Tentaciones

N O C H E 1 [Parte 1]

—Pero miren nada más a quien tenemos aquí— exclamó Miriam apenas puse un pie dentro del cuarto.

Me tomé la cabeza adolorida e hice una mueca.

—Ahora no— le pedí con la voz estrangulada, presentía que este día no iba a ser de lo mejor.

Fui directamente a buscar mi ropa y me metí a la ducha. Lave bien todo mi cuerpo y aun así sentía que olía extraño, como a sexo, a él, estaba impregnado en mi piel y mi jabón no era lo suficientemente oloroso para luchar contra ese aroma intenso, batalle contra su esencia restregándome la piel hasta que esta se puso roja y ardió bajo el agua caliente, pero aun así no funcionó. Maldije a Dante refunfuñando, esto era su culpa. Ya vestida y con los dientes lavados salí del baño queriendo encontrar mi perfume, era incómodo ir por ahí con un olor que no era el mío.

—Te iba a preguntar si es que te la pasaste bien, pero solo hace falta verte caminar y ya lo tengo clarito.

Le levante el dedo medio, Miriam ni se inmuto, soltó una estruendosa carcajada que hizo a mi cabeza palpitar, también necesitaba un paracetamol con urgencia, pero primero el perfume. ¿Dónde lo había dejado?

Hice una mueca al agacharme para buscar en la caja que guardaba debajo de la cama, por una cuestión de espacio más que nada. Mis dedos rozaron la superficie antes de que esta fuera arrebatada de mis manos, chillé y retrocedí asustada al toparme con la cara de Miriam con una sonrisa espeluznante en ella.

—Voy retrasada— digo con un tono poco amistoso, de nuevo, ella obvio mi actitud.

—¿Ahora si concuerdas conmigo de que hay dolores que valen la penas? — digo con una sonrisita arrogante que me molesto y sonrojo al mismo tiempo.

Me mordí el pulgar, una mala manía que tenía, y crucé los brazos sobre el pecho, tratando de esconder ambas de mis emociones. Si comenzaba a ahondar en todas las preguntas que Miriam me estaba haciendo y comenzaba yo a pensar en más cosas entonces mi cabeza iba a estallar, ya estaba teniendo bastantes problemas para controlar el dolor.

—No voy a jugar a esto ahora, solo necesito mi perfume— fue mi única respuesta.

—Ni la ducha te ha podido quitar el olor a sexo, ¿eh? — La respuesta está escrita en mi rostro y me odie por ello, aprete los labios con fuerza, reteniendo mi mal humor — Disfrútalo, porque cogidas así solo encuentras una vez en tu vida, te lo digo yo, que mucho sé de eso.

—Miriam— le advierto, a punto de perder la paciencia.

—No, dilo, reconócelo— exige cruzándose de brazos y posicionándose frente a mí.

Entorno los ojos, el movimiento provoca una punzada de dolor que me hace agarrarme la cabeza, no debería haber bebido de esa manera, ni siquiera sé cómo es que llegue a estar tan ebria, no es mi estilo emborracharme un día de semana.

—Miriam — digo con los dientes apretados.

Por suerte entiende que no estoy de humor para sus juegos psicológicos ni un interrogatorio. Pone el frasquito de perfume en mi mano y me da una mirada que pretende ser de disculpa, pero ya la estoy conociendo y sé que no se arrepiente ni un poco, es más, estoy segura de que cuando vuelva a verla intentara sonsacarme información otra vez. No puedo culparla, yo haría lo mismo si estuviera en su posición, creo que ya podemos considerarnos amigas.

—Hablaremos de esto más tarde— me advierte cuando voy saliendo.

La mirada que me da me hace querer entornar los ojos, pero me contengo recordando el dolor que eso causaría, para manifestarle mi molestia bufo, no hay nada de lo que hablar. Dante... Sí, es bueno en la cama y me atrae más allá de lo físico, pero no es relevante porque nosotros ya tenemos un acuerdo, eso es a lo único que podemos aspirar: conocer al otro en tres días, luego él retomará su trabajo y yo continuaré con mi vida aquí. Y me gusta eso, no quiero preocuparme por una posible relación en este momento, mi cuerpo necesitaba descansar de las mariposas en el estómago y los largos desvelos ocasionados por un romance.