Capitulo 7 ✔

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New Orleans, Luisiana

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New Orleans, Luisiana.

Katherine

Al día siguiente me encontraba en la empresa para hacer los pedidos a la Empresa Inmobiliaria Dwight de New York. El señor quería lo más lujoso y no aceptaba nada menos. No había una mujer que no babeara por donde pasara con su traje italiano y su expresión de "me como el mundo". En la mañana me había interceptado en la entrada y bajo la mirada atenta de las mujeres, me acompañó al elevador. No sabía cómo decirle que esos trastes me daban un poco de pánicos y prefería las escaleras. Pero sentía muchas miradas en mí y no quería hacerle el feo delante de todos. También tenía la sensación de que si decía que iba por las escaleras me acompañaría y eso sería peor. Si algo me enseñó la escuela es que no debes llamar la atención, ni dar de que hablar.

— Buenas tarde, Señor Mazzini. —Nos interceptó Mónica, la recepcionista que nos atendió a Marie y a mí el día que me contrataron. Me miró por un breve momento y me sentí un poco mal vestida.

Todas llevaban ropas ajustadas que resaltaban sus cuerpos y yo había dejado mi falda negra en la casa por un jean y un suéter blanco con Avada Kedavra Bitch en la parte delantera. Había que poner en perspectiva al señor que tenía a mi lado. Le demostraría que no soy para nada interesante y que no tenía de refinada ni las pestañas.

— Dile a Balcroit. ―Asocié ese apellido con el de Anna su secretaria. ― Que la Señorita Petrov dispondrá de mi oficina. En mi escritorio quiero los contratos de esta semana y la lista del itinerario de hoy. —dijo el señor del mal sin parar a saludar.

La mujer me dio una mirada de disgusto y fue a hacer su tarea. Caminando hacia el elevador me giré para ver que ella seguía fulminándome con la vista y le guiñé un ojo

Adam me miró de reojo con el ceño fruncido y yo me encogí de hombros.

― ¿No tienes un elevador propio? ― murmuré.

―De vez en cuando es bueno que mis empleados me vean más como una persona que como un Dios. Que mejor manera que utilizar sus cosas.

―Te lo acabas de inventar. ―negué con la cabeza.

―Tienes que admitir que soy bueno improvisando. ―Mordí una sonrisa y entré al elevador. El cajón era de tres metros de largo y dos de ancho. Este no tenía cristales que daban la sensación de espacio. Otra cosa a añadir, tenía un sonido extraño. Se suponía que no hicieran ruido. Comencé a ponerme nerviosa.

— ¿Estas bien? —preguntó Adam preocupado.

Asentí, pero el elevador se detuvo de momento haciendo que me tambaleara. Un sudor frío me recorrió la espalda acompañado de un ligero temblor en las manos.

— ¡Ay Dios! —susurré cerrando los ojos.

Adam presionó el intercomunicador.

— ¿Qué mierda ha pasado? ― dijo con voz estridente.

Marcada Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora