XVIII

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"Una vez escuché una canción:
Es mejor no ser amantes y tan solo se amigos... no estoy de acuerdo con eso"

El flash de la cámara de Yeosang hizo que Wooyoung agachara la mirada. Era demasiado temprano y sólo estaban los dos.

—¿Wooyoung? ¿No vas a tratar de intimidarme?

—Sólo quiero terminar esta sesión, ¿Podemos tomar las fotos con el pelícano rosa?

—Tengo una idea mejor.

—Yeosang, solo haz lo que te digo. — Wooyoung se levantó de la silla en donde estaba y Yeosang le tomó de la muñeca.

—Vamos, vamos... además tenemos que ver cómo salieron las fotos.

Y Wooyoung supo, veinte minutos después, que era mentira.

Yeosang le pasó otro pañuelo más y el modelo se secó las lágrimas. Sobre sus hombros tenía la chaqueta que Yeosang había llevado esa mañana.

—¿Por qué me lo hizo?— jadeó Wooyoung. — ¿Sabes la mierda que se me pasa por la cabeza cada que el señor Choi quiere tocarme?

—Puedo entenderte. Mi hermana mayor trabaja con víctimas de abuso, si tú... — cuando Wooyoung lo miró, el fotógrafo calló.

—Yo no soy una víctima. — gruñó Wooyoung antes de sonarse la nariz y Yeosang le tendió otro pañuelo. — Tú eres su amigo... ¿Por qué me hirió así? ¡Tengo miedo de que un hombre me toque!

—Lo mejor será que cada uno tome su parte.

—Me casaré con el señor Choi, Yeosang. Si él... me... él... ¡No me hubiera hecho esto!

—¿Hacerte qué?

Ambos giraron sus miradas y San estaba parado en la puerta de aquel galpón.

—¿Cómo te atreves a verlo siquiera?— Yeosang frunció el ceño. — ¿Qué hiciste hombre?

Wooyoung se levantó y buscó con sus ojos un lugar a donde esconderse. La voz de San... sólo quería que la pasión –de la buena forma– los consumiera completamente de nuevo.

—Él me dijo que no... pero descuida... he decidido tratar de conocer a alguien.

El modelo susurró algo y Yeosang frunció el ceño.

—¿Qué dijiste?— San preguntó mezclado de una risa burlesca.

—¡Que ambos sabemos que es mentira!– Wooyoung se giró a verlo. — ¡Sólo no quieres que nada ni nadie me toque, que sea solo tuyo aunque no lo quiera!

—¿Y por qué no lo serías?

—¡San!— gruñó Wooyoung y el playboy sólo los miró a ambos antes de sonreír ladino e irse.

Wooyoung se dejó caer en la silla nuevamente y sus lágrimas cayeron otra vez.

—Wooyoung...

—Me voy a casar, Yeosang... no importa más nada.





☆☆☆




Y entre tantas cosas, la fiesta de la beneficencia llegó.

La falsa sonrisa de Wooyoung había encantado a todos y el modelo había permitido poco a poco que el señor Choi lo abrazara y besara.

San no podía dejar de mirarlo y sentir una bola de celos e ira crecer dentro de él.

Pero ya le había hecho lo peor... ¿Qué podía hacer?

Arriésgate... es lo último que te queda...

Y, mientras miraba a Wooyoung ir mesa por mesa junto a su padre, supo que no podía. Nunca había sentido amor... si calentura pero nunca amor.

Y si así se sentía, lo odiaba... lo odiaba porque dolía, quemaba, incluso iba a causar que hiriera a la única persona que confiaba en él. Además, ¿Qué pasaba si Wooyoung no quería cumplir con lo que implicaba estar enamorado?

¿Qué iba a pasar luego?

—Hola... buenas noches... — la voz de Wooyoung hizo a San elevar su mirada... mierda, era un ángel. — Espero que la velada sea de su agrado, pero, esto es exclusivo para más mujeres... — el tono en que lo dijo hizo reír hasta a San. — Damos comienzo a la subasta. El premio, señoras y señoritas, es nada más y nada menos que al chico que vemos en las portadas de revistas: Choi San.

Una luz lo señaló y San elevó su copa antes de subir ala escenario.

—Muy bien, ¿comenzamos con esto?

—¡Treinta mil dólares!

—¡Treinta y cinco!

—¡Cuarenta mil dólares!

Y San se acercó al oído de Wooyoung, el cual tembló disimuladamente.

—¿Te sorprende que den tanto por mí?

—No lo vales.

—¿Y en la cama?

—Me violaste.

—Puedes superarlo... yo lo sé... — y, por único y por primera ve, Wooyoung giró su rostro.

—¿Eso que escuché fue pena? ¿San  tú...?

—¡Setenta mil dólares!

Y Wooyoung tomó el micrófono.

—¡Ochenta mil!

—¿Alguien más de ochenta mil? ¿Alguna señorita que quiera un poco más de Choi San?

Ninguna más se escuchó, sólo quejidos de pena.

—Está bien, la señorita de vestido plata tendrá una noche con Choi San.

Y los aplausos de escucharon... y San se sintió un poco perdido.






☆☆☆







Se cumplieron las tres de la mañana cuando el celular de Wooyoung sonó. La seda del pijama azul a rayas blancas hizo que Woo mirara a un señor Choi dormido.

Tomó el celular rápidamente. Atendió la llamada y su cabeza le dió un escenario rápidamente.

Tal vez Jeongin dejó que Hyunjin le hiciera el amor.

—¿Hola?

—Te amo... te amo joder.

—¿San? ¿Ésta es la típica escena de la borrachera?

—No estoy ebrio. Te amo, Wooyoung te amo.

—Me... — Wooyoung se giró para ver al señor Choi dormido. — Me heriste, ¿de acuerdo?

—¡Soy el primero en decirlo, mierda!

—Valdrá cuando me lo digas a la cara. Ya no quiero las escondidas, San. No quiero herir a tu padre más. Lo amo...

—¿A qué estás jugando?

—A nada San, solo que amo al hombre que siempre me va a amar. Sigue con tu cita.

—No puedo... estuvimos en la cama Wooyoung... y cuando la penetré dije tu nombre.

—¿Y celebro? ¿Te aplaudo? Algún día te tenía que pasar.

—Wooyoung...

—No sé cómo llegaras a mí... pero hasta el verano, San. Hasta el verano voy a esperarte.

Y cortó. Un mensaje llegó y Wooyoung lo abrió.

Jeongin:

Wooyoung... Hyunjin me tocó cuando nos besabamos... ¡Lo siento, Wooyoung! Estoy llorando pero estoy feliz... Hyunjin me dijo tantas cosas... me dijo que era bonito... y que me amaba... y lloró cuando me lo dijo...

Wooyoung sonrió al leerlo. Estaba bien... Jeongin se lo merecía... Hyunjin tenía los huevos para decir lo que el playboy jamás le diría...

Jeongin se lo merecía... y Jung Wooyoung igual.

"α∂υℓτ ϲєяємοиγ"  ωοοѕαи      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora