Sanem "¿Qué ES SER MADRE?"

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6 AÑOS DESPUÉS…

Sanem “¿Qué ES SER MADRE?”

- Tienen que comer sus verduras o no habrá más paseo en bicicletas – las amenazo a ambas tratando de poner mi cara seria, aunque quería morir de risa. Las dos están haciendo una mueca de asco tan graciosa que me cuesta mantener la postura.
- Mami saben feo… - me responde Yildyz sacando la lengua. Desde que me había quedado en casa esto era más frecuente, no sabía porque me había perdido de estos momentos tanto tiempo, era divertidísimo.
- Si no comen bien se van a enfermar y las llevare a inyectar, ¿quieren eso? – las amenazo picando la verdura en sus pequeños platos que estaban del otro lado de la estufa sobre el desayunador.
- ¡No mami! – grita Deniz tapándose los ojos. Los tres odiaban las inyecciones.
- Entonces coman su comida y no quiero quejas – respondo limpiando la estufa. Mis habilidades en la cocina habían mejorado con el tiempo, pero no importaba que me convirtiera en la mejor chef, mis cuatro niños (Can era el peor y se rebajaba a su edad) hacían muecas cuando solamente les servía verduras.
- Pero es que saben raro… - se queja Yildyz pasando la cuchara por la comida.
- ¿Estas sugiriendo que mami no sabe cocinar? – le pregunto deteniéndome de limpiar para observarla con una cara de fingida ofensa.
- ¡No mami! ¡No! Es que… - responde asustada con sus regordetas mejillas coloreándose.
- Es que nos gusta más que nos las hagas dulces, como las que le haces a papá cuando no hay escuela – agrega Deniz con ojos brillantes tratando de salvar a su hermana. Definitivamente quería reír.
- Pues a mí me sonó que no les gusta mi comida, así que ahora ya no cocinare y solo comerán rocas y dulces para que se les caigan los dientes – me burlo de ellas empezando a preparar el té. Can no tardaría en llegar con Ates.
- ¡No mami! ¿Sin dientes como vamos a hablar? Nos pareceremos a “chimuelo” * – contesta preocupada Deniz con sus manitas en sus mejillas. Ya estaba muy recuperada, me encantaba verla reír y jugar como solía hacerlo, había ayudado el que ya me quedaba en casa.
- Seguro “chimuelo” no quiso comerse la comida de su mama y por eso lo pusieron a comer piedras, es más, iré al jardín y les traeré una… - las amenazo de forma juguetona.
- ¡No mami! – gritan las dos cuando tocan la puerta y escucho que se abre. No podía ser Can.
- Iré a ver quién es y luego traeré sus piedras dulces – les digo alejándome de ellas. Ambas se tapan la boca y yo me rio bajito. Adoraba estar con mis niñas.
- ¡Buenas tardes! ¡Familia! – grita Kemal entrando como si estuviera en su casa, sonrío cuando lo veo. Era tan enorme que ocupa prácticamente toda la puerta, detrás de él entra Bulut con una sonrisa. No llevaba traje, solo su usual ropa para trabajar en el jardín, le quedaba mejor.
- ¿Dónde está el tercer mosquetero? – pregunto saludando a ambos con un beso en ambas mejillas mientras los dejo pasar.
- Creo que la niña estaba enferma, pero se pondrá bien. Nada de que alarmarse – Kemal me guiña un ojo haciéndome sonreír; por lo general los veía juntos siempre, Kemal, Bulut y Metin.
- ¿Dónde están tus niños? – pregunta Bulut caminado a la cocina detrás de mí.
- El niño más grande se llevó a Ates a su práctica de karate, me quede con las niñas que se supone que deberían estar comiendo… – explico mortificada al ver los dos bancos solos y los platos llenos, ese par se me había escapado. Lo que más me sorprendía era que se habían bajado solas de los bancos cuando siempre insistían en que les ayudáramos o Can las cargara, suspiro resignada – y los más pequeños están mucho mejor.
- Me alegro – responde Bulut mientras Kemal se sienta en el banco que dejo Deniz y mueve la comida que seguro ya estaba fría.
- Niños… tienen un sistema de pánico con las verduras – susurra en broma. Seguro él lo sabía mejor que nadie, tenía seis pequeños en casa.
- Dejare que Can se ocupe, me rindo con esas dos – agrego sacando los pequeños vasos de té.
- ¿Tardara mucho en llegar? – pregunta Bulut ocupando el lugar de Yildyz y alejando el plato de él.
- No lo creo… ya debería estar en camino – respondo apagando la estufa – ¿paso algo?
- Preferiríamos esperar a que llegue, tenemos noticias – interviene Kemal tomando una fruta y moviéndola de un lado al otro.
- Pueden decirme… - susurro observándolos a ambos con seguridad. Ambos intercambian una mirada y yo ruedo los ojos. Se escuchan susurros y voltean la cabeza para ver a dos cabecitas, una morena y una rubia, asomadas tras la pared.
Les digo a las niñas que se acerquen a saludar y corren a los brazos de los dos hombres. Mientras las llenan de besos y las cargan me recargo en la encimera pensando en cómo había terminado siendo observada por todos con esa mirada de susto, y aunque no podía culparlos, me molestaba que lo hicieran, no me iba a romper. Después de que me entere de la muerte de Yguit no sentí nada, no merecía morir, pero lo que había hecho a mis hijos y a mí esposo me había hecho bastante insensible. Can no quiso enseñarme la carpeta con el informe de su muerte que Metin le proporciono, al verlo palidecer mejor no quise insistir. Pero por desgracia, las malas noticias viajan rápido y bueno, Can le conto a Emre, este le conto a Leyla, ella le dijo a mamá y tres segundos después todos mis conocidos sabían… era inevitable que no supiera lo que paso. Cuando escuche la conversación de mama con tía Melahat y Mihriban no podía creer lo que escuchaba, era horrible lo que le habían hecho en la cárcel y lo que se había hecho a sí mismo fue peor; si escucharlo fue horrible verlo fue una historia completamente diferente. Unos días después se “filtro” una foto de como encontraron el cuerpo de Yguit… basta decir que no parecía más aquel hombre que yo conocía, y lo más espantoso fue que antes de abrirse las venas se había grabado una “SANEM” en el pecho… eso sin contar lo que los otros presos le hicieron. Enloqueció.
Admito que no lo maneje muy bien, si, Yguit era un monstruo pero ese final que había tenido me hacía sentir muy culpable pensando en las tantas oportunidades que deje pasar para poder frenar esta cadena de desastres, las miles de veces que no quise ver la realidad que se convirtió en una pesadilla; a pesar de que Can me repitió una y mil veces que no era mi culpa, ese día regrese a casa llorando a mares por lo mal que me sentía, ni siquiera pude controlarme frente a los niños. Cuando llegamos a casa, Can ya no sabía que hacer conmigo o como consolarme, pero lo peor sucedió cuando trate de bajar de la camioneta, un dolor agudo me doblo por completo… rompimos cada límite de velocidad en la ciudad tratando de llegar al hospital. Después de eso solo me sentí peor, el doctor tenía razón al llamar mi atención, estaba dejando que la situación se me fuera de las manos y no estaba pensando en mis bebes, ESTABA EMBARAZADA y debía cuidarme. Recuerdo como Can prácticamente bailo de gusto cuando el doctor me PROHIBIO enérgicamente regresar a trabajar, no más vida acelerada para mí, a partir de ese momento no podía salir de la casa más allá de lo estrictamente necesario.
Tuvo sus ventajas, como pasar más tiempo con los niños, supervisar la ampliación de la casa o atenderme, tener tiempo para mí y mi escritura. Adoraba cambiar a los niños para que se fueran a la escuela y estar aquí cuando volvían, me gustaba pensar en que les haría de comer y escuchar con atención todo lo que contaban de la escuela además de ayudarlos con sus tareas, estaban aprendiendo tanto y yo me lo había estado perdiendo. Lo único que no me agradaba era dejar a Can irse, me aferraba a él todas las mañanas para que no se fuera e incluso ya varias veces me había llamado una Deren muy enojada porque el “jefe” no dejaba de llegar tarde a las reuniones. Había olvidado cuanto me gustaba la vida hogareña.
Ahora estaba mejor, mis niveles de azúcar estaban estables, comía a mis horas y adecuadamente, mi peso estaba en donde debía por mis meses de embarazo (Can estaba gozando de ello a pesar de que yo me sentía enorme) mis trillizos estaban contentos de tenerme cerca y no estar brincando entre la agencia, las niñeras y la casa, y lo mejor, los bebés estaban perfectamente bien.
- Ya estoy estable, - les aseguro sirviéndoles el té mientras las niñas corren de vuelta a su escondite; definitivamente dejaría que Can se ocupara, tenia magia para que le hicieran caso – no tienen que preocuparse…
- Eso dijiste la última vez y terminaste vomitando en el baño – me acusa Kemal jugando con la orilla de su vasito – tu esposo pudo haber acabado conmigo Sanem, no tienes compasión por nosotros.
- Can se preocupa demasiado – me quejo soplando a mi vaso. Can tenía un fuerte complejo de héroe.
- Can es precavido… - me contradice Bulut mientras toma un sorbo. Sonríe de satisfacción ante el sabor. Antes de que pueda hablar se escucha la puerta otra vez.
- ¡Mi vida! ¡Estamos en casa! – grita Can desde la puerta.
- ¡Estamos en la cocina! – grito emocionada. Todo mi cuerpo se enciende de emoción al escucharlo, ya quería que estos dos dijeran que querían para que pudiera recibirlo como se merecía. Can entra con Ates en sus hombros agarrándolo de sus manitas como si ambos fueran a volar.
- ¡Mami! ¡¿Adivina que?! ¡Hoy en mi clase mi maestro me felicito porque fui el mejor! – grita Ates mientras Can lo baja de sus hombros y este corre a mis piernas.
- ¡¿De verdad?! – grito contagiándome de su emoción; Ates sube al banco a un lado de mi para poder alcanzarme, abrazarme y besarme. Siempre era muy cariñoso conmigo – ¡mi niño es el mejor!
- Nuestro hijo es una verdadera máquina de patadas amor, - agrega Can acercándose también mientras Ates se baja. Sin pudor alguno Can me jala contra él y empieza a besarme asaltando mi boca como si estuviera en el límite, apenas y me deja respirar cuando su lengua ya está saboreándome, amaba cuando me besaba así.
- Cof cof… grrr… - hace un sonido Kemal interrumpiéndonos. Por un segundo había olvidado que estaban aquí.
- ¿Acaso somos un cuadro en la pared? – susurra Bulut chocando los puños con Ates después de Kemal.
- ¿Como es posible que nos ignores hermano, no soy fácil de pasar desapercibido, has visto mi tamaño? – lo acusa bebiendo de su té con una sonrisa.
- Nada puede distraerme de saludar a mi esposa, ¿has visto lo hermosa que es? – Can me abraza para darme otro beso en la mejilla. Sonrío de gusto, me sentía como un gatito que estuviera siendo consentido, en cualquier momento empezaría a ronronear si seguíamos así. Can besa mi cabeza para después soltarme y saludar a ambos.
- Lo que no entiendo es, ¿cómo tú puedes estar aquí siendo todo besos y abrazos con tu esposa y yo no puedo con la mía? – se queja Bulut sentándose otra vez mientras mando a Ates por sus hermanas y les sirvo de comer otra vez.
- ¡Oye yo he mandado a Deren temprano a casa! Es ella la que no me hace caso… - se defiende Can levantando las manos y colocándose a un lado de mi para sostener mi cintura. Aprieto las piernas y los labios de frustración, era una adicta al contacto.
- Mi esposa es una adicta al trabajo – se queja Bulut sacudiendo la cabeza.
- Es mejor que empecemos con esto para que puedas sacar la cabeza de tu mujer de la agencia, - interviene Kemal terminando su té – o ese rojizo cabello solo se pondrá más colorado…
- ¿Vamos afuera? – les sugiero. Sospechaba que era un tema delicado, siempre lo era si iban juntos, y no quería que los niños escucharan. Todos están de acuerdo, le pido a Can que siente a los tres a comer mientras llevo conmigo una bandeja de té para todos.
Ya en el patio alcanzo a ver como Can les pide a los tres que coman su comida entre besos, abrazos y muchos choques de palmas, amaba verlo con los niños… Ates ni siquiera lo piensa, ya estaba devorando todo en el plato.
- Estas empezando a babear Sanem… - se burla de mi Bulut sacándome de mi ensoñación.
- ¿Qué estás diciendo? – me defiendo en un susurro sentándome frente a ellos y colocando la bandeja de té, podía sentir mucho calor colorear mis mejillas. Can llega cuando estoy terminando de servir.
- ¿Y bien? – pregunta sentándose a mi lado colocando un brazo en el respaldo del sillón detrás de mí y jugando con los mechones sueltos de mi peinado.
- Bueno, - empieza Kemal apoyando sus codos en sus rodillas y entrelazando sus manos, una fina corriente de aire pasa a través de nosotros como si nos advirtiera a estar preparados. – el miércoles se leyó el testamento de Yguit, tenemos noticias que les interesan.
- ¿Acaso tenía bienes? – pregunta Can enredando mi cabello en su dedo. Me estaba castrando trabajo concentrarme.
- Al parecer si, - responde Bulut recargándose en la silla con ambos brazos en los reposabrazos – un amigo de la antigua firma en la que trabajaba me llamo para avisarme porque sabe que soy tu representante legal Sanem. Me conto que se iba a leer el testamento, me dio la lista de los que fueron convocados y la verdad me sorprendí así que fui. Al parecer, Yguit no vendió la totalidad de la editorial, solo fue un porcentaje que le permitía recibir regalías por los libros publicados, asumí que esos eran los fondos que uso para todo lo que hizo. No eran demasiado como lo que solía tener, pero si lo suficiente para poder vivir y moverse, como sea, en el testamento se estipuló que se le dejaba cierta cantidad a su madre y otra parte a Polen.
- ¿No le dejo todo a Polen? – pregunto sorprendida. ¿Acaso había alguien más importante en la vida de Yguit que su hermana?
- No, - responde Bulut – una persona más fue citada, pero para que esa persona tuviera los derechos tenía que cumplir ciertas condiciones…
- ¿Quién es esa persona? – pregunta Can tamborileando los dedos de su otra mano y apoyando la punta de su pie en la pequeña mesita. Bulut suspira.
- Huma Divit – responde Bulut. De inmediato volteo a ver a Can con ojos sorprendidos, el solo suspira fuerte y apoya la cabeza en el sillón con los ojos cerrados.
- ¿Cuáles eran las condiciones? – pregunto con miedo. Con Huma como beneficiaria cualquier cosa era posible.
- Primero tiene que asegurar la estabilidad financiera de Polen, está pasando por un mal divorcio y sus finanzas no son muy buenas porque al parecer, ella y su ex esposo tienen muy mala relación y ahora que nació él bebe todo empeoro. Creo que el padre quiere pelear la custodia… – explica Bulut tomando un sorbo de su té. Yo no podía, estaba teniendo nauseas.
- ¿Qué quiere Huma? – pregunta Can sin dejar de jugar con mi cabello. Ya no sabía quién se sentía más tranquilo con eso, si él o yo.
- Bueno, - comienza Bulut suspirando – cuando me entere de eso, de inmediato llame a Metin porque de alguna manera sabía que esto nos iba a involucrar a todos. Eso fue el miércoles por la tarde, antes de avisarte queríamos estar preparados para todo lo que se nos fuera a venir encima y me dedique a buscar todos los archivos legales de la agencia, los libros de Sanem y las patentes de las cremas. El jueves por la mañana me llego un correo muy peculiar, Sanem… Huma acaba de levantar una demanda por la patente de cada uno de tus libros, sobre todo el primero – me explica viéndome directamente a los ojos. Siento como se me va la respiración.
- ¿La demanda es contra ella? – pregunta Can apoyando su frente en su mano que está en el reposabrazos.
- Así es - responde Bulut serenamente enderezándose.
- Pero hay algo más… - interviene Kemal sirviéndose más té. Lo tomaba como agua.
- Antes de que algo más suceda, necesito la carta que te dejo Yguit hace seis años, aquella donde te deja los derechos de tu libro. Esto es muy importante porque antes de que cualquier avance sea hecho, la abogada de Huma solicito una audiencia con ambos, nada formal, solo quieren “hablar” … por decirlo de una manera. – las palabras de Bulut me dejan helada. ¿Qué hacía ahora? Volteo a ver a Can y su mirada esta fija en la mesa frente a él, sabía que esto era muy doloroso, después de todo era su madre.
- ¡PAPÁ! – grita Ates desde la casa haciéndolos brincar. Can aprieta mi mano y se levanta para entrar corriendo, seguro Ates estaba en el baño y no podía acomodarse el pantalón, mi hombrecito empezaba a avergonzarse conmigo. Ambos hombres lo observan irse, cuando Can entra a la casa fuera de nuestra visión los dos me miran con urgencia.
- Sanem hay algo más… - claro que sí. Esto no sería un problema sin la cereza del pastel.
- ¿Qué es? – pregunto acariciando mi vientre.
- Encontramos el dinero que Aylin se llevó, en este momento está en custodia, pero sé que tarde o temprano te lo devolverán. El punto es que estaba escondido en una casa que posiblemente no te resulte familiar en este momento, pero lo hará, mira esto – Kemal saca una hoja doblada de su pantalón y la extiende en la mesa, levanta la vista nerviosamente hacia donde está la puerta por si Can volvía – encontramos este estado de cuenta dentro de la bolsa, aquí es donde iba a depositar el dinero, no está a su nombre, es el nombre de su madre. Cuando el capitán me aviso que habían encontrado toda esta información me puse a investigar un poco y descubrí que a esta mujer le han estado depositando dinero continuamente de una cuenta, tiene un patrón, es cada seis meses y siempre por la misma cantidad… observa… - me enseña el papel de frente porque mi prominente panza no me deja acercarme. Esos números ya los había visto antes.
- Es la cuenta de Leyla… la personal – susurro sin poder creerlo. ¿Qué hacia mi hermana mandándole dinero a la mama de Aylin? Eso no era posible…
- Exacto, - afirma Kemal doblando el papel y entregándomelo. – de la cuenta de Leyla se han estado haciendo traspasos…
- Mi hermana no haría eso – afirmo viendo a ambos hombres a los ojos.
- Lo sabemos Sanem, - responde Kemal apoyando sus grandes brazos en sus piernas y entrelazando sus dedos – sería absurdo pensar que Leyla haría algo así, lo que nos lleva a…
- Emre, - lo interrumpo volteando a la casa, no se escucha ruido y ya no hay platos en la barra, Can seguro los había llevado a nuestra habitación – pero se veía realmente sorprendido de que Aylin estuviera involucrada… ¿Por qué haría esto?
- Mi suposición es que Emre quiso ayudar a la mama de Aylin; no se si sepas que el padre de Aylin era muy importante en el mundo de los negocios, pero se le acuso por fraudes y malversaciones, antes de ser sentenciado le dio un infarto y murió. Dejo a su mujer e hija en la ruina, Aylin era el único sustento de su madre, pero al ir a la cárcel no habría nadie que la apoyara. Emre maneja las finanzas de la agencia y Leyla la de las cremas, pero sería inocente creer que no tienen acceso a la información del otro, al menos Emre a la de Leyla; si conoces los trucos se puede desaparecer dinero y llevarlo por donde nadie lo vea, Emre es un experto en lo que hace. Sabía que Leyla no se lo permitiría por lo que lo mantuvo en secreto… - me explica Kemal. Con razón no querían que Can supiera, se iba a enfadar muchísimo si lo sabía.
- Pero… - inicio observándolos a ambos. Algo en ellos no me daba confianza – sospecho que eso no es todo…
- Bueno… - agrega Bulut – es solo una suposición Sanem…
- Después del altercado de Fabri, Can mando reinstalar todas las cámaras de seguridad de la agencia, videos y fotos se fueron al depósito de la agencia, pero cualquiera puede acceder a ellos; después hubo una tormenta eléctrica y Emre mando poner otra vez el sistema de vigilancia de la tienda y la casa de tus padres. Can mando a que la misma compañía de seguridad mandara a instalar un sistema en varios puntos del bosque y tu casa cuando tus pequeños comenzaron a crecer después de que Ates se perdiera, en la misma tormenta eléctrica se echaron a perder y lo que se pudo salvar termino en el mismo depósito de la agencia. Las fotos que fueron filtradas fueron tomadas en ese tiempo, ¿Quién pudo tener acceso a ellas si Aylin estaba en la cárcel e Yguit en Rusia?
- Tiene que ser un error… - susurro con lágrimas en los ojos.
- Solo hay una manera de saberlo, - agrega Bulut – necesitamos tener acceso a la información que Emre y Leyla manejan, pero sin que se vea sospechoso. Tienes que buscar la manera de saber que tan involucrados están… hasta ahora, la mama de Aylin no ha querido hablar, pero no tiene caso, la señora tiene un importante cuadro de demencia y pérdida de memoria. Cree que Aylin aun es una niña y no ha llegado de la escuela, la encontramos en condiciones muy malas y necesita atención así que ella no puede ayudarnos.
- Can tiene que saber… - les afirmo humedeciendo mis labios. Odiaba ocultarle cosas y Can se ponía como una fiera cuando lo hacía.
- No vamos a detenerte Sanem, pero consideramos que es mejor que esperes hasta que tengamos pruebas. Can es muy irascible y no se contendrá si acusamos a su hermano sin razón… - me advierte Kemal recargándose otra vez en su silla y adoptando la posición relajada que tenía antes. Podía sentir a Can acercarse, inhalo y exhalo para controlar mis emociones.
- Los niños verán una película en nuestra habitación, terminaron todo el plato… - me avisa sentándose a mi lado otra vez y tomando mis manos. Solo sonrío.
- Entonces, ¿en que estábamos? – pregunta entrando a la conversación otra vez.
- Le decía a Sanem que mientras estemos preparados no hay nada de qué preocuparse – le explica Bulut pasando sus manos por detrás de su nuca – esto es solo el intento desesperado de Yguit por mortificarles la vida aun después de su muerte…
- Ahí estaremos el lunes después de dejar a los niños en la escuela – les aseguro apretando la mano de Can.
- ¿Qué es Kemal? – le pregunta Can con ojos entrecerrados cuando ambos hacen ademan de levantarse.
- ¡Ah! Solo quería avisarte que la policía encontró el dinero de Aylin, estaba en casa de su madre, está en custodia, pero pronto podrás recuperarlo. – le explica a Can. Este le da una larga mirada, no sabía porque, pero sospechaba que Can sabía que algo le ocultaban.
- Es bueno saberlo… - susurra. Ambos hombres se levantan y nosotros con ellos. Los acompañamos a la puerta y nos despedimos.
Esa noche, después de que Can baño a las niñas (Ates no se despertó por más que lo llamamos) y de mi “tiempo de calidad” que ni la peor tormenta haría que me perdiera, lo necesitaba como a mi próxima respiración, no podría dejar de darle vueltas al asunto. ¿Emre nos había vendido? Era difícil de creer, sabía que tuvo su mala época cuando fue manipulado por Aylin pero que lo hiciera otra vez iba más allá del límite, no lo haría, ¿o sí? Estaba segura de que Leyla no tenía idea, si algo tenía mi hermana era un fuerte sentido de la moral y la ética, pero amaba a Emre y eso la cegaba… ¡off! Era horrible pensar en eso y aparte la locura de Huma. Pero no me dejaba engañar, Polen estaba detrás de todo, su obsesión se estaba saliendo de control.
Detrás de mi Can suspira susurrando algo inentendible y hundiéndose en mi cuello, el movimiento de sus piernas hace que la cobija se resbale un poco dejando pasar un poco de frescura a mi piel sobre calentada. Después de que grite su nombre en la almohada y él el mío en mi hombro se había quedado profundamente dormido, lo estaba agotando mucho pero también lo veía más contento que de costumbre. Esto de no trabajar lo había relajado bastante. Sin embargo, pasábamos menos tiempo juntos y eso me había vuelto una loca desesperada; antes subía a su oficina a pasearme con vestidos o faldas cortas para que me viera, me sentaba en sus piernas para besarlo y salía corriendo para que se escapara conmigo a mi oficina (las paredes no eran de cristal) y ambos pudiéramos desahogar esa atracción que siempre parecía quemar, o en las reuniones, solía jugar con su mano debajo de mi falda para volverme loca, me robaba besos cuando iba a visitarme y me encontraba perdida en mis pensamientos y lo más divertido, me mandaba mensajes “calientes” y yo fotos para terminar desperdiciando nuestra hora de comida en todo, menos en comer “comida”.
Aviento la cobija lejos de mí, estaba muriéndome de calor con esos pensamientos. Can siempre me había hecho sentir tan deseada que quería provocarlo todo el tiempo, incluso una vez fingió un incendio, encendiendo la alarma para que pudiéramos tener un rato a solas. Ese deposito era una bendición. El depósito…
- ¡Uff! – me quejo pateando la cobija que quedo a mis pies. Ya no lo soportaba.
- ¿Qué pasa bebe? – susurra Can con voz adormilada estirándose en la cama.
- No soporto el calor… tus hijos me están convirtiendo en un horno, solo me falta la lucecita roja – me quejo echándome aire con la mano.
- Esas son buenas noticias, cuando estén listos para nacer harás un sonidito de alerta – responde con los ojos cerrados. Le doy un empujón con el codo haciéndolo reír.
- Para ti es fácil decirlo… - me quejo. Al menos los bebés no se estaban moviendo.
- Está bien, te ayudare – responde enderezándose; se quita su ropa dejándome con los ojos muy abiertos… esto no estaba ayudando, luego se acerca a mi para tomar mi blusa de seda, pero lo detengo.
- ¿Qué haces? – pregunto sin dejar de ver su cuerpo de arriba abajo. Estaba totalmente perdida.
- Es obvio que no aguantas la ropa, quítatela. – como estoy tan embelesada observándolo me dejo desvestir. Se levanta de la cama y abre un poco la ventana, regresa y se acuesta a mi lado llevándome con él, no estábamos totalmente acostados porque ya no podía dormir recta, pero esta posición era muy cómoda; con mi cabeza entre su hombro y su pecho mi piel empieza a enfriarse hasta que sopla muy suavemente. Era como si un volcán hubiera explotado en cada poro de mi piel y al mismo tiempo una brisa refrescante apaciguara toda la explosión… - ¿mejor?
Asiento con la boca entre abierta, sonríe ampliamente, besa mi mejilla y sigue soplando hasta que después de más besos y caricias al fin puedo dormir.
La reunión con Huma fue peor de lo que esperábamos, se sentía la tensión en el aire. Llegaron ella, su abogada y Polen con el bebé que había afirmado era de Can, no tenía nada contra la personita que sostenía en sus brazos pero que lo haya utilizado para lastimarnos me parecía lo más bajo que se pudiera hacer, ¿Qué madre podría hacer eso? Huma y su versión más actual, Polen. Can me había contado cuando se fueron que el tampoco confiaba en Polen, eso de que ella “no quería que Huma siguiera con la demanda” se le hacía muy extraño, es más, me había dicho que Huma los había utilizado a él y a Emre en el divorcio de su padre para poder quedarse con más dinero y propiedades. Polen y Huma estaban hechas del mismo material.
Me dolía horrible la cabeza, los gemelos no dejaban de moverse y la espalda me estaba matando. Le había pedido a Beste que me llevara un te mientras estaba ahí, ya casi no iba a la agencia, pero esta era una excelente oportunidad para poner a la obra mi plan. Detrás de la barra del café, me aseguro que nadie me esté escuchando y marco el número de Ayhan.
- ¿Querida Sanem? – pregunta Ayhan sorprendida. Normalmente si quería saber algo mandaba mensajes, entendía el porqué de su sorpresa.
- Ayhan, necesito un favor… - le digo atropelladamente cuidando que no venga nadie.
- Dime cariño… - responde con preocupación ante mi tono.
- Leyla y yo iremos a comer, estoy en la agencia en este momento, llegaremos al restaurante como en media hora y ella no estará en línea. Necesito que entres a su oficina y busques sus estados de cuenta, de Emre o alguna conjunta. No lo sé, cualquier cosa que tenga relación con el negocio y la agencia y que involucre a Emre. No tardaremos mucho porque Leyla no aguanta estar sentada demasiado tiempo. Tienes que ser cautelosa porque cuando se conecte otra vez al sistema si ve algo anormal se dará cuenta y de inmediato le dirá a Emre, la base de datos de la empresa es su otro bebé … - le pido en un susurro.
- Sanem, amiga, ¿porque quieres que haga eso? ¿Qué pasa? – me pregunta escéptica.
- No te lo puedo contar ahora, pero por favor hazlo, te lo suplico… - le ruego apretando mis labios.
- Pero no tengo su contraseña… - replica en tono preocupado.
- Su contraseña es la fecha de su boda – sonrío. A pesar de la cabeza tan lógica y recta de mi hermana, era una romántica.
- Está bien, – responde resignada – mándame un mensaje cuando ya estés con ella y lo hare.
- Gracias, te quiero – le digo en tono más suave.
- Yo a ti amiga – responde en tono dulce y cuelga.
Inhalo y exhalo tratando de relajarme cuando la voz de Beste me hace saltar, eso provoca que se derrame el té encima y haga todo un desastre, Ceycey hace todo un drama por todo el lio… era mejor que saliera de ahí, el ambiente en la empresa no me hacía bien. Mis nervios estaban contagiando a todo el mundo. Ya en la comida Leyla no deja de hablar de lo difícil que es para ella quedarse en casa, a pesar de sus 8 meses de embarazo, como extraña el trabajo en oficina y como a pesar de todo el pequeño Aziz disfruta tenerla cerca y practicar con él al tocar el clarinete además de sus otras clases extraescolares, pobre niño, se la vivía en escuelas. Solo la escucho con una sonrisa, no podía dejar de darle vueltas al asunto de Emre y Aylin y me estresaba pensar que mi hermana tuviera algo que ver.
- ¿Y cómo va Yildyz y Deniz en el ballet? – me pregunta sacándome de mi ensoñación.
- Bien, - respondo con una sonrisa – aunque a Yildyz le cuesta seguir la disciplina. Tal vez la cambie a danza un poco más contemporánea o ya no la lleve, no quiero forzarla…
- Sanem tienes que ponerle más limites, - ruedo los ojos, aquí íbamos otra vez; mi hija sabia comportarse, solo era más activa – ¿porque no la llevas a clases de música?
- ¿Mas clases? Son niños hermana, ¿en qué momento jugaran si se la viven en clases? – le pregunto jugando con mi comida apretando el celular en mis manos para calmar mis nervios.
- No todo es juego y diversión… - me regaña tomando de su té.
- No todo es clases y disciplina, los niños necesita divertirse también y ya van a suficientes clases – me defiendo – Ates va a karate y es excelente con los números además de su extraña fascinación por armar y desarmar cosas, Yildyz va a ballet y toma clases de dibujo en la escuela, Deniz también va a ballet y en casa siempre tiene la nariz en un libro, incluso una vez la vi leyendo el manual para usar la lavadora solo porque quería saber para que eran todos los botones. Además, los tres van a natación los sábados y andan rondando por ahí en las bicicletas. Aparte si se van siempre a clases, ¿en qué momento pasaran tiempo en familia?
- Puedo entenderlo… - responde. Se que no se ha rendido, pero me da la razón para no discutir; Leyla tenía muy metido en la cabeza el llevar a los niños a cursos de todo.
- ¿Como esta Emre? Apenas lo salude antes de que Huma llegara… - cambio el tema.
- Estaba muy decepcionado cuando Can le dijo lo del testamento y la demanda, se frustra al saber que su madre esta empecinada en mortificar su vida. – me responde con una mirada de tristeza.
- Me imagino… - respondo en un susurro – hermana, ¿tú sabes quién es Defne Guner?
- ¡¿Por qué?! – me pregunta con sus grandes ojos azules abiertos de par en par y más pálida de lo normal.
- Vi un artículo de ella en una revista, - le explico; sabía que me creería porque tenía memoria fotográfica – me sorprendió mucho enterarme de que es la mamá de Aylin…
- Si, lo sabía – responde bajando su vaso de té con cuidado y limpiándose cuidadosamente los labios con una servilleta – su vida fue muy triste. Era una reconocida modelo, muy hermosa en sus buenos tiempos y se casó con un hombre horrible que la destrozo. Recuerdo que Emre la menciono unas veces como la mamá de Aylin, pero nunca la vi de frente, por lo que se, a Aylin no le gustaba hablar de eso.
- Kemal nos avisó que encontró el dinero, estaba en una casa en uno de los barrios más pobres de la ciudad. La casa está a nombre de ella… - le cuento tratando de incitar alguna reacción en mi hermana, pero sus ojos permanecen impasibles.
- Pues es de esperarse hermanita, - me responde tomando mi mano a través de la mesa – uno siempre regresa a la familia, no importa como sea. Si Aylin se sentía desesperada por esconderse, era lógico que fuera a donde su madre.
- Claro, así que ¿nunca la viste en persona? – le pregunto insistiendo un poco más.
- No – me responde con tranquilidad – solo en revistas y fotos antiguas en internet. Según se, Aylin no era apegada a ella a pesar de su enfermedad.

6 años después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora