Capítulo 27

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Todo, entre Lexa y Clarke, se sentía bien, iban avanzando como siempre, poco a poco, y sin prisas; pero a paso firme, con confianza y determinación.

Con cada día que pasaba, más se afianzaba su relación y con ello confirmaban que aquella decisión que habían tomado, de darse una oportunidad más allá de la amistad, había sido lo correcto.

A casi un mes de ser oficialmente novias, sabían que lo que había nacido entre ellas no era algo pasajero; cada una, en su fuero interno, lo pensaba o deseaba.

No había porque correr, apresurarse, adelantarse a las posibilidades, o hacerse demasiadas expectativas; pero sus corazones tenían claro lo que su cabeza recién comenzaba a visualizar como posible, un futuro común.

Quedaba mucho camino por delante para pensar en ello siquiera, muchos obstáculos que saltar y mucho en lo que trabajar; pero sabían, que juntas, apoyándose, y confiando la una en la otra, podían llegar hasta allí.

De momento disfrutaban lo que la vida les ofrecía, sin presiones, caminando de la mano por aquel nuevo mundo que se abría para ellas como pareja; aprovechando y disfrutando cada momento al máximo y atesorando en su corazón las cosas importantes.

Una simple conversación sobre lo cotidiano o una donde las emociones salían a flote. Una salida a solas o una reunión con sus locos amigos. Una cena afuera o una en casa. Un paseo por el parque, disfrutado del simple hecho de querer hacerlo; o una pasada obligada al supermercado.

Noches interminables recorriendo sus cuerpos, saciando sus ganas de la otra, con detenimiento y paciencia; o un encuentro rápido, áspero y preciso. Una noche buscando el sueño entre silencios y abrazos, o una donde la madrugada les pillaba entre risas y tonterías.

No había momentos que no disfrutaran por muy idealista que sonará, pero incluso cuando tenían diferencias, las cosas entre ellas se resolvían bien.

Todo lo que crecía y se desarrollaba iba encajando fácilmente, como si así estuviese destinado a suceder desde siempre; y su relación se iba cimentando, poco a poco, para que llegado el momento se sostuviera en pilares solidos de amor y confianza.

* * * * * * * * * *

Lexa miró el cielo de la habitación, mientras su mano acariciaba distraídamente el abdomen de su novia. Clarke simplemente estaba perdida en la suavidad de las yemas que recorrían su piel.

Sus respiraciones se escuchaban, acompasadas, en medio del silencio tranquilo y la sensación de paz se mecía entre ellas.

Tardes, o noches, como esas ya eran bastante común; a veces en casa de Clarke y otras en el apartamento de Lexa. Momentos, donde después de una intensa actividad sexual, simplemente yacían desnudas, la una al lado de la otra, entre silencios relajados o a veces entre pequeñas conversaciones.

—¿Alguna vez te imaginaste así? —irrumpió, Lexa, el silencio de la habitación.

—¿Así como? —preguntó la rubia con curiosidad.

—¿Tan relajada y cómoda con alguien?

—Ya sabes que no, eres la única persona que ha sacado eso de mí.

—Me gusta verte así, relajada conmigo. Está es una de mis cosas favoritas, dentro de muchas otras por supuesto. —Se sonrió y cambio de posición, colocándose de lado, con la cabeza apoyada en su mano. Recorrió con su mirada el cuerpo de su novia y trazó patrones sobre su piel—. Pero lo que más me gusta, es verte cómoda contigo misma... sé que sigues siendo la misma persona, pero te siento diferente a cuando te conocí.

Clarke escuchó con los ojos cerrados y respirando suavemente.

—Creo que han cambiado muchas cosas en mi... solo mírame aquí... desnuda con una mujer hermosa a mi lado... ¿Quién lo diría? —Ambas mujeres se sonrieron.

DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora