Capítulo 15; El partido de Quidditch

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Pov Valentine Lestrade

Ya habían pasado unas semanas desde el regreso de las vacaciones y hoy era el día del partido de Quidditch más esperado en el año: Slytherin vs Gryffindor. Eran las semifinales, por lo que una gran multitud se había congregado en el estadio del aclamado deporte. Como desearía estar sobre una de las escobas, y no sentado en la tribuna... Maldita regla de los de primer año. Prácticamente todo Hogwarts abucheaba a Slytherin, tres cuartos de los espectadores estaban vestidos de colores escarlatas y dorados, alentandolos con vitoreos y grandes banderines.Yo me senté junto a Emma y Julie en el pequeño pedazo esmeralda, con banderines y bufandas de la casa de las serpientes. Al lado nuestro, al otro lado de la frontera donde los colores rojos y verdes chocaban, Antony hacía el ridículo gritando a todo pulmón, con la cara pintada de carmesí y el cuello rodeado por la bufanda del equipo.
Hermione y Ron también apoyaban a Harry, aunque Hermione no parecía entender mucho sobre el juego.
Los equipos salieron a la cancha, aumentando el bullicio que de por sí ya se había instalado en el estadio.
La profesora Hooch tocó el silbato, dando inicio al juego, luego de que los capitanes se dieran la mano, resentidos. Aunque Draco y Harry se llevaban "de manera aceptable" afuera de la cancha, adentro se lanzaban miradas de odio. Ambos buscaban la Snitch con tanto esmero que no dudé de que ambos estaban dispuestos a romperse más de un hueso con tal de ganar. Slytherin anotó un tanto, lo que causó varias críticas por parte de los leones, quienes aclamaban que era una falta.
- ¡Que jugada más sucia de parte de las ratas de Slytherin! Jamás había visto... Perdón profesora, perdón, no volverá a pasar. Comentarios imparciales, cierto. - gritó Lee, el comentarista, cuando se dio cuenta de la mirada severa que le dirigía McGonagall. Muchos no pudieron aguantar la risa yo me resigné a mirarlo con el orgullo dolido. Aunque debo admitir que me costó mantener mi semblante serio.
Marcus Flint había anotado otro tanto para los esmeraldas, pero Gryffindor no tardó en recuperarse, y meter la Quaffle dentro de uno de los aros. Harry y Draco sobrevolaban el lugar, con los ojos entrecerrados, atentos a cualquier destello dorado.
Una ovación general se formó en las tribunas de Hogwarts, dando a entender que la codiciada Snitch se había dejado ver. Efectivamente, a pocos metros del suelo, la pequeña bola dorada revoloteaba, fuera del alcance de los buscadores. Tanto Harry como Draco se lanzaron hacia el lugar donde provenía el brillo. Sin embargo, de repente, la escoba de Harry dio una sacudida, cambiando de rumbo drásticamente. Y exactamente como si hubiera reaccionado a un encantamiento, la escoba se empezó a desviar, dando bruscas vueltas cerradas, dando la impresión de que intentaba librarse de Harry, que se sujetaba a la escoba oscilando sobre ella. Me reí por un momento, al ver como Harry parecía tener dificultades, regalándole una significativa ventaja a mi equipo.
Entonces me di cuenta de que en realidad si se trataba de un hecho no intencional y que algo, o  alguien, estaba hechizando su Nimbus 2000.
Miré a Julie en busca de una solución, ya que si seguía así lo más probable es que cayera, en una caída posiblemente mortal. Emma y Tony no eran una opción, ya que él estaba demasiado confundido como para reaccionar y ella me miraba acusadora, lo que interpreté como «has algo».
Julie me gritó sobre el ruido del estadio que se había generado, porque las habilidades de Draco no le habían alcanzado como para agarrar la Snitch que estaba a menos de un metro suyo.
-No podemos hacer nada, si lanzamos un contrahechizo podemos darle a él. Tenemos que encontrar al culpable, es la única manera de pararlo.
Escudriñe la multitud, hasta que mis ojos se toparon con el estrado donde los profesores observaban el partido, ajenos a las dificultades de Harry. Snape murmuraba cosas inentendibles por la distancia, mirando fijamente al Gryffindor. Sin embargo, yo tenía habilidades para leer los labios. Pude descifrar encantamientos antiguos, que eran desconocidos para mi. No lo podía creer. Golpeé a Julie con el codo suavemente en las costillas, para llamar su atención, lo que logré junto a una mirada de desaprobación, que decía claramente:  «La próxima te la devuelvo». Señalé al profesor de pociones. Ella frunció el ceño y se mordió el labio pensativa, como hacía siempre que algo rondaba por su mente.
- Tenemos que hacer algo - dije, aunque no estaba muy contento de ayudar a mi contrincante. - No hay tiempo.
Ella suspiró, como si algo no cuadrara, y empezó a abrirse paso entre la multitud. Ella era la experta en encantamientos, por lo que esperaba que tuviera un plan, porque por mi parte estábamos perdidos. La única solución que contemplaba, nada lógica, era saltar sobre el profesor y hacerlo confesar. Nos acercamos cada vez al profesor, mientras Julie sacaba su varita. Cuando estábamos a unos pocos metros de él, Julie paró. Claro, no era inteligente atacar a un profesor a la vista de todos. Ocultos entre la barra de gryffindors, Julie apuntó al profesor, y media indecisa susurró
- Incendio
Se escucharon sonidos de sorpresa por parte de los profesores. El hechizo se desvió un poco, ya que Dean la había empujado levemente entre sus escandalosos chillidos de admirador adolescente. La capa de Quirrell se incendió, distrayendo a Snape, logrando nuestro cometido. No hubieron grandes daños, ya que pronto, varios profesores lanzaron aguamentis. Quirrell, completamente empapado, se dirigió al castillo. Snape no volvió a conjurar más, debía sospechar que alguien lo había descubierto. Buscó entre la multitud, pero con Julie nos camuflamos entre pancartas y banderas.
Aun después de todos estos suceso me costaba pensar en que Snape fuera la mente maestra detrás de todo este lío. Volvimos a nuestros asientos nervioso tras lo ocurrido. Emma sonrió feliz, al ver que volvíamos sanos y salvos de nuestra pequeña misión.
Harry había recuperado el control, y batallaba nuevamente codo a codo contra Draco por la Snitch. Aunque Slytherin iba muy avanzado, si Harry atrapaba a la pequeña esfera alada, ganarían el partido. La tensión era palpable en la cancha, habían avistado nuevamente el pequeño ser dorado. Hasta vi a uno de los jugadores voltearse hacia la batalla aérea entre la serpiente y el león, perdedor. Después de unos cortos pero estresantes instantes de pelea, Harry pudo dar una vuelta al estadio, victorioso, con la Snitch en la mano. Gryffindor gana, Ja, Ja, Ja. Me lo esperaba, al equipo le falto yo como estrella.
Emma se rió al ver mi cara amurrada, mezclada con una sonrisa socarrona por mis pensamientos.
- Falto yo, pero lo bueno se hace esperar, así es que...
Ella simplemente negó con la cabeza, divertida. Lentamente volvimos al castillo, mientras Draco y Harry se cambiaban, y Hermione y Ron iban a interrogar al último. Hacía un frío invernal, los patios estaban cubiertos de nieve. Julie sacó un frasco de mermelada vacío y encantó una pequeña llama azul dentro de ella, para calentarnos. Hablamos sobre Snape, y sus intentos de dañar a Harry.
- ¿Creen que Snape trabaja con El-que-no-debe-ser-nombrado? - preguntó Emma.
- ¿Voldemort? En verdad, no tengo ni la menor idea. Espero que no y que se esté pudriendo en el suelo de algún sucio pantano.
- La figura que había en el bosque... Estoy casi segura que era él. No es para tomárselo a la ligera Lenny. Realmente esto huele muy mal.
- Harry ha tenido sueños... Todos que ver con ... Vo... Voldemort. Apuesto a que Snape es uno de sus estúpidos "mortigafagos". - se notaba que Antony estaba nervioso.
- Mortífagos Tony - le corrigió Emma.
Yo miré a Li, estaba encerrada en sus pensamientos. Sus ojos tormenta centelleaban, con su mente en otro mundo.
- ¿Qué opinas White? - le pregunté. Ella ni se inmutó, mientras miraba el bosque prohibido a nuestro lado, seguramente pensando en los acontecimientos de semanas anteriores.
- Julie - Nada. - ¡Julie Eagelwhite!
Ella se volteó sobresaltada. Me miró interrogativamente. Repetí mi pregunta, a lo que ella frunció aún más los labios.
- No lo sé... Hay algo que no me calza. Tengo el presentimiento de que estamos mirando las cosas de la perspectiva incorrecta.
No sabía a qué se refería. Pensé que teníamos el misterio resuelto:
Alguien (Voldemort) había estado robando sangre de unicornio para comérsela. Resulta que esta sangre (según nos habíamos enterado de una conversación que tuvieron Harry, Ron, Hermione y Draco con un centauro) servía para;  «prolongar la vida de quien la tomara. Pero una vez probada, aquella vida estaría maldita». Dedujimos que el siguiente paso de Voldemort sería intentar dejar de estar anclado a esa fuente inestable de vida, que además de maldecirte, era muy difícil de conseguir. Y ahí entra la piedra filosofal. Se supone que crea un elíxir mágico, similar al de la sangre de unicornio, pero sin maldiciones y cosas así. Más eficiente. ¿Qué mejor para un maligno ser que estuvo años entre la vida y la muerte, intentando salir de la prisión que lo mantenía al borde de lo que más temía? Usó a su más fiel seguidor, Snape, para entrar a los terrenos de Hogwarts y facilitarle el robo. Ningún profesor sospecharía de él, por lo que estaría a solo unos pasos de apropiarse de la vida eterna. Sin embargo, alguien misterioso se lo había impedido, por lo que después de su primer intento fallido, se había concentrado más en su siguiente víctima, Harry, antes de volver a intentarlo. Ahora sería solo cuestión de tiempo antes de que probara nuevamente suerte. Sospechábamos que no tardaría mucho, después de que Hagrid y nosotros lo hubiéramos descubierto matando a los unicornios.
Pero la intranquilidad de Julie me fue suficiente para saber que algo iba mal. No sabía que era, pero mi instinto me decía que Julie tenía razón.
Las siguientes semanas fueron las más estresantes de mi vida.
Se acercaban los exámenes, y en Hogwarts se respiraba un aire tenso. Los pasillos y las salas comunes estaban casi en un silencio absoluto. Todos los alumnos estaban tan inmersos en sus estudios, el único ruido que se escuchaba era el sonido del hojear de las páginas de los libros y las plumas rasgando los pergaminos. Casi no teníamos tiempo libre para nosotros, a veces pasaban días enteros antes de ver a uno de los ocho nuevamente. Emma había perdido ligeramente su toque tierno y sensible, y se concentraba al máximo en sus estudios, perdiendo aún más sueño de noche, gracias al estrés y las largas horas en vela, rodeada de tres libros de encantamientos, la asignatura que más le costaba. Fue una gran sorpresa cuando sin querer incendió mi almohada, casi quemando mi cama entera, si no fuera por la intervención de Julie.
Antony no paraba de quejarse sobre la gran cantidad de deberes de repaso que nos daban los profesores. No paraba de perder la cordura, golpeando la pared más de una vez con un libro, después de frustrantes horas de aprender sobre cómo transformar ratones en tazas. Emma casi se queda con un intento fallido de taza, donde el ratón aún conservaba sus bigotes y patas, junto con la capacidad de moverse. Julie estaba distante, siempre encerrada en sus pensamientos. Estudiaba en silencio, leyendo libro por libro. Sabía que algo la abatía, y eso no eran precisamente los exámenes, los cuales se acercaban cada vez más. Me preocupaba por ella, pero yo mismo tenía que estudiar a montones, ya que la única asignatura en la que estaba seguro que aprobaría seguro era pociones.
La semana de los exámenes llegó, junto con una cantidad insuperable de nervios, repasadas a último minuto y profesores estrictos. La primera prueba de la semana fue de Encantamientos. El profesor Flitwick nos pidió que hiciéramos bailar una piña sobre la mesa. El tap no era precisamente mi baile favorito, pero ya que. Mi piña bailó algo parecido a tango, hasta que logró hacer unos pasos de tap. Yo soy un bailarín mucho mejor, por lo que el alumno no supero al maestro, por lo menos en este caso. Emma lo intentó lo mejor posible, pero la piña salió disparada al pupitre del profesor, y recién ahí logró interpretar algo parecido a tap. No se si eso le agregaría o sacaría puntos. Al comienzo, Antony lo logró bastante bien, pero después de que una gran sonrisa socarrona se instalará en su cara, la piña se tropezó varias veces, hasta que se quedó tendida en el suelo, temblando dudosamente. Julie lo logró a la perfección, siendo Encantamientos su fuerte. Hasta hizo unos saltos de pupitre a pupitre, con increíbles acrobacias de tap. Muchas de las piñas se desconcentraron ante tal espectáculo (La de Ron entre otras) quedándose maravilladas, mientras seguían con ¿su cabeza? el compás de una música inexistente. Después de ese gran periodo de tiempo perdido en hablar de piñas, pasamos al siguiente aula, donde McGonagall nos esperaba con ratones vivos sobre cada mesa. Muchos se asustaron ligeramente ante los chillones animales bigotudos, pero lograron contenerse ante un miedo mayor: Reprobar la clase de McGonagall. Pronto la clase se transformó en un zoológico de ratones correteando por todas partes, tazas con bigotes, y ratones con un asa en la espalda. Después de una larga media hora en la que McGonagall se paseaba entre los estudiantes, revisando su trabajo críticamente, salimos hambrientos del aula, mientras hablábamos de los exámenes que nos aguardaban en la tarde. Tuvimos Herbología, donde Emma se lució con sus conocimientos. Salimos cubiertos de tierra del invernadero, Emma nuevamente con su radiante sonrisa, orgullosa, la cual se había ido luego de su desastre en Encantamientos. Nos acostamos temprano, pero ninguno lograba dormir, por lo que pasamos gran parte de la noche revisando apuntes. Antony paseaba por toda la sala común, repitiendo datos sobre la Historia de la magia, mientras yo practicaba un hechizo de DCAO. Emma estaba más que dispuesta a no cometer errores en la prueba de Astronomía de mañana, así es que se pasó todo el tiempo con el telescopio pegado a la ventana. Julie seguía distraída, mordiéndose el labio inferior mientras se perdía en los paisajes de Hogwarts. Se había aprendido de memoria los temas, pero había algo que la molestaba, y me estresa no saber que.
Al próximo día todos nos dirigimos somnolientos a DCAO con el profesor Quirrell, quien parecía casi más nervioso que nosotros. Julie lo observó largamente mientras nosotros respondíamos las largas preguntas de nuestra primera prueba escrita. Después de luchar contra un troll, estaba seguro que no tendría errores en esa parte de la prueba, así es que respondí rápidamente antes de luchar con las fallas de mi memoria sobre el calamar gigante. A la noche nos fuimos a la torre de astronomía, donde Antony, después de sus logros en DCAO, parecía haber perdido toda su motivación, confundiendo estrellas con astros. Yo tampoco me lucí mucho, pero hice lo que pude. Por fin, a la mañana siguiente, tuvimos nuestra prueba de Historia de la Magia. Normalmente no era cosa para alegrarse, pero era el último exámen del año, y todos estaban contento ante la perspectiva de descansar. Contesté cuántas preguntas pude. Emma a mi lado escribía a toda prisa, para luego borrar algo y corregirlo. Julie ya no parecía tan pensativa, quizá ya solucionó el problema. Desde ayer, que había salido corriendo después de DCAO hacia la cabaña de Hagrid, parecía más relajada. No había tenido tiempo para interrogarla, pero ahora que los exámenes había finalmente concluido, era tiempo de explicaciones.

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Estamos llegando al final de este año escolar mágico.

~ Las Locaas

El Heredero de HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora