Capítulo 13; El espejo de Oesed

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Pov Julie Eaglewhite

"El calor resultaba asfixiante, las llamas lo envolvían todo. Me costaba respirar, el humo me quemaba los pulmones y las lágrimas que salían de mis ojos se evaporaban al instante. Escuché un grito abajo, y conversaciones inentendibles. Una mano me agarró del brazo, mi hermano. Tenía la cara cubierta de hollín, y respiraba con dificultad, al igual que yo. Sus ojos denotaban miedo, yo temblaba. Señalo las escaleras, el crepitar del fuego nos impedía hablar, y teníamos que guardar tanto aliento como podíamos. Corrimos esquivando tablones sueltos y pedazos de techo que caían sobre nuestra habitación. Una ventana estalló a nuestro lado, clavando pequeños pedazos de cristal en nuestra piel. Grité, el terror me invadía, en mis seis años jamás había estado tan asustada. Llegamos a la escalera, pero esta estaba tan consumida por las llamas que era inexistente. Miré a mi hermano, no había más que hacer. Estábamos perdidos. El dolor me consumía por dentro y por fuera, mis padres, ambos estaban abajo, donde un infierno hirviente no dejaba nada a su paso. Una brisa fresca de aire, un alivio para mis pulmones me rozó el rostro. una ventana, a pocos metros. La única escapatoria. Miré nuevamente a mi hermano, no había más que hacer. Y tomados de la mano, saltamos, con la vieja casa estallando en llamas a nuestras espaldas."

Desperté sobresaltada, con un grito de agonía atrapado en mis labios. No dejaba de temblar, mientras pequeñas lágrimas silenciosas se escapaban de mis ojos grises. Respiré hondo, sintiendo el aire fresco inundar mis pulmones. Entonces vi un par de ojos que me observaban con preocupación en la oscuridad. Emma. Estaba despierta, con varita en mano haciendo un suave lumos, que inundaba la habitación con su luz. Tenía un libro de Herbología sobre su cama, parecía que estaba leyendo. Sus ojos me observaban, mientras yo me incorporaba en las sábanas. Valentine y Antony aún dormían. ¡Oh, qué sorpresa!
- ¿Estás bien? - preguntó - No parabas de decir cosas sin sentido.
Aunque le había contado prácticamente todo sobre el incendio, no quise entrar mucho en detalles. No es que no confiara en ella, simplemente me incomodaba hablar sobre eso. Ella sabía lo esencial: Hubo un incendio y desde entonces estoy en un orfanato, fin de la historia.
- Tranquila, no es nada. Una pesadilla. - le dediqué una sonrisa, volviendo a mi personalidad habitual. Era como si tuviera dos lados, el orgulloso, frío y calculador, el que usaba para encerrarme de mis recuerdos y las personas inútiles en el mundo. Y el curioso, sonriendo y bromeando, sin miedo a trabajar duro, ya que era capaz de encontrar lo divertido en cada situación. Feliz.
Miré a Emma, que no parecía muy convencida.
- ¿Qué hacías despierta a estas horas? - miré el reloj, eran las 3 a.m - ¿Acaso espiando a Valentine?
- ¿Qué? ¡No! Yo solo... No importa. Tengo insomnio, no podía dormir. - dijo apresuradamente en susurros, sonrojada. Yo me reí por lo bajo, no quería despertar a los perezosos. Aunque Valentine se hubiera muerto al oír eso de Emma y más con ese tono rojo tiñendo sus pecas, aún era muy temprano.
Fruncí el entrecejo. Eso no era normal. Había demasiada luz para esas horas, y el encantamiento de Emma no era muy fuerte. Una luz blanca, diferente, se filtraba entre las cortinas. Emma me miró, también había notado la extraña luz. Se levantó de su cama y se subió a la mía. Vimos entre las cortinas, el bosque prohibido se extendía hacia el noroeste. Y entre sus ramas se filtraba una extraña luz, bastante cerca al límite. Teníamos que investigar esto.
Aún en pijama, con varita en mano, caminamos sigilosamente por los pasillos. No teníamos un plan, pero la luz no estaba muy adentrada en el bosque, por lo que decidimos seguir nuestro instinto e investigar. Claro que no llegamos a eso. En medio del camino, cuando andábamos por el segundo piso después de escapar por los pelos de la señora Norris, escuchamos una conversación apagada en una de las aulas. La puerta estaba entreabierta, pero no nos atrevimos a acercarnos más. Agudicé el oído, en un intento de reconocer las voces.
- ...una copa de Quidditch... ¡Y mira Harry! Toda la plata que tengo.¿Mostrará el futuro?
Era Ron, quien hablaba emocionado. Compartí una mirada con Emma: ¿Qué hacía a esas horas afuera? Ya más tranquilas, entramos a la habitación. Ron se miraba frente a un espejo, largo y viejo. Harry también estaba ahí, mirando con el entrecejo fruncido ante la imagen que reflejaba. Ambos se sobresaltaron cuando sintieron nuestra presencia.
- Dios mío, nos asustaron de una manera... - dijo Ron cuando se dio cuenta que éramos nosotras. Harry seguía mirando el espejo con una mirada extraña.
- Vengan, miren esto. Harry y yo lo descubrimos camino a la biblioteca. Queríamos buscar sobre Nicolas Flamel en la sección prohibida, ya que no encontramos nada esta semana.
El espejo parecía normal a primera vista. Pero sabía que no existía tal cosa como "normal" en el mundo mágico. Cuando me situé enfrente, la imágen empezó a cambiar. Solté un grito ahogado. Era el bosque, al que tantas veces nos habíamos escapado con Tommy y Valentine. Escapado del orfanato, de los injustos castigos y el arduo trabajo. Y en el medio de la imágen, yo, abrazada de mi hermano, Tommy y dos adultos, un hombre de pelo negro y ojos verdes y una mujer rubia de ojos grises. Mis padres. Más atrás podía ver a Emma y a Antony, sonrientes. Ninguna preocupación.
- Harry y yo vemos cosas diferentes, ¿será que muestra nuestro futuro?
- No - dijimos Harry y yo al unísono. Ron nos miró extrañado, con una leve mueca de decepción. Claro, se el veía ganando la copa de Quidditch, adinerado. Pero si no mostraba el futuro, ¿que podía ser?
Observé a Harry, analizándolo. Parecía tan seguro cuando negó la posibilidad de que sea el futuro... No lo conocía en absoluto, cuando todos parecían conocerlo mejor de lo que él mismo lo hacía. Valentine me había prometido explicaciones, pero entre los exámenes y el misterio del tercer piso no habíamos tenido tiempo.
Él también me miraba, preguntándose seguramente lo mismo que yo. Desvié la mirada lentamente, no porque no aguantaba la suya, sino porque quería centrar nuevamente mi atención en el espejo.
-¿Qué ven ustedes?- preguntó Ron, aún admirándose en el espejo.
- Estoy en un invernadero, con toda mi familia. Ustedes también están ahí. ¡Miren la cantidad de plantas!
- Es extraño... Todos vemos cosas diferentes. Yo con la Copa de Quidditch, Emma a toda su familia junta, Harry a sus padres, Julie a...
La atención de todos se fijó en mi, pero yo estaba atenta en la información que Ron me acababa de dar. Harry veía a sus padres. ¿Acaso veíamos las cosas que nos importaban? No podía ser, Ron no tenía la copa de Quidditch.Y Harry parecía conmovido por la idea de verlos.
-¿Por qué?- pregunté la pregunta que me rondaba en la cabeza. Todos me miraron, sin entender a qué me refería. - ¿Por qué a tus padres? - aclaré - Entiendo lo de Ron con todo el dinero del mundo, y Emma con sus seres queridos rodeada de plantas, pero...
Dejé la pregunta en el aire. El me miró sin entenderlo, hasta que una mueca de enojo se formó en su rostro.
-¿Es una broma? Todo el año las miradas puestas sobre mí, la gente hablando sobre mi a mis espaldas. Nadie jamás se pregunta cómo fue.- Me miró enojado, furioso, pero yo no entendía.
- ¿Es que no tienes tacto?- defendió Ron a su amigo. Los miré sin comprender, estaba confundida. Sabía que había algo de Harry que no conocía, lo supe desde el momento que entró en el vagón y todos lo miraron. ¿Quién era Harry Potter?
- ¡No entienden, no es mi culpa que Valentine me cuente tantas cosas inútiles pero no lo importante!
- ¿Ahora la culpa la tiene Valentine? - preguntó Emma.
-Claro, defiende a Valentine. - dijo Ron molesto.
- ¡Cállense todos! - susurró Harry gritando. - Julie, a que rayos te refieres.
Se notaba que seguía enojado, pero la curiosidad le ganó.
- ¡Sé que eres importante, pero no sé por qué! Valentine nunca me contó tu historia. Recuerda que soy una muggle, sé tanto de ti como lo que sé de este espejo.
- Osea que no sabes... ¿nada? - preguntó Harry dudoso, un poco más tranquilo. Negué con la cabeza. Harry suspiró.
- Lo lamento, no quería gritarte así. Es que es un tema delicado. Me sorprende que no lo sepas. Todo el mundo parece saberlo - dijo con un poco de amargura en la voz - Hace once años, cuando tenía un año, un mago llamado Voldemort inició una guerra contra el mundo mágico. Tenía seguidores llamados mortífagos, que atemorizaban a todo el que se cruzara en su camino. Mis padres combatieron contra él durante años. Una noche, él y sus seguidores entraron a mi casa, y mataron a mis padres. De alguna manera, en ese momento Voldemort desapareció, sin dejar rastro. Yo fui entregado a la casa de mis tíos, unas personas horribles. No me quieren, soy una pura molestia para ellos y su hijo, Dudley. El año pasado me enteré sobre la magia y sobre la verdadera razón de la muerte de mis padres. Es por eso que me puse así. Se supone que soy el elegido y todo eso, pero nadie nunca se cuestiona el precio de serlo.
Después de saber eso, el verdadero motivo, la vergüenza me invadió por dentro. No era una mala persona, pero le agarraban momentos en que la ira, la inseguridad y la presión lo superaban. Suena a mi historia.
- Lo siento. - dije. Sabía que sonaba como una simple frase cliché sobre la muerte, pero en realidad lo decía por haberle hablado como lo había hecho antes.
- No pasa nada
Me sentía incómoda. Él me acababa de contar todo, y yo seguía ocultando mi pasado. Solo Valentine lo sabía, y Emma, a medias. Pero sentí que no era el lugar ni el momento adecuado.
- Chicos, son cerca de las cuatro de la mañana, al fin tengo sueño... Y si no queremos que nos descubran, será mejor ir volviendo a la sala común. - pidió Emma. Asentimos, sin muchos ánimos. Todos teníamos unas caras de sueño notables, Ron casi estaba durmiendo.
- Vayan ustedes chicas, nosotros los seguimos. Quiero ver algo antes. - dijo Harry. Ron puso una cara de súplica, pero se quedó con él, a pesar de los bostezos.
Con Emma nos dirigimos a la sala común. Parecía que su insomnio se había ido, casi no podía caminar. Yo tampoco. Nuestros pasos pesados apenas se escuchaban por los pasillos y su monotono sonido sólo fue interrumpido con el grito susurrante de una voz que lamentablemente muy tarde reconocí.
- ¡Chiquillas insolentes! ¿Qué hacen a estas horas vagando por los pasillos?- era un pregunta retórica que no íbamos a molestarnos en responder- Si es que no fuera tan entrada la noche las llevaría yo mismo dónde los profesores jefes de sus casas para que les dieran un rápido y merecido castigo. Qué lógicamente mañana de cualquier modo recibirán.
Luego de ese sermón tosco nos obligó a seguirlo hasta nuestro cuadro a base de amenazas. Allá nos pregunte nuestras casa y a continuación se fue mascullando cosas como "estas generaciones de niños malcriados" o "si supieran lo que es un castigo con grilletes"
Aliviadas por habernos librado de un castigo pronto, nos dejamos caer en los sillones de la sala común, exhaustas. Emma subió primero a su pieza, era comprensible, la pobre apenas lograba conciliar el sueño. Yo no quería dormir, estaba harta de los sueños.
Minutos más tarde, aburrida, subí a nuestro cuarto compartido en busca de un libro para leer y un chocolate caliente para mantenerme despierta. Suerte que siempre tengo una taza hecha entre los libros.
Arriba agarré mi tomo favorito, que aunque viejo y gastado, seguía conteniendo más magia que el mismo mundo mágico en el que estaba metida.
Iba en dirección a la escalera y noté que Emma dormía destapada. Me acerqué a ella y la cubrí con la con una de las mantas amarillas que tenía a los pies de la cama. Bajé las escaleras cuidadosamente, y me dejé caer en un sofá. No logré abrir el libro antes que el retrato se abriera, dejando ver a Ron y a Harry.
- Tardaron bastante, ¿Qué los entretuvo en el camino? No me digan que Filch los castigó también...
- ¿Filch? - preguntó Harry. Les conté toda la historia, mientras ellos se sentaban junto a mi.
- Dumbledore vino. Nos descubrió mirando el espejo. No nos castigó ni nada. De hecho, nos contó que era el espejo. - Eso despertó mi curiosidad. Me incorporé atenta a sus palabras.
- Al parecer muestra tu mayor deseo. Por eso aparecieron mis padres, mi mayor deseo es verlos. El de Emma seguramente es estar con sus seres queridos, rodeada de su pasatiempo favorito. Y ni hablar de Ron. - no mencionó la imagen que yo vi, lo cual le agradecí.
Hablamos un poco más, hasta que Ron abrió los ojos
- ¡Ya es 25 de diciembre! Vamos a acostarnos, si no los elfos no nos van a traer regalos! - dicho esto corrió a su habitación, seguido por Harry, quien meneaba la cabeza. Yo sonreí, pero me quedé donde estaba. No podía creer la situación en la que estaba.
Jamás lo habría imaginado la navidad pasada. Rodeada de estas personas, con comida que no sea robada con la cocina. Celebrando abiertamente, no en una "reunión secreta" en los cuartos de las chicas a medianoche, intercambiando regalos simples, robados o hechos a mano. Y sobre todo, con magia. Me reí en silencio. Extrañaba esas reuniones.
Pasaron las horas y el sol amenazaba con salir. Mis ojos no podían más, y para no arruinar la "magia de los elfos", me dejé llevar por el crepitar del fuego, cayendo dormida en la sala común.
Pocas horas más tarde, me despertó el grito de alegría común proveniente de ambas habitaciones:
- ¡Los regalos! ¡Feliz Navidad a todos amigos! ¡Eso te incluye a ti también Draco! - sonreí adormilada, por el alegre chillido de Valentine.

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La actualización de hoy
~ Las Locaas

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