¿Ya no me amas?

71 6 20
                                    

                                                                                       Diego

-¿Puedo pasar?

-Claro... adelante –entre al baño cerrando la puerta detrás de mí. El día de ayer había sido muy duro para todos nosotros. Sobre todo para Daniel y Mateo. Una vez que terminó de declarar y salió todos fuimos a abrazarlo y nos mantuvimos unos minutos así; necesitábamos recordar que somos una familia que se apoya. Todos decidieron pasar la noche en el hospital; mis sobrinos consentidos hicieron videollamada con Temo y pude saludarlos. Los extraño demasiado, ya quiero salir del hospital para estar con ellos. Hoy en la mañana Aristóteles y Temo se fueron a su casa para bañarse e irse a la universidad; Alejandra y Daniel salieron un rato a distraerse. Mientras que mi lindo novio y yo, nos quedamos un rato más acostados en la cama. Las horas pasaron y no queríamos levantarnos pero hoy era mi turno de hablar. Así que nos metimos a bañar. Él me ayudó de nuevo a bañarme y una vez que terminé fue su turno. Le habíamos pedido a mi mamá si podía traernos un poco de ropa y así lo hizo.

-Te traje tu ropa y la toalla que mi mamá hizo favor de traer –dije colocando las cosas sobre el lavabo.

-Gracias, amor. En un momento salgo.

-¿Quieres que me quede? –Pregunte sonriendo.

-Diego... Yo no estoy malo ni necesito ayuda para secarme y vestirme.

-Claro que sí, planganomangano. Tú me consentiste el día de ayer, hoy quiero hacerlo yo.

-Si te digo que no aun así lo harás, ¿cierto?

-Me conoces muy bien, Mateo Symanski –respondí riendo-. Mejor termina de una vez y sal para que te seque y te ayude a vestir. Mi mamá te trajo un lindo crop-top.

-¿Un crop-top?

-Sí... es de rayas blancas y negras. Se te verá increíble.

-Yo no soy Temo, Diego.

-Lo sé... pero eso no impide que lo uses. Además, ya lo usaste una vez no te hagas.

-Sí, en la playa. No en un hospital.

-Ya deja de enojarte y sal, Mateo Symanski o te juro que soy capaz de entrar a esa ducha sin hacerme responsable de lo que pueda pasar.

-No... no aquí, Diego. Estamos en un hospital.

-Bueno, entonces sal de una vez. –Después de decir aquellas palabras oí cómo mi novio cerraba la llave de la ducha y abría un poco la cortina para dejar ver su precioso rostro con una sonrisa.

-¿Me das la toalla por favor?

-No prefieres salir y que te seque yo mismo, amor. –Sonreí.

-De acuerdo pero esto es chantaje.

-¿Seguro?

-Muy seguro, Diego Ortega y me las vas a pagar.

-Eso espero –Mateo salió de la ducha dejándome ver su cuerpo bien trabajado. Al verlo, no pude resistirme a decir un ¡Wow! Y morder mi labio. En verdad que mi novio era muy guapo.

-Ey... deja de verme así y dame la toalla para secarme.

-Sí... lo siento es que... ha pasado tanto tiempo desde la última vez que pude apreciarte sin ropa que ahora que lo vuelvo a hacer sigo impresionado.

-Diego –sonrió acercándose poco a poco hacía mí y dejando muy poco espacio entre nosotros. Podíamos sentir la respiración del otro; mi mirada recorría cada parte de cuerpo, desde su rostro hasta su entrepierna. ¿Quieres sentirme?

Óyeme...PlanganomanganoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora