Capítulo 44

2.2K 128 3
                                    

Llegué a casa y aún no había llegado mi madre. Seguramente otra de sus "cenas importantes".

Quité mis botas y las puse en el primer escalón para poder ir a la cocina, tomé un vaso y lo puse en la barra para sacar jugo del refrigerador. Ya servido el vaso lo agarré y regresé a las escaleras para tomar las botas y subir a mi habitación, pero el sonido del timbre me detuvo. Volteé hacia la puerta y una vez más sonó el timbre. Dejé de nuevo ambas cosas en las escaleras y caminé hacia la puerta.

-¿Qué quieres? —pregunté abriéndola. Si no hablaba ahora mismo la cerraría y subiría a mi habitación. Levantó la mirada y la conectó con la mía, pero lejos de emitir palabra alguna me tomó del brazo y me atrajo hacia ella y con un veloz giro me acorraló contra la pared.

-Me encantas, me vuelves loca, me mata de celos que todos volteen a verte cuando llegas a algún lugar; odio que la estúpida de Julia se te acerque, me gusta tu carácter, excepto el de la Alba engreída que sé que no es tu verdadera forma de ser, me gustan tus vestidos... —inhaló profundamente, hablar tanto y tan rápido la había despojado de todo el oxígeno en sus pulmones —Alba, te quiero...

No le dejé pronunciar una palabra más, ni siquiera le dejé respirar cuando ya estaba colgada de su cuello besándola.

-Cuando quieras... te presto mis vestidos...—dije entre besos riendo —Creo que te quedaran algo cortos... —regresé a sus labios.

-Los prefiero en ti.

***

-Yo te dije primero —reprochó despeinándome.

-No —dije riendo tratando de acomodar mi cabello nuevamente —Anda —supliqué.

-No creo que a tu madre le guste —se puso de pie.

-No llegará, aún es temprano —me paré en mi cama —Además nunca tiene hambre —dije imitando el estirado tono de voz de mi madre —Y no quiero cenar sola —se acercó a mí mirando hacia arriba debido a mi altura.

-Ya te dije. Vamos, cenamos y te traigo —insistió.

-Nat... —alargué.

-¡Está bien! —se rindió y sonreí victoriosa. Tomé su mano y salimos de mi habitación.

Natalia bajaba con pesadez las escaleras mientras que yo saltaba como niña pequeña. Mientras bajábamos se escuchó la puerta de la entrada cerrarse y me detuve en seco. El sonido de unos tacones en el piso me indicó que era mi madre. Inhalé y exhalé profundamente suplicando por dentro que no se comportara grosera con ella.

-Creo que será mejor que me vaya —susurró Natalia en mi oído.

-No —le contesté seria —Yo te invité a cenar —le sonreí.

-Puede ser otro día si quieres —se acercó a mí y besó mis labios.

-No —fruncí el ceño dejándole claro que no se hablaría más del tema.

Llegamos al último escalón y pude ver a mi madre viendo cartas y recibos que estaban en la pequeña mesa del living. Volteó cuando sintió nuestra presencia.

-Vaya... —dijo examinándola de pies a cabeza.

-Buenas noches —saludó Natalia educadamente.

-Buenas noches —dijo mi madre con mirada de desaprobación.

-En verdad Alba —susurró una vez más —No quiero incomodarte ni mucho menos causarte problemas.

-Invité a Natalia a cenar —dije ignorándola —Estaremos en el comedor —sin soltar su mano la guié hacia dicho lugar donde nuestros platos ya estaban servidos.

-¿Pongo plato para usted? —preguntó una de las trabajadoras a mi madre. "Di que no, di que no, di que no" Suplicaba por dentro.

-Sí, por favor —Mierda. Nunca cenábamos juntas y cuando realmente deseaba que no lo hiciera, lo hacía.

**

-Y... ¿Trabajas? ¿O sólo estudias? —preguntó sin siquiera mirarla.

-Trabajo y estudio —sonrió.

-En...

-Una tienda de discos —completó.

-Trabaja en una tienda de discos —dijo viéndome en un disimulado tono de reproche. ¿Qué esperaba? ¿Qué liderara una empresa internacional?—¿Qué eres? ¿Cajera? — contuvo la risa.

-En realidad no —dejó los cubiertos sobre el plato —La administro —volteó y me guiñó un ojo como asegurándome de que todo estaba bien —Era de mi padre, era como un pasatiempo y bueno ahora ha quedado en mis manos.

-¿Era de tu padre?

-Así es — ¿No podía dejar de preguntar? —Falleció hace algunos años —bajó la mirada.

-Lo siento —claro que no lo sentía, a ella le daba lo mismo —Es bueno que ayudes a tu madre —esta cena no podía ser más incómoda, ni aunque los cojines de las sillas fueran de clavos.

-Ella también...

-Vaya... —hizo una mueca torcida —Debe ser duro.

-Lo es.

***

-Gracias por invitarme —dijo con una hermosa sonrisa.

-Seguro debes odiarme, debí de haberte dejado ir —miré hacia abajo —No esperaba que mi madre te hiciera un interrogatorio.

-Fue divertido —dio un fugaz beso en mis labios —Entra ya o te enfermarás —me ordenó, ya que llovía realmente fuerte.

Me myself and I (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora