Capítulo 1

605 45 0
                                    

El tiempo transcurrió sin consuelo, cruel y sin si quiera detenerse para echar una mirada a su alrededor. Simplemente pasaba, rápido, como si nada importara.

Pero el tiempo aunque va dejando su huella, no podía no dar paso a un hombre cuyas lágrimas de tristeza, hacían pensar que sus heridas nunca habían sanado. Él no podía olvidar. No había logrado hasta entonces vivir sin el espectro de su familia, que aunque ya no estaban vivos, seguían junto a él, en su mente y en su corazón.

Su semblante serio no lo abandonaba nunca. Y la característica gama gris que lo vestía, demostraba simplemente su incapacidad de volver a ser feliz. El tiempo había convertido a un niño, en ya un hombre de veinticuatro años. Ahora su cabello había crecido y lo coloreaba un bonito color castaño, liso hasta un poquito más abajo del borde de su cuello, mientras que un flequillo le cubría un poco los ojos chocolates, intentando de esta forma ocultar la belleza que estos emanaban.

Él respondió elevando un poco la mano, al llamado del Sr. Park, su joven profesor que impartía clases de Percepción Dramática, pero que prefería que lo llamaran por su nombre artístico: Leeteuk.

Estaba sentado en una esquina del salón, afirmando su antebrazo en la mesa del banco y su cabeza, en la mano. Miraba por la ventana con la mirada perdida, reflejando la luz que entraba y haciendo brillar sus ojos como si en ellos hubiesen millones de estrellas.

Así era Lee Donghae... el Lee Donghae de veinticuatro años que se sentía aún como un niño, encerrado en una burbuja que no era capaz de romper por sí mismo, aislándose del resto de las personas. Sentía amargura por el mundo y siempre se cuestionaba, pues cada día al despertar se preguntaba cuál era su razón de existir, cuál era su motivación... qué era eso que lo impulsaba simplemente a poner un pie bajo su cama, a mover los músculos de su cuerpo, a respirar... y no encontraba respuesta.

Había comenzado a estudiar teatro hace ya cuatro años en la universidad. Ahora cursaba su último año de carrera. El teatro había sido su sueño desde hace muchos años, desde que era solo un niño, sin embargo había intentado abandonar ese sueño al sufrir la pérdida de su familia y al encontrarse totalmente desolado. Pero cuando quiso entrar a la universidad, fue lo único en que pudo pensar. Y así lo hizo. Quizás era la única cosa que podía hacer latir su corazón, y cada día, cuando se introducía en un personaje nuevo, sentía cada vez más pasión por ese arte que no dejaba de sorprenderlo y que lo hacía descubrir que en su interior había muchas cosas para dar. Solo en esta forma de expresión él podía abrir su corazón y ser solo él... Donghae...

Su mirada era fría. Cada vez que alguien le hablaba, él simplemente lo apartaba sin que hiciera falta palabra alguna, pues bastaba una mirada para alejar a quien fuera que le hablara. Y al final, las personas ya no se acercaban a él. Simplemente hablaba cuando fuese necesario y decía también las palabras precisas para expresar una opinión. Y aún cuando su corazón dolía por la soledad, sentía que no podía acercarse a la gente, sentía que nadie lo entendería y esos ojos de hielo, en el fondo solo eran una máscara, para evitar que su carencia de habilidades sociales fuese centro de burlas y comentarios mal hablados. Estaba solo. Pero, después de todo, solo había logrado sobrevivir y solo había vivido sus días después del accidente.

Así era él...

Sin embargo, eso no quería decir que le gustara como era.

Su rostro era delicado y bello... demasiado como para apagarse con esa profunda tristeza y soledad. Es por eso, que siempre llamaba sin querer, la atención de muchos. Y mientras él observaba por la ventana aquella tarde, no se percataba de que había estado llamando particularmente la atención de un muchacho al otro extremo del salón, quien como la mayoría, no se atrevía a acercarse a él. Él solo lo admiraba desde la distancia.

I'm Walkin' To The DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora