CANEM "MIENTRAS SOSTENGAS MI MANO"

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6 AÑOS DESPUÉS…

CANEM “MIENTRAS SOSTENGAS MI MANO”

SANEM

Estupefacta dejo caer el papel de mis manos. Mi respiración agitada, mis manos temblorosas, mi mente nublada… un cosquilleo sube de mis pies a mi cabeza. Estaba embarazada. Quería pensar que era una sorpresa, que no lo esperaba, que no lo había deseado, pero sería una mentira. Yo quería una familia grande, sentía tanto amor para dar que mi corazón se sentía muy hinchado… un suave calor me recorre mientras toco mi vientre con mis palmas. Íbamos a tener otro bebe.
No podía contener mi emoción, sonrío de felicidad, aunque un repentino miedo se instala en mi corazón, ¿será un bebé o serían más? No sabía si Can y yo podríamos con otro trio de bebés, pero no me importaba, los o lo amaríamos mucho, los ayudaríamos a crecer como a los que ya teníamos. Ya lo amaba, ya sentía que daría mi vida por el o ella, así como por mi Ates, mi Deniz o mi Yildiz; tenía tanta curiosidad, ya quería conocerlo, ya quería presentarle a nuestra familia y a sus hermanitos… no podía esperar.
Mientras suenan sirenas de la policía a lo lejos volteo a ver a Can y su cara me confunde…
- ¿Can? – lo llamo, pero está totalmente estático; paso mi mano delante de su cara, pero no se mueve - ¿Can? ¿Can? ¿CAN? ¡¿CAN! Dime algo, no te quedes callado…
- Sanem… tu… - enfoca su mirada en mí. Esta pálido, por alguna razón no siento que este tan emocionado como yo.
- Vamos a tener otro bebe Can… - tomo sus manos emocionada. Él no me devuelve la sonrisa, parece perdido…
- ¡¿Cómo paso esto Sanem?! – me grita preso del pánico.
- ¿A qué te refieres con “como”? – me cruzo de brazos enfadada; no podía creer que me estuviera reclamando.
- Sanem se supone que nos estábamos cuidando… - susurra. Sus ojos están llenos de miedo, levanto una ceja, cada vez estaba más enojada.
- ¡Pues perdón señor “no puedo estar sin ti Sanem”! si no mal recuerdo, antes de irte de viaje estabas todo salvaje e insistente conmigo, ¡no me dejabas ni dormir! Y hasta cansaste a los niños a propósito y me atrapaste lavando tu ropa, ¡NO ME DEJASTE TERMINAR! – le reclamo apuntando mi índice a su pecho. Lo más increíble es que se ríe y me jala cerca de él.
- Si mal no recuerdo fuiste tú la que se me fue encima… - responde con tranquilidad atrapándome cerca, como podía lograrlo con un solo brazo era algo que no entendía; intento zafarme de su agarre, pero es increíblemente fuerte– cuando fuimos a casa de tus padres y en la agencia…
- Ah ah… ¡¿Cuándo hice algo así?! – respondo. Siento mis mejillas incendiarse de vergüenza. Como le encantaba hacerme sentir incomoda…
- ¿No te acuerdas? – pregunta con media sonrisa. Sin soltarme, se acerca a mi oído, odiaba que hiciera eso porque como el primer día, no podía procesar su cercanía.
- No sé qué dices… - respondo con voz temblorosa cerrando los ojos con fuerza.
- ¿Acaso ya olvidaste como en tu habitación en la casa de tus padres, subiste por un libro y te iba ayudar pero mientras te esperaba acostado en tu cama encontraste un lugar donde “acomodarte”? aún tengo la marca en mi mano de cuando me mordiste para que tus padres no nos escucharan… – abro los ojos como platos sintiendo que se me va la respiración – o en la agencia, cuando fuiste a que te firmara un papel y no dejabas de “tirarlo” al suelo delante de mí…
- ¡¿INSINUAS QUE FUE A PROPOSITO?! – le reclamo. Tener su cuerpo tan cerca hace que se me quiten las ganas de pelear concentrándome en cada parte de él…
- Se que fue a propósito… - sonríe mirándome a los ojos otra vez – no es que me queje, me gusta que seas traviesa.
- Pues parecía que sí, - contesto recordando mi enojo; desvió la mirada para no perderme en sus ojos. No podía creer que me haya reclamado; con su nariz roza la mía así que aprieto los ojos, no se lo iba a poner fácil. – estas enojado…
- Entre en pánico por un momento… - susurra. Cuando estoy a punto de contestarle el derrape de varias llantas nos hace voltear al camino de la entrada.
Se escucha el azote de puertas, varios oficiales bajan por el camino, Can me suelta un poco, pero deja su mano en mi cintura, tenía un mal presentimiento de esto. El oficial que lidera el grupo le enseña una placa y una hoja.
- ¿Señor Can? – pregunta. Siento su cuerpo ponerse tenso, volteo a verlo, pero su mirada sigue hacía en donde está el oficial.
- Necesito que me acompañe, - saca unas esposas, siento como mi corazón se acelera y un sudor frio recorre mi espalda, - tenemos una orden de arresto contra usted…
Can suspira y baja su mirada para encontrarse con la mía, mi miedo se ve reflejado en sus ojos y toda mi alma se parte en mil pedazos.

CAN
El oficial me conduce a una celda vacía, a un lado de ella una cara familiar me sonríe de forma burlona. Ya veía esto venir.
Entro y me siento en la dura cama, subo una pierna y me apoyo en ella recargando mi cabeza en mi mano. La mirada de Sanem al irme me dolía en el alma, había bajado mi mano a su vientre y ella la había cubierto con las de ella más pequeñas. Sus ojos se habían llenado de lágrimas, la había besado en la mejilla susurrando un “TE AMO” en su oído antes de soltarla. Había odiado hacer eso.
Dejar su mano siempre me había causado un dolor físico terrible, perdía totalmente el control cuando no estábamos cerca, era como un adicto que había perdido su droga; tenía ganas de gritar, romper, golpear y patear cosas…
- ¿Así que mi hermanita lo logro? – susurra Yguit con voz ronca. Por su aspecto, su cuerpo estaba totalmente en contra de él.
- Está embarazada – le suelto. No iba a aguantar sus tonterías otra vez y tal vez era algo infantil pero quería que me dejara en paz, dos podíamos jugara este juego. Al no contestarme, levanto la mirada para observarlo. Cualquiera diría que le clavaron un puñal en el estómago.
Por un buen rato no dice nada, está perdido en sus pensamientos. UN DÍA, un día había estado tranquilo en mi hogar, jugando con mis niños, viendo a Sanem sonreírles, pasando el tiempo en paz con mi familia… paso mis manos por mi cara frustrado. No iba a perdonar esto, no más compasión, iba a ponerme delante y solucionar esto de una vez por todas…
- Felicidades – contesta Yguit. Empieza a toser continuamente, gotas de sangre empapan un poco su camisa; este hombre era un experto en la manipulación por lo que no le creía. Sonríe. – ¿no me crees?
- No – contesto cortante.
- Me rindo Can… - contesta recargando su cabeza en la pared – mi cuerpo duele demasiado. Polen ha estado molestándome con quitarle a Sanem los derechos del libro, pero no me interesa, lo que me interesaba recuperar es imposible de hacer así que se acabó.
Ni siquiera me inmuto; era una vil mentira. Me levanto y me acerco a su lado de la celda, lo miro a los ojos y el me regresa la mirada.
- Dime algo, - comienzo apoyándome en los barrotes – dijiste que intentaste hacer… - no puedo ni terminar la oración. Me asqueaba y me volvía loco el solo de pensarlo; se levanta tembloroso y con pasos cansados se acerca a donde estoy, estamos cara a cara.
- En uno de sus ataques, le rogué me permitiera quedarme con ella, le rogué que te olvidara. Enloqueció y cuando su mente se volvió negra cayo en mis brazos, su olor era tan atrayente que la acerque a mí. Mi deseo por ella fue más fuerte que yo, así que empecé a besarla, empecé a tocarla de la manera en que siempre soñé, pero…- no podía escuchar más y a través de los barrotes lo jalo para golpearlo contra ellos.
Empieza a reírse sin control. Una cosa era cierta, Yguit había perdido la razón; enseguida se acerca un policía, le pregunta que le paso y él le miente diciendo que se cayó. Afortunadamente se lo llevan dejándome solo con mis pensamientos.
La primera vez que Sanem y yo estuvimos juntos me di cuenta de que era virgen, algo que ya había dado por hecho, pero existían varias maneras de agredir a una persona y en ese tiempo, Sanem confiaba ciegamente en Yguit lo que la hacía muy vulnerable a lo que ese monstruo quisiera hacerle.
Un tiempo después Sanem aparece y me acerco corriendo al frente de mi celda.
- Mi vida – pasa una mano a través de los barrotes. Grandes lagrimas caen de sus ojos, me mata verla así – mira como estas… Can…
- No llores más, estoy bien – le aseguro tomando sus manos a través de los barrotes y calentándolas con mi aliento – no es bueno para él bebe que estés de esta manera ¿Dónde están los niños?
- Se quedaron con tus padres, les dije que iríamos por sus bicicletas. Can, ya no puedo más… es demasiado. ¿Por qué sigue pasando esto? ¿Por qué no puedo amarte Can? ¿Por qué? – agacha su cabeza aferrándose a los barrotes. No podía seguir viéndola de esa forma.
- Sanem, escúchame… - levanto su barbilla para que me mire – podemos con esto y más. No estás sola, recuerda que somos tu y yo contra lo que sea. – tomo sus manos y las beso.
- ¿Qué hicimos tan mal Can? ¿Qué? – me da pánico que piense así. No podía dejar que se hundiera.
- Sanem, no te rindas porque yo no me rendiré contigo. Nunca. Eres el amor de mi vida y voy a ponerme delante de quien sea para cuidarte, solo no te rindas. Los niños te necesitan, vamos a tener otro bebe y te necesita, y lo más importante, YO TE NECESITO. No soy absolutamente nada sin ti, - acaricio sus mejillas limpiando otra vez sus lágrimas – lo solucionaremos, solo NO SUELTES MI MANO, no me sueltes nunca mi amor…
Me da una gran sonrisa y se aferra a mis manos. No necesitamos más palabras, veo que su fuerza cobra vida otra vez, la decisión llena sus ojos relucientes. Íbamos a ser padres de nuevo, y aunque había entrado en pánico por tener la posibilidad de cuidar seis niños en vez de tres, no quisiera nada más. Siempre había querido una familia, la protección de la compañía de personas que te aman, quería que mis hijos tuvieran todo el amor que yo había ansiado tanto en mi infancia y que solo había encontrado a un lado de Sanem. Íbamos a arreglar esto, no la decepcionaría, jamás.
- Señora tiene que salir… - advierte un policía a Sanem.
- TE AMO MUCHO – me susurra repartiendo besos en mi mano. Sonrío para infundirle valor, y ella me regresa la sonrisa.
- TE AMO MUCHO – contesto bajando mi mano a su vientre. Sonríe más ampliamente y se va.
Regreso a la cama; padre otra vez… no podía creerlo. No, si podía. Sanem tenía razón, no le daba ni un minuto, nunca tenía suficiente de su sonrisa, de su cuerpo, de sus palabras, de sus caricias y de su amor… era un obsesionado de todo lo que tuviera relación a ella. No estaba seguro de si era normal o no, pero era consciente de que siempre la necesitaba.
No me importaba tener diez o veinte hijos con ella, lo haríamos bien, nos esforzaríamos para que esos niños fueran buenas personas, para protegerlos de todo mal, no iba a dejar que nadie abusara ya más de ellos, ni de mi Sanem ni de mí. Ya había tenido suficiente.

Los temblores son cada vez más fuertes. Aprieto mis piernas contra mí, pero no me puedo detener, era el síndrome de abstinencia, no iba a aguantar mucho.
No sabía qué hacer, a donde ir, o como moverme; había confiado en Yguit para salir de aquí pero no me podía acercar a ningún lado sin que me encontraran. En una televisión de un restaurante había visto como se llevaban a Yguit a la cárcel, pero por cinco segundos, vi su cara otra vez. No había cambiado mucho, sus ojos se veían más maduros… su cabello siempre rubio oscuro resaltaba entre los demás y esos ojos tiernos que hacía mucho tiempo me habían fascinado ahora tenían una pizca de madurez que antes no tenían. Emre.
Paso mis manos por mi cabello, me sentía tan débil, no quería ni pararme. Otra vez me encontraba atrapada víctima de las decisiones de los demás, ¿Por qué no podía tener lo que quería? Lo peor fue verlo en casa con su esposa, solo por eso no me había importado que la niña me viera después, quería saber cómo estaba… esa noche, había estado sentado en el sillón leyendo y ella se había acercado con una taza de algo caliente, su sonrisa fue majestuosa, prácticamente la había abrazado sin tocarla.
Pude haber tenido esa vida, pudimos haber tenido hijos, yo debería ser la que le acercara una taza para que se caliente en las noches, yo debería estar entre sus brazos. Los dolores en el estómago me estaban matando…
Había recurrido a las drogas en la cárcel como un escape a la cruel realidad en la que había caído, para aliviar las penas de lo que había perdido. Can y Sanem me habían hecho eso… de los temblores me castañean los dientes. NECESITABA UNA DOSIS. ¿Pero habían sido Can y Sanem? No lo sabía ya, estaba tan confundida… recargo mi frente en mis rodillas con el fin de aliviar un poco los temblores. Can y Sanem habían sido un daño colateral, ahora que lo pensaba bien, se habían atravesado en mi camino y en el camino de lo que SIEMPRE DEBIO SER MIO. Yguit los odiaba, pero yo no, solo me molestaban.
Yguit me había repetido muchas veces que buscara al culpable de mi cruel destino, que lo hiciera pagar por todos los horrores que había vivido. Solía ser hermosa, fuerte, inteligente, sensual… solía tenerlo todo, pero lo perdí ¿por quién lo perdí?
¿Quién era el verdadero culpable de mi desgracia? ¿Quién era el causante de que mi vida terminara así? ¿Había sido Sanem con su ingenuidad y su buena suerte al encontrar quien la protegiera? ¿Había sido Can con sus buenas intenciones de ayudar a todos y con su pasional amor hacia Sanem? ¿Había sido Leyla por tomar lo que era mío cuando me fui, por ser la mujer que el necesitaba? ¿Había sido Emre por no amarme lo suficiente y dejarme hundir en ese agujero oscuro lleno de vicios? ¿Había sido yo que me deje cegar por mis ambiciones, por creer que merecía lo mejor?... ¿Quién era el verdadero culpable?
El que provoco todo desde un inicio, el que me quito todo, el que no me creyó digna, el que lleno mi cabeza de sueños e ilusiones acogiéndome como a una hija y después me desprecio… ¿Quién?...
Aziz Divit.

SANEM
- Él oficial ira por él Sanem y todo habrá terminado… - Metin apoya su mano en mi hombro para darme apoyo. Estaba muerta de los nervios; había llamado a todos nuestros amigos y afortunadamente no me habían dejado sola en esto.
- Tengo que decirlo, la abogada de Polen hizo un rápido movimiento con esto, si no tenemos cuidado podría hacer otro golpe como este. – contesta Bulut pasando su mano por su cabello.
- No lo hará, - responde Metin sentándose a un lado de Emre – la conozco. Es buena en lo que hace, pero no dejare que continúe, está jugando sucio llamando a la prensa y haciendo encerrar a Can por una tontería lo que me hace pensar que está desesperada. Sabe que no puede culparlo por lo que está usando un juego psicológico para que caigamos en sus artimañas. No la voy a dejar, sinceramente esto empieza a enfadarme.
- ¿Estás bien Sanem? – pregunta Emre. Sus brazos están sobre sus piernas, lo había sacado de su casa tan rápido que usaba playera. Casi nunca lo hacía.
- Aja... – contesto encajando mis uñas en mis brazos. Tenía un bebe Can dando vueltas en mi vientre, tres niños confundidos y emocionados a los que les había mentido, mi esposo encarcelado, un acosador psicótico y una neurótica vagando por ahí. Si… claro que estaba bien.
- Ya viene… - susurra Metin levantándose.
Volteo y Can sale acompañado de un policía, salgo de la oficina para encontrarlo cuando una pelirroja se atraviesa en mi campo de visión. Polen se acerca detrás de ella y ambas toman a Can del brazo, están de espaldas a mi… NO PODIA SER. Simplemente no soy consciente de lo que estoy a punto de hacer, quería gritar de frustración al mismo tiempo que quería pegarle a alguien.

*Mira como tocan a tu hombre, ¿las vas a dejar?

Mi respiración se acelera ante la imagen que estoy presenciando ¡NINGUNA DE LAS DOS LO SUELTA! Polen toma su mano como si rogara su perdón y la otra acaricia su brazo… ¡¿Cómo se atreven a tocarlo?! EL ERA MIO. Y lo peor, Can no se suelta de su agarre, iba a acabar con ellas y después me seguiría con él. ¡¿COMO SE ATREVE?!
- ¡CAN! – grito corriendo hacia él. Levanta la mirada dándome una sonrisa, abre su brazo para mi zafándose de su agarre, corro para llegar a él y me aviento a su brazo golpeado “accidentalmente” a la pelirroja. Can me abraza, con uno de sus brazos, levantándome del suelo. Lo beso por toda la cara y él sonríe. Detrás de él, él policía se leja en silencio.
- Siempre tan efusiva querida… - susurra Polen haciéndose para atrás. Sonrío ampliamente al ver la cara amargada de ambas.
- ¿Asumo que eres Sanem? – sonríe la pelirroja con una falsa cara de amabilidad.
- Señora Divit… - sonrío solo tocando sus dedos para soltarla inmediatamente. Ambas se voltean a ver – perdonen la emoción, debe ser el embarazo…
- ¡¿Estas embarazada Sanem?! – pregunta Emre con sorpresa.
- ¡SI! – presumo adorando la cara de las dos brujas.

*Bravo Sanem, que buena manera de reclamar a tu hombre… ¿porque no le pones un letrero y una campana?

- ¿Era momento para hacer esto, mi amor? – pregunta Can mientras todos nos felicitan con caras de sorpresa.
- ¿Qué dices? Claro que es buen momento… - respondo en un susurro.

*¿Por qué no lo gritas a todo Turquía? ¡Claro, después de poner el letrero…

- ¡OFF! que afán el tuyo de molestar… - me quejo sintiendo como todo el mundo me observa.
- Si no les importa, - interrumpe la pelirroja; es un poco más alta que yo, tiene puesta una falda negra con zapatos altos y una ajustada camisa morada, sus lentes de armazón le dan un aspecto de inteligencia y su cabello rojo la hace ver agresiva. No era tonta, después de tanto tiempo con Can sabia cuando una mujer estaba interesada en él, y esta mujer estaba casi babeando – tenemos asuntos más importantes que atender…
- Pues anda querida – le contesto en el mismo tono meloso que me hablo Polen – vuelve a casa. Ese cabello no se va a retocar solo… - le guiño un ojo y su cara se enciende de coraje. Ooops.
- Se refiere a que tenemos que tratar asuntos con Can y su abogado querida Sanem… - contesta Polen rodando los ojos.
- Señora Divit – le enfatizo observándola de frente. Tal vez hubo una vez que me había sentido intimidada por ella, o cualquier mujer, pero ya no era esa Sanem – antes de que vayan a hablar con mi esposo, quisiera platicar con ustedes… a solas.
- ¿Sanem? – pregunta Can girándome un poco para que lo vea a los ojos. Guiño y me inclino para besar su mejilla.
- Esto no tiene nada que ver con usted… - la bruja roja inhala y exhala- Señora Divit…
- Todo lo que me concierne a mí, concierne a Sanem. – contesta Can tomando mi mano.
- Solo será una plática rápida, - sonrío dulcemente – para ponernos al día…
- ¿Estas segura amor? – pregunta Can. Se por su cara que está en total desacuerdo.
- Puede pasar de este lado señora – comenta el oficial. Vuelvo a besar a Can en la mejilla para asegurarle que todo está bien y camino detrás de ellas.
Las tres entramos a una oficina pequeña, ambas se sientan en las sillas dejándome parada. Si no fuera porque una es pelirroja, serian idénticas; en el momento que cierro la puerta detrás de mí su cara de amabilidad se les cae, ambas me miran con desprecio. Qué raro.
- ¿Qué quieres Sanem? – pregunta Polen recargándose en la silla.
- Es lo que yo quisiera saber… - le contesto cruzándome de brazos - ¿Qué quieres? Y no me digas que nada porque sospecho tus intenciones, todas las veces que has aparecido vienes a mortificar a Can y a mi…
- ¿Cómo te atreves? – pregunta sorprendida.
- Señora Divit no le voy a permitir que le hable de esa forma a mi clienta… - la corto rodando los ojos.
- Estamos solas aquí así que puedes olvidar las formalidades, - le digo paseándome por la oficina – las tres sabemos que quieren algo ¿Qué es? Y apúrense porque soy madre y no puedo perder mi tiempo con ustedes, tengo tres hijos esperándome en casa y uno justo aquí que tiene hambre…
- Vaya que has madurado querida… - contesta Polen. Me paso al otro lado del escritorio viendo los afiches en el pizarrón; antes de llegar había visto la televisión en casa de Mihriban. Polen había declarado a la prensa que el bebé que estaba esperando podía ser de Can, la abogada esta había dicho que yo había engañado a Can con Yguit para quedarme con todo su dinero, por lo que Can busco consuelo en los brazos de Polen. Lo peor fue cuando especularon sobre mis niños… habían tocado un punto sensible, así que iba a ir tras su garganta. NADIE SE METIA CON MIS BEBES.
- Bien, - contesta la abogada – si quieres que nos detengamos tenemos una lista de peticiones…
- Un momento… - la detengo - ¿Cuál es tu nombre?
- Aslisah – contesta. Sonrío.
- Continua… - la apremio.

*De algún lado me suena ese nombre, ¿a ti no? Cuidado, se ve que es lista… nada de andar de llorona Sanem, no frente a ella.

- Queremos los derechos del primer libro, queremos que retires los cargos contra Yguit y queremos una parte proporcional de tu última línea de cremas... queremos que Can admita que él bebe que espera mi clienta es de él – no puedo evitar reírme.
- Eso no va a pasar – les contesto.
- Entonces no me voy a detener Sanem – contesta Polen levantándose de la silla.
- Yo tampoco… - apoyo mis palmas en el escritorio mirándolas a ambas a los ojos – no me importa quienes sean, no me importa lo que sientan y les puedo asegurar que no me importa que quieran. Se están metiendo con lo que más amo en esta vida, por lo que las dos me van a escuchar bien. Por lo que me están pidiendo asumo que necesitas dinero Polen, si hubieras llegado con otra actitud Can te lo habría prestado, pero ahora no. Si no te detienes, si no dejas a mi familia en paz, YO me voy a encargar de que no tengas ni un día de descanso, así que reconsidéralo por el bien de tu hijo. Mis buenos sentimientos desaparecen cuando te metes con mis hijos, no perdonare lo que Yguit hizo pasar a mis bebes, no perdonare el disparo que le dio a Can y mucho menos cualquier cosa que hagas para lastimarnos. Si sigues con esta tontería, tomare la grabación de la plática que tuviste con Can y la enviare a la prensa, TU acusaste a tu hermano… sabrán que eres una mentirosa, van a comerte viva y me encargare de que lo hagan. Además, no eres la única que puede usar las mentiras a su favor, si sigues te implicare en todo lo que hizo tu hermano, ¿no creo que quieras tener al tu bebe en la cárcel o sí?
- Sanem… - la callo levantando mi palma.
- En cuanto a ti, - volteo a ver a la resbalosa pelirroja – si te atreves a insinuarte a Can otra vez, a tocarlo o mirarlo con esa cara de arrastrada voy a acabar contigo. ES MIO. ¿quedo claro? Ya envenené y golpeé a alguien una vez, no me hagas repetirlo de nuevo…
- ¡Estás loca! – se levanta la pelirroja asustada. Me rio con una carcajada ahogada.
- Si, - sonrío – ponme a prueba…
Guiño un ojo y salgo de ahí.


En la oscuridad de mi celda siento como la vida cada vez más se sale de mi cuerpo. Yo era la representación de como el amor puede matarte, como los sentimientos pueden acabar con tu alma… cuando me habían regresado a mi celda había visto como ella se aventaba a sus brazos, estaba cegada por él.
Ahora estaba embarazada otra vez, su bello cuerpo había sido contaminado por él, ojalá tuviera la fuerza para liberarla, la fuerza para llevarla conmigo, pero todo salió mal… ahora me quedaba claro que no debí acercarme a la casa, pero mi curiosidad pudo más conmigo así que me había acercado al ventanal grande. La escena me termino de partir el poco corazón que me quedaba, se entregaba a él como ese regalo del cielo que guardaba dentro de ella, se lo ofrecía todo, se regalaba y él la tomaba con deleite disfrutando todo lo que estaba recibiendo. Ella era mía, pero él se la quedo…
Le falle, ella necesitaba alguien que la liberara de su embrujo, pero ya no podía ser yo. Mi cuerpo estaba cansado, respirar me dolía, pensar me cansaba… quería ya que todo acabara. Lagrimas salen de mis ojos, la amaba tanto, ¿Por qué no me había amado como yo a ella? Era mejor que el, la entendía a un nivel que nadie podría. Estaba seguro de que mi Sanem de hacia tanto tiempo estaba encerrada dentro de ese cuerpo corrupto lleno de veneno, la quería de vuelta con desesperación. Con esfuerzo saco la foto de mi Sanem que tengo escondida en la camisa… era más joven que la actual pero esa inocencia brillaba aun en sus ojos. Mi mujer hermosa.
Ojalá tuviera un poco más de fuerza para acabar con el virus que tenía en su cuerpo, para acabar con esos “niños” que la ataban a un lugar, ojalá… pero había más de una forma de destruir al monstruo que la tenía atrapada, Aylin se encargaría.
- Mi bella Sanem… serás curada… - susurro con una sonrisa.


CAN
- ¡No voy a dormir contigo! -  Sanem esta acostada en el sillón de nuestra habitación. Al principio había tratado de ignorarla porque no sabía cuál era la razón de su enojo, pero se había encargado de llamar mi atención. Paso mi palma por mi cara en señal de frustración.
- Sanem… - le ruego cansado – vas a estar incomoda. No es bueno para él bebe…
- ¿Y a ti que te importa nuestro bebe? – me reclama – no estabas precisamente emocionado…
- Sanem, ya te pedí perdón por eso. Vuelve a la cama. – le pido por milésima vez.
- ¡No! – me grita de vuelta. – eres un grosero. No tienes compasión de tu pobre esposa, solo me haces volverme más loca. No pienso dormir junto a ti.
- Sanem si no vienes a la cama me enojare, iré por ti y te castigare – le amenazo. Rueda los ojos cruzándose de brazos. Bien, si iba a ser a la mala, que así fuera.
Me levanto para ir por ella, con cabestrillo y todo, JAMAS habíamos pasado una noche peleados y no íbamos a comenzar ahora.
- No te atrevas Can… - me amenaza con un dedo. La tomo de la mano para levantarla de un tirón y me agacho para levantarla de las piernas y pasarla por mi hombro bueno tratando de no lastimarla demasiado. Odiaba cuando se quería alejar de mí. A falta de mi otra mano, giro para morderla y que deje de gritar, la dejo caer en la cama dejando caer mi peso sobre ella sometiéndola con una mano y apoyándome en mi codo. Con el resto de mi cuerpo toco todos sus puntos sensibles, su sencillo vestido de seda blanco para dormir no hace mucho para evitar el roce. Suelta un grito ahogado.
- ¿Ya te vas a portar bien? – le pregunto.
- Tu eres el grosero… - me acusa tratando de zafarse, pero provocando más roce. Suspiro.
- Ya te pedí perdón cien veces Sanem, no sé qué más quieres que haga – no me contesta. Ataco su cuello en señal de frustración, me sentía como a un cachorrito que quería atención y no se la daban. Olía tan bien…
- Can… - suspira – detente por favor…
- Perdóname entonces, - subo a sus suaves labios dando repetidos besos – perdóname…
Bajo de sus labios a su cuello, suelto sus manos y levanto su pijama para dejar al descubierto su vientre aun plano.
- Can… - suspira. Beso su vientre repetidamente, estaba el regalo de mi vida ahí y no podía estar más feliz.
- Dile a mama que me perdone bebe… - le susurro entre beso y beso al bebe que esperamos- anda mi niño, convence a mama de que me perdone.
- Can… - levanto la mirada y sus ojos están llenos de lágrimas – vamos a tener un bebe…

6 años después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora