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El departamento de Jisung podría haber sido considerado amplio si el salón no hubiese estado repleto de cuadros, lienzos, caballetes y pinturas. También podría haber sido llamado elegante de no haber tenido manchas de todo tipo de pinturas en las paredes.

—Por si no lo notaste antes, mi departamento es también mi estudio —Resaltó fríamente mientras lanzaba las llaves de su auto a un lado, como si no le interesaran, y comenzaba a bajar la cremallera de su hermoso traje, exponiendo segundo por segundo un poco más de piel de su cuerpo.

¿Realmente iba el a desnudarse frente a Chenle?

—Está algo... desordenado —Observó. No quería ser descortés, pero tampoco un mentiroso.

—Lo sé, y realmente no lo lamento.

—Me gusta que no lo hagas—Y era cierto. Jisung era Jisung, y le gustaba siendo Jisung. No quería que lo lamentara.

Y fue en ese preciso momento en el que Jisung dejó caer la tela azul del traje de su cuerpo.

Iqbsjanzjak.

Fue lo único que logró pensar.

Estaba muy asombrado, pues ahora el pintor estaba completamente desnudo frente a él.

De repente hacía mucho calor, y el corazón de Chenle palpitaba tan fuertemente contra su pecho que podría haberse salido de allí.

No sabía si era su armoniosa figura , la forma en que su cuerpo lo llamaba o el simple hecho de que el no pareciese tener pudor alguno, pero en ese momento sentía tantas ganas de dejarse llevar por la lujuria que pensó que algún espíritu sediento de placer se había apoderado de su cuerpo.

Jisung tenía unos abdominales increíbles, una piel que se veía tan delicada como una pluma, y sus largas piernas lo conducían directamente a su mayor deseo...

—¿Tienes hambre o solo quieres ir a dormir?

Chenle no respondió. Había olvidado como pensar con solo mirarlo.

—Bien, como pareces bastante entretenido mirandome, comeremos algo. Tengo hambre.

El pintor seguía desnudo cuando ambos fueron a la cocina.

Chenle permanecía sentado en una de las sillas de la moderna y manchada encimera, admirando fijamente el trasero del artista, el cual se movía junto a el mientras preparaba la cena.

Park Jisung era, sin duda, una obra de arte capaz de robarle el aliento.

Cuando el chico se sentó frente a el con su cuerpo al descubierto no pudo contener el gruñido de frustración que escapó por sus labios, y era tanta la distracción que el otro representaba que no se dio cuenta de que ahora había un plato repleto de deliciosa comida frente a su cuerpo hasta que el pintor empujó su mandíbula delicadamente para que cerrara la boca.

—¿Quieres que me cubra?

Por supuesto que no lo quería, pero decirle esto habría sido indecoroso.

—Supongo que si —Contestó sonrojado luego de unos segundos mientras mantenía la vista en sus ojos, lo cual fue un reto, pues su mirada amenazaba con desviarse—... Es decir, eres hermoso y amaría poder verte toda la noche, pero no quiero quedar como un pervertido.

—No te preocupes, Chenle. Sé muy bien quien es el pervertido entre nosotros.

Chenle suspiró.

—Jisung, por favor... Me estás prestando tu departamento y realmente no quiero aprovecharme de la situación.

El Tatuador De Libélulas |CHENSUNG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora