N O C H E 2 [Parte 1]

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Voy caminando por el pasillo, la luz de la mañana se queda fuera del lugar porque aquí no hay ventanas, tan solo puertas y una ampolleta titilante colgando del cielo. Al llegar a mi cuarto compartido la puerta se abre, Miriam me mira y vuelve a entrar con una sonrisita que me pone nerviosa.

—¿No vas a salir? — pregunto esperanzada porque solo se haya devuelto a buscar algo.

—Iba, pero interrogarte será mejor que cualquier caminata por la playa. Quiero saberlo todo y hoy no pareces ir con prisa— dice con una mirada evaluativa.

Paso por su lado mordiéndome los labios, agarro la toalla y le digo que debo darme una ducha primero porque sigo teniendo arena en partes incómodas de mi cuerpo.

—Mmh, ¿te la pasaste bien? — dice con un tono pícaro.

Me sigue al baño incluso cuando le pido que me deje sola, es confianzuda como ella sola y no se toma un no por respuesta, por lo menos me da la espalda mientras me desvisto. Puedo ver de reojo las manchas amoreteadas en mis caderas, la de sus dedos sobre mis pechos, las acaricio recordando cómo llegaron ahí y una sonrisa boba se forma sin permiso alguno.

—¿Me vas a contar de una vez que ha sucedido?

—No sé— murmuro bajo el agua, me froto los hombros y el cuello —Digo, todo es una locura, yo ni siquiera suelo tener rollos de una noche y aquella vez en el bar me le tire encima sin vergüenza alguna.

Llevo las manos a mi rostro para frotarlo tratando de borrar la vergüenza que me ha embargado de pronto, al reconocer en voz alta mis acciones.

—Pero anoche estuvieron juntos de nuevos, ¿no?

—Es que hicimos un trato, dado que se va en un par de día, me convenció para pasar ese tiempo con él.

Me inclino para tomar el shampoo, mis músculos tiran adoloridos, ante eso no puedo hacer más que sonreír, estoy comenzando a pensar que soy una masoquista por disfrutar del dolor que el sexo con Dante me causa.

—Y dijiste que sí— acierta con un tono que no logro comprender.

—Sip— digo como una niña pequeña — y no me arrepiento para nada. Dante es un amor, es divertido, sabe de temas interesante, me escucha con atención y... me trata con un cariño que yo...

—No puede ser— escucho la voz de Miriam más cerca, al segundo después ha asomado la cabeza por la cortina —, te gusta.

Me giro, ocultando las partes íntimas de mi cuerpo de la mirada escudriñadora que Miriam me da, le pido que se haga para atrás, ella responde de una manera jocosa diciendo algo en su lengua materna que claramente no puedo entender.

Muerdo mi labio inferior, apago el agua sin decir palabra alguna.

—¿Isabella?

Enrollo la toalla alrededor de mi cuerpo, estrujo mi cabello queriendo sacar la mayor cantidad de agua posible, me veo incapaz de darle una respuesta, la idea con la anoche me fui a la cama, ronda por mi cabeza convenciéndome cada vez más de ello.

—Yo... Dante es... No vas a entenderme— murmuro con la boca pequeña.

Cohibida por tener que explicarle lo que se me pasa por la cabeza, sintiéndome tonta por ser tan fácil en cuanto al amor se refiere.

—¿Qué me estás diciendo? — Miriam frunce el ceño sin entender al principio, después las ideas parecen conectar dentro de su cabeza —Te has vuelto loca, no puedes amarlo, ni siquiera se conocen.

—¡Ese es el punto! Sí nos conocemos, sé que suena loco, ¡es una locura! — digo al ver su mirada juiciosa —El trato es ese, tres noches para conocernos, nos pasamos todo el tiempo conversando sobre nosotros y estoy segura de que— las palabras se me atascan en la garganta —. Dante podría ser el amor de mi vida.

TentacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora