Prólogo

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—No se qué es lo que quieras, pero mi respuesta es «no»

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—No se qué es lo que quieras, pero mi respuesta es «no».

—Eres tan amable como cuando eras un niño, Bakugo.

Katsuki tomo la taza que estaba en la mesa y bebió un buen sorbo de café.

Había dejado su rutina de ir a correr por las mañanas de todos los domingos, sólo para encontrarse con el tarado de Yō.

Y el muy desgraciado llamó a la bruja que tiene como madre y ella lo obligó a ir a su casa. Por lo que no tuvo otra opción que hacerle caso.

No quería que lo castigará otra vez.

«Maldita bruja.»

—Ésto es una mierda —Gruñó malhumorado.

—¿Pero qué lenguaje es ese? —Preguntó Yō con burla—. No deberías decir esas cosas con tan poca edad.

Katsuki golpeó la mesa bastante molesto.

—¡¿Y a ti qué te importa?! ¡Ya tengo quince años, imbécil! ¡Puedo decir lo que se me venga en gana!

No había ido a ese lugar, sólo para que el idiota que tenia en frente, le reprendiera de su forma de hablar. Si no le hacía caso ni a su propia madre —quien era la única que podía lidiar con él en su totalidad—, menos le haría caso a un maldito extra.

Yō rio nervioso.

«Esto no está saliendo bien.»

Sabía que estaba lidiando con una bestia indomable y rebelde, con un carácter que el mismísimo diablo no soportaría.

Pero no tenía otra opción. Era la única manera más efectiva de afrontar el problema.

Y sólo lo hacía por su hermano menor.

—Habla de una maldita vez —Exigió Katsuki, un poco más calmado. Pero aún estaba irritado—. No tengo todo el maldito día. Tengo cosas mucho más importantes que estar escuchando tus mierdas.

—Quiero que me hagas un favor.

—No le hago favores a idiotas. Pideselo a alguien más.

—Sólo puedo contar contigo. Es muy importante.

—No. Me importa una mierda lo que necesites. Al parecer sólo vine a perder el tiempo.

Katsuki terminó de beber su café, se levantó del sofá y empezó a caminar hacia la salida, dispuesto a irse de ese lugar lo más pronto posible.

Yō se levantó rápidamente de la silla, golpeándose la rodilla con la mesa de centro, pero no lo noto en el momento.

Katsuki era el único que podía ayudarlo.

Sabía cómo era la relación de su hermano y Katsuki. Y sabía muy bien que se estaba arriesgando demasiado. Y que en cualquier momento, las cosas podían salirse de control y el asunto podría terminar mucho peor.

Pero era lo único que podía hacer.

—¡Tiene que ver con Izuku!

Eso fue suficiente, para que Katsuki se detuviera y lo mirara con curiosidad.

—Te escucho.

—Te escucho

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Me vuelves loco [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora