Capítulo 21✔

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New Orleans, Luisiana

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New Orleans, Luisiana.

Katherine

Desperté con una punzada en el hombro. Todo estaba oscuro y olía a desinfectante mezclado con el perfume de Adam. Moví mi cabeza para verlo completamente vestido tirado a mi lado en la cama con su mano sobre mi estómago. Cerré los ojos aturdida por la amalgama de emociones recorriendo mi cuerpo y el sentimiento de que la vida, había dado un giro brusco hacia una dirección desconocida y atemorizante.

Ahora comprendía su paranoia. Él lo sabía. Saqué su mano despacio para no despertarlo.

Me escabullí de la cama con una mueca por el dolor punzante en el hombro. Me recordaba lo cerca que estuve de morir. Un escalofrío involuntario me recorrió la espalda. Mientras hablaba con Evans, su cuerpo colisionó con el mío. No sin antes sentir un impacto en el hombro que me dejó inconsciente. La peor parte se la llevó él, con una bala en el estómago. Por suerte no tocó ningún órgano vital y ahora era atendido por una Susan, la secretaria de Fabrizzio que estaba tomando clases de enfermería.

Cuando el medico vino a chequearme la herida anoche, trajo consigo el resultado de los análisis de sangre. Mostraron que me alimentaba poco y que un inquilino me estaba demandando, por falta de nutrientes.

En frente del espejo del baño, acaricié mi estomago plano. No estaba eufórica con la noticia. A penas me adaptaba al ritmo de vida de Adam y todo se haría un caos añadiendo un bebé a la mezcla. Por otra parte, estaban mis estudios. A penas en unas semanas comenzaría mi segundo año de la carrera.

Pero si me dejaba llevar y cerraba los ojos, podía ver a nuestro bebé retorciéndose en las manos de su padre tratando de llegar a las mías. Tragué duro. Cada día que pasaba me acostumbraba más a la idea y eventualmente comencé a amar el retoñito en mi vientre. Adam se puso aún más intenso. Tuve que mandar mi carta de renuncia a la empresa con el dolor de mi alma, la escuela empezaría pronto y mi acosador personal no me dejaba subir ni las escaleras. Que dios le tuviera en la gloria si me decía algo con respecto a la escuela.

— ¿A dónde vas mi amor? —murmuró adormilado.

Anoche se acostó muy tarde reconstruyendo su personal de seguridad y la de su madre. También fue a visitar a Evans que quedó en una silla de ruedas hasta que sanara la herida. Compadecí a la pobre enfermera, no creía que fuera a ser un buen paciente.

—Voy al baño. — besé su frente. — Duerme, de paso bajo a la cocina a comer algo, que tu bebé es un comelón.

Me sonrió con los ojos cerrados.

— Como si la madre no lo fuera. No te tardes mucho, nena.

—Vale.

Bostecé con la vejiga aliviada. Abrí el refrigerador. El pequeño snack consistió en un tarro de mermelada de fresa, varias rodajas de pan cuadrado y un muslo de pollo frito. El batido de platanito no me podía faltar.

Marcada Por Un Mafioso©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora