6. Recuerdos del alma

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6.- Recuerdos del Alma 

Ella lo sabía, los finales felices no existen. Runaan se lo había enseñado. Pero Callum había roto lentamente todo lo que creía, le hizo creer que podía haber finales felices para ella, que el destino de un elfo de luna no estaba escrito. Después de todo, Rayla estaba acostumbrada a dar su vida por el bien mayor. Pero Callum, ese tonto príncipe le hizo sentir que era importante, que valía más que para ser una asesina. De hecho Rayla podría reírse de su récord de asesinatos. No tenía ninguno en su historial.

Trabajaron tanto por la paz. Pero ¿Dónde estaba su final feliz? 

Ha pasado las últimas horas acostada a su lado. Mirándolo atentamente mientras mira al techo.

Mira más allá del techo ...

Ella ha estado hablando con él. Susurrando recuerdos, esperanzas y sueños. Esperando cualquier cambio, incluso sutil.

Un parpadeo extra.

Un tirón en su suave respiración.

No hay nada.

Se pone de pie y camina hacia la puerta. Su cuerpo está rígido y adolorido por la tensión.

La puerta se abre. Ibis suspira cuando  aparece, luciendo preocupado. Rayla se da cuenta que probablemente su apariencia es lamentablemente, no ha dormido casi nada desde que Callum quedó así. 

la voz de Ibis es suave. —¿Cómo está él esta mañana? ¿Hay algún cambio?

Rayla respira temblorosa y traga el nudo en su garganta. Mirando hacia abajo, simplemente sacude la cabeza. Sus dientes castañean y sabe que no podría hablar en este momento.

—¿Puedo…?— Ibis tiene una bolsa con él. Rayla lo reconoce como sus suministros de sanación.

Da un paso atrás, abriendo más la puerta para permitir la entrada de Ibis.

El elfo de piel oscura, asiente con aprecio y entra en su espacio vital. Se sienta en la cama, frunciendo el ceño ante la forma sin vida de Callum, jamás pensó que llegaría a tener aprecio por un simple humano.

Rayla se sienta al lado del escritorio y deja caer la cabeza en una mano mientras observa a Ibis trabajar.

El mago más viejo trabaja con cuidado, realizando una serie de hechizos y encantamientos. De vez en cuando consulta uno de los muchos libros que ha traído con él.

No está segura después de cuánto tiempo ha terminado. Ibis suspira, mirando tristemente a Callum. Él acaricia suavemente su brazo. Lo conoce, lo entreno por cinco años, su amistad se formó lentamente. Él y Callum se llevan bien. Su sarcástico sentido del humor nunca deja de sorprenderlo, él es un humano muy extraño. 

Ibis toma la silla a su lado.

La silla de Callum

—Todavía no puedo determinar qué le hicieron.

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