Capítulo 14

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Ambos bajaron de la motocicleta algo reacios a soltarse, pero sin más remedio que hacerlo. Acomodaron su paso para andar juntos, pero ninguno de los dos pronunció palabra alguna. Esperaron sumidos en el mismo silencio incómodo, el ascensor que los llevaría hasta el piso de Hyukjae, al mismo tiempo que se lanzaban secretas miradas por el rabillo del ojo. Una vez que el ascensor llegó, se subieron en él. El sonido de sus respiraciones sonaba demasiado fuerte en ese estrecho metro cuadrado.

Hyukjae volteó a ver durante una milésima de segundo a Donghae y tragó saliva. El pelinegro estaba con sus manos entrelazadas, mirando hacia el piso y con las mejillas algo sonrojadas. Le parecía más hermoso que nunca. Todo en él le parecía hermoso, perfecto y tremendamente sensual. Hasta su sonrisa, su mirada, un simple gesto, para él eran una provocación. No podía creer que Donghae estaba allí otra vez. ¿Sería un sueño? Había imaginado en su mente ese momento tantas veces... y ahora no sabía qué decir o qué hacer.

Pero lo que sí sabía, es que quería llevarlo con él a su departamento y asumir las consecuencias de lo que sea que pasara allí.

Llegaron a la puerta. Hyukjae abrió con lo que pareció una lentitud exagerada. Dejó que entrara Donghae y él cerró la puerta tras de sí. Bueno, ya estaba, tenía a Donghae allí, solo para él. Y se comenzó a poner aún más nervioso. De pronto escuchó de Donghae una exclamación de grato asombro. Y él se asombró también gratamente de que Donghae se haya soltado un poquito al mundo, dejando aflorar sus emociones. Lo único que no le agradaba, era que él no estuvo junto a Donghae para ver ese notorio cambio.

_ Hyukjae, tienes un departamento realmente precioso – murmuró Donghae con una sonrisa y los ojos brillantes.

Las paredes eran blancas y las cortinas del ventanal le hacían contraste con su azul marino. Tres sofás de imitación cuero de distintos tipos, tamaños y distintos tonos de azul, se agrupaban en torno a una mesita de centro. Había una alfombra de imitación piel, suave y de color gris. Una mesa, una tele. Todo estaba limpio y ordenado y la combinación de muebles se veía bien y con estilo. Nada era demasiado lujoso y el departamento no era demasiado grande, pero era tan como... Hyukjae.

_ Gracias – sonrió el pelirrojo – siéntete como en tu casa, por favor. ¿Quieres tomar algo? – preguntó.

_ Claro. – murmuró y luego vio cómo Hyukjae se introducía en la cocina de estilo americano en busca de algo para beber.

Donghae siguió con la vista los movimientos de Hyukjae en la cocina. Vio la forma en que su camisa se tensaba sobre su torso y sus brazos, cuando se estiró para alcanzar las copas... y se sintió demasiado nervioso en ese momento. Sentía que en cualquier instante sus sentimientos y deseos se le desbordarían por cada poro de su piel y correría a refugiarse en los brazos del hermoso chico que caminaba ahora hacia él con dos copas en una mano y una botella de vino en la otra.

El pelirrojo se sentía temblar como un adolescente. Intentó controlarse y dejó las copas y la botella sobre la mesita, sentándose en el mismo sillón que Donghae y sirvió el vino.

Hyukjae le tendió una copa a Donghae, intentando ignorar con todas sus fuerzas el cosquilleo que le produjo en el cuerpo, el roce de sus dedos. Iba a tomar su copa, cuando su teléfono comenzó a sonar otra vez. Pidió una disculpa a Donghae y se levantó del sillón para pasearse un poco mientras hablaba. Donghae prestó atención.

_ Sulli, ¿qué pasa? – preguntó Hyukjae algo hastiado – ... ya te dije que sí, que lo haría... pero... sí, sé que quedamos de vernos ahora, pero ¿podríamos resolverlo mañana? Es que estoy ocupado... además ya es tarde... pero dije que estoy ocupado... no, no es eso... Sulli, hablemos mañana, ¿sí? – Quitó el teléfono de su oreja y cortó la llamada – eish...

I'm Walkin' To The DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora