Capitulo 35 ✔

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Rusia

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Rusia

Katherine

Había despertado en la cama después de romperme en el hospital. Quería quitarme el olor a sangre que tenía encima y no dudé en entrar a la ducha donde estaba segura que un par de cientos de lágrimas volverían a salir, solo que mi rostro no se inmutaba mientras miraba fijamente a la pared.

No se cuanto estuve ahí hasta que sentí sus ojos sobre mi espalda y no tuve que darme la vuelta para saber quien era.

— El médico dijo que la tuvieron que inducir a un coma, su estado es crítico... — le informé a Joshua. Tomé un pequeño respiro. — Estoy enamorada de un monstruo... —me reí de mi epifanía— pero él lo está de algo peor. Hay algo oscuro retorciéndose dentro de mí, es como ira y dolor mezclado, algo que está loco por salir y cuando lo haga....—lo miré. Su cuerpo estaba en la puerta de cristal de la ducha. Alargué la mano y sonreí mientras le acariciaba la mejilla. — será mejor que estés muy lejos de mí.

Sus ojos estaban casi febriles mientras negaba.

—No, yo nunca te abandonaré.

Me encogí de hombros sin emoción en la voz.

— Cada uno elije el veneno con el que quiere morir.

Me pasó la toalla y salí hacia mi closet para ponerme ropa.

— Vine a avisarte de que tienen al sujeto en el sótano.

Asentí y no demoré en bajar.

— ¿Hola...sabes quién soy? — le pregunté al quitarle la mordaza.

Su cuerpo tenía sangre por todos lados de los golpes y las muñecas las tiene quemadas de la soga que lo retiene en la silla.

— La mujer del Diablo Italiano...—mi ceño se frunció.

— ¿Quién te mandó?

—¿No es obvio? Él mismo lo hizo.

—¿Él quien?

—¿Serás estúpida? Pues el Diablo Italiano...—miró hacia todos los lados nervioso. Algo no estaba bien, no encajaba.

—Supongo que no dirás nada más ¿no?—levantó su barbilla.—bien...— silbé alto y de pronto se escucharon las pisadas rápidas y el jadeo de la emoción. El americano palidece cuando ve a los tres lobos.—Son hermosos ¿no es cierto? pero son más hermosos cuando cazan, lo hacen en perfecta sincronía, como si fuera arte. — los lobos lo rodearon oliendo quien eras la presa. Gruñieron en su dirección, el olor a sangre los enloquecía.

Desaté a la presa.

—¿Me dejaras irme? — preguntó escéptico.

— Eres libre, ya me has dicho lo que quería y no soy tan sádica como El Diablo Italiano...— se fue caminando hacia la puerta y después de cruzarla prendió a correr.

Marcada Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora