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Luego de un mes las cosas entre el tatuador sin tatuajes y el pintor sin pudor estaban exactamente iguales.

Jisung llegaba al mediodía para dibujarlo, iban al sucio departamento del pintor a las cinco y, finalmente, él mismo se encargaba de llevar a Chenle hasta su casa.

Se besaban de vez en cuando. A veces eran besos tímidos, fugaces, tiernos. Otros se tornaban intensos, pasionales, lujuriosos.

Aun así, lo suyo no había avanzado más que eso. No tenían un título ni momentos ardientes sobre el sofá. No tenían charlas incómodas con los padres de Chenle ni escapadas secretas de la tienda de tatuajes,

Eran dos chicos que se gustaban, pero que al mismo tiempo temían lo que pudiera suceder después.

—¿Quieres salir a cenar? —Preguntó Jisung mientras se concentraba atentamente en la frase de Harper Lee que aún continuaba en su pared. Había algo en ella que al pintor parecía gustarle demasiado, pero Chenle no entendía qué era eso.

Chenle, quien estaba guardando sus cosas para irse del estudio luego de un largo día de trabajo, se acercó a él para rodearle la cintura con los brazos.

—No lo sé. Todo depende de quién me invite —Jugueteó al mismo tiempo en el que le besó la mejilla. El pintor sonrió como idiota.

Suspiró.

¿Cómo podía alguien como Park Jisung quererlo de esa forma? ¿Cómo podía la perfección en persona estar tan enamorado de él?

—Te invita un tal Park Jisung. Está algo loco, o tal vez mucho, pero realmente le gustas. Además, solo por si te interesa, es increíblemente sexy —Jisung rio burlón ante esta última frase y se giró para mirarlo a los ojos, provocando millones de reacciones indescriptibles en Chenle al sentir posarse dos órbitas cafés en él—. Ya quisiera yo ser él afortunado, Lele.

Chenle rio. Se sentía muy afortunado de tenerlo en su vida.

—Entonces aceptaré. No voy a desaprovechar tan buena oportunidad.

***

Dentro del sucio pero lujoso auto de Jisung, mientras se dirigían hacia el restaurante de sushi donde siempre tenían sus citas, Chenle recibió una llamada de Donghyuck.

—¿Sucede algo? —Preguntó de inmediato. Intuía que algo no estaba bien, pues su hermano adoptivo no era partidario de llamadas. El prefería escribir textos con muchos emojis adorables.

Confirmó sus sospechas cuando escuchó un sollozo tras la línea.

—Sun Hee termino conmigo, Chenle. Me dejó. Estoy solo en el cine, todos me mirar raro y no he traído dinero para irme —Se escuchaba devastado. Su corazón, sin duda, había sido destrozado—. Te necesito, Chenle.

Y escuchar a alguien como Donghyuck en un estado tan deplorable le hizo saber que debía estar allí para él.

—Estaré allí pronto. Palabra de hermano.

Y así finalizó la llamada.

—¿Sucede algo? —Jisung casi parecía preocupado.

—¿Puedes olvidarte del sushi y llevarme al cine?

—¿Veremos una película infantil? —De no haber estado tan preocupado por su hermano, Chenle se habría reído por su expresión llena de inocente felicidad.

—Jisung, no...

—¿Prefieres algo para mayores? ¿Traficantes, explosiones y chicas de grandes pechos suena mejor para ti? —El semblante inocente ahora se había llenado de perversión.

El Tatuador De Libélulas |CHENSUNG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora