Nos quitamos la arena y vestimos en silencio, cada uno por su lado. Para mí es algo extraño, siempre he sido una mujer de relaciones, eso de cogemos y si te he visto no me acuerdo, es algo más de Elo que mío, por lo que la situación me parece un tanto fría e incómoda, sobre todo cuando soy yo la que tiene que esperar a que Dante reubique todas sus prendas pues yo no me quite el vestido en ningún momento y no me toma más de unos segundos volver a dejarlos como antes, en cuanto a apariencias me veo como si hubieran intentado asaltarme, con algunas costuras descosidas y el escote roto, por suerte no lo suficiente para mostrar algo indebido. Miro mis bragas enterradas en la arena con una mueca de pena, eran mis favoritas y ahora han acabado botadas como el trozo de tela que son, algo desechable, cambiable por lo que esté a la moda. Bah, tampoco me quejo ha sido de lo más excitante ver cómo me las arrancaba sin control, estoy empezando a creer que era yo la culpable de no haber disfrutado plenamente mis relaciones anteriores, no me conocía lo suficiente para poder pedir lo que deseaba: un poco de brutalidad en ese cariño con el que todos mis exnovios solían tratarme.
Es una pena que Dante y yo tengamos tan poco tiempo, realmente me gustaría llegar a descubrir mi limite, hasta donde soy capaz de disfrutar las caricias bruscas y si es que solo es la calentura del momento, si solo es él o es que realmente me gusta el sexo de una forma más rudo.
—¿Qué piensas?
Vuelvo a la realidad, pestañeo como si eso me ayudara a alejar los pensamientos de mi cabeza y luego levanto la mirada para dirigirla hasta Dante a quien le sonrió con calma, y entonces me pregunto: ¿por qué no? ¿Qué mal me haría decir lo que pienso?
—¿Siempre has sabido lo que te gusta en la cama? — fuerzo a las palabras a salir.
El calor explota en mi cara cuando he terminado de hablar, me llevo el pulgar a la boca y aparto los ojos de Dante cuando los suyos me miran con demasiada intensidad.
—Wou, no me estaba esperando eso— murmura abstraído. Se rasca el mentón y me mira, después devuelve la vista al frente. —Más o menos sí, cuando recién comencé mi vida sexual todo era divertido, nuevo, excitante, ya sabes— me miro esperando que le diera la razón, asentí —, fue cuando ingrese a la universidad que me dedique a investigar más sobre cuales eran mis gustos y desde ahí hasta ahora nunca he tenido alguna clase de iluminación en donde diga "Wou, ¿cómo pude vivir sin esto?" así que se podría decir que sí sé lo que me gusta.
—Pero— presiento que esa es la palabra que viene ahora.
Dante me sonríe dándome a entender que he acertado.
—Pero creo que como en todo uno jamás deja de conocerse, es como la típica frase que usan las mamás para incitarte a comer cosas nuevas «Si no lo pruebas no sabrás si te gusta», bueno en el sexo es lo mismo, si no lo intentas no hay forma de saber si funciona para ti. La sexualidad es un tema muy individual, creo yo, obviamente es algo que va de a dos, pero si no sabes lo que quieres, lo que te pone, lo que no quieres, entonces jamás lo disfrutaras.
Asiento pensativa, después me rio entre dientes al darme cuenta de que no ha respondido mi pregunta si no que se ha ido por las ramas, aunque de todas maneras ya me ha quedado claro que él siempre sabido lo que quiere.
—¿Por qué te ríes? — pregunta.
Me pasa un brazo por sobre los hombros para estrecharme contra él y besarme la coronilla, no deja de sorprenderme lo cariñoso que puede ser.
—Porque desvarías demasiado. ¿Los abogados no deberían ser concretos?
—Los abogados no son una raza que se pueda estereotipar. Y deja de entornar los ojos, ¿no es eso peligroso para tu salud? — dice después de verme hacer el gesto.
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Tentaciones
أدب نسائيEn algún lugar de Africa, en un pueblito que no tiene nombre, dos almas se conocen y se proponen disfrutar de su corta estadía allí revelando todo lo que son con la excusa de que jamás se volveran a ver, supongo que ya saben que viene a continuación...