligro y todo...

-No puedes culparme por lo que paso con Diego... es verdad que hace años tuve la culpa de que mi hijo casi muriera y si no hubiera sido por ti, Diego ya no estaría con nosotros. Sin embargo, esta vez, aunque no lo creas Symanski, soy inocente. El accidente que tuvo Diego no fue culpa mía... él tomo unas pastillas que hicieron...

-Señor, deténganse... está en un gran error.

-A qué te refieres, Mateo.

-El accidente que tuvo Diego, no fue por las supuestas pastillas que tomo. Es más, los estudios que le hicieron revelaron que Diego no ingirió ningún tipo de medicamento. El accidente fue provocado, su coche a parte del golpe que tiene por el impacto contra el muro, también tiene otro golpe en la parte de atrás causado por un carro.

-Me estás diciendo que alguien quiso matar a mi hijo...

-Sí, señor. Diego ahorita está luchando entre vivir o morir una vez más, no cree que su hijo ya sufrió demasiado. Sólo diga la verdad señor, por favor. –Mis ojos empezaron a cristalizarse, no podía más con este dolor.

-Mateo... qué tiene Diego, por qué dices que está entre la vida y la muerte.

-Diego sufrió un fuerte golpe en el accidente que le ocasionó un traumatismo craneoencefálico.

-Está en coma...

-Sí, así es... los doctores no saben cuándo pueda despertar. La presión de su cráneo ya disminuyó, sólo están esperando a que despierte y que...

-¡Qué, Mateo! ¡Dímelo!

-Los médicos esperan que no haya lesiones secundarias, como la pérdida de memoria, de algún sentido o movimiento de alguna parte de su cuerpo, entre otras más.

-Mateo, en verdad –sus ojos estaban igualmente cristalinos como los míos; por primera vez, desde que conozco a mi suegro, lo veo llorar- yo no tuve nada que ver con el accidente de Diego. Desde que ustedes dos se fueron del país por lo que paso hace tiempo, nunca los busque. Ni siquiera busqué a Soledad.

-No le creo...

-¿Por qué lo dices?

-El tiempo que estuvimos en Los Ángeles, los últimos días pude percatarme de que nos estaban siguiendo y vigilando, incluso cuando llegamos a la ciudad no dejaban de vigilarnos. No le dije nada a su hijo o a su esposa, para no alterarlos pero veo que cometí un error, ya que...

Óyeme...PlanganomanganoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora