EPÍLOGO

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6 AÑOS DESPUÉS…

EPÍLOGO

- ¿Crees que podemos hacerlo? – susurra Sanem dando un cuidadoso paso para atrás.
- Yo creo que sí, lo haremos muy cuidadosamente… - susurra Can en respuesta tomando su mano. Ambos empiezan a caminar hacia atrás mientras una gran sonrisa empieza a grabarse en sus labios.
- ¿Papi? – susurra una adormilada Yildyz sentándose. Can y Sanem se detienen suspirando, Can suelta la mano de su mujer y se acerca a la pequeña – no te vayas papi, dijiste que te quedarías con nosotros…
- Aquí estoy, observa bien, sigo aquí – responde Can algo frustrado. Después de un día divertido de festejos y pastel de chocolate, los niños habían insistido en quedarse juntos en el invernadero y contagiaron a los mas pequeños de su emoción que con apenas un año cumplido ya eran tan enérgicos como los mayores. Sanem sonríe complacida al observar a Can acercarse a su hija, eso le daría tiempo de preparar la sorpresa. Can empuja suavemente a su pequeña hija con un dedo en su frente, la niña sonríe – ahora a dormir… vas a despertar a tus hermanos…
- ¡Pero no te vayas! – insiste la pequeña. Can se sienta mientras observa divertido a su esposa salir con una sonrisa traviesa y un guiño.
- No me moveré, duerme ya porque las niñas bonitas se duermen tempano – la pequeña sonríe y cierra sus ojos.
Después de un largo rato esperando a que la niña se duerma, Can sale del invernadero con cuidado y cierra la puerta. Era difícil prestar atención a todos sus hijos, normalmente terminaba exhausto, pero espero por esta noche toda la semana y no iba a desaprovecharla.
Casi corriendo entra a su habitación, pero su esposa no está en la cama.
- ¿Sanem? – la llama. Se escuchan ruidos en el baño, toca la puerta y los ruidos se detienen.
- ¿Can? – pregunta ella con voz cantarina. Quería darle una sorpresa a Can, uso todo el tiempo que el se quedó con los niños para prepararse – ¿eres tú?
- ¿Quién más si no? – pregunta el queriendo abrir para darse cuanta que la puerta esta trabada.
- Tenemos cinco hijos, ¿sabes? – responde ella con una risa acomodándose el cabello en su lugar – los cinco caminan, corren, brincan, entran y salen… pudo haber sido cualquiera…
- Créeme que lo sé, los cuento todas las mañanas y paso lista pero ya están dormidos… afortunadamente – Can fuerza la cerradura, pero sigue trabada – si no soy ninguno de los niños, ¿porque sigo afuera?
- Tengo una sorpresa para ti, ¡espere Can bey! – responde Sanem alisando su vestido con un suspiro de satisfacción. El tiempo había sido amable con ella, sus caderas estaban algo mas redondeadas pero su cintura seguía siendo pequeña, a veces se sentía como una de esas mujeres de los realitys que se habían operado por todos lados pero en su caso, sus genes se encargaron; se esforzó mucho para tratar de recuperar su figura o lo mas parecido a la misma… esperaba que a Can le gustara.
- ¿Señor Can? – repite el con una sonrisa. Eso le llenaba de recuerdos la mente, adoraba que Sanem le llamara así, lo hacia sentir como cuando se habían conocido y sinceramente lo hacia pensar en cosas bastante ardientes.
La puerta se abre revelando una escultural figura, su hermosa esposa usaba ese vestido blanco que uso cuando se besaron esa segunda vez hacia tantos años, resaltaba aun mas su figura de reloj de arena, su cabello estaba recogido como en ese tiempo… la única diferencia entre esa Sanem y esta es que ahora si estaba plenamente consciente de que era completamente suya.
- Te ves hermosa… muy muy hermosa… - susurra un poco mareado. Ella se acerca a el que está sentado en la orilla de la cama, sus manos viajan inmediatamente a su cintura mientras ella sonríe ampliamente apoyando una rodilla a un lado de su pierna y se sostiene de sus hombros.
- Feliz cumpleaños… Can bey… - susurra acercándose a el para besarlo dulcemente. Ambos empiezan a degustarse mutuamente con pasión como en aquella noche. Se separan un poco tratando de recobrar la respiración.
- Soy un hombre muy afortunado… susurra el con una sonrisa.
- Muy afortunado… - responde ella con una sonrisa acariciando su nariz con la suya. En un movimiento rápido, Can la voltea en la cama y empieza a besar ese cuello que tanto amaba…
Era muy curiso que todos los momentos hermosos que pasaban juntos se daban en la noche, desde la primera vez parecía que la oscuridad era guardiana de sus encuentros, aunque todo cambio desde aquel inesperado pero hermoso beso, siempre buscaron la manera para poder vivir esos encuentros, no importaba si solo era una caricia, una mirada o un ligero roce de sus labios, lo que fuera para poder estar juntos bastaba.
Cualquiera diría que Can y Sanem tenían la familia perfecta pero no era así, desde que decidieron unir sus vidas, su camino estuvo lleno de obstáculos y adversidades que tuvieron que sortear. Les costo lágrimas y risas llegar a donde estaban ahora y les iba a costar más llegar al final, pero su amor era más fuerte, su deseo continuaba ardiente y su alegría más potente cada vez que estaban juntos.
Después de un día de locura donde sus hijos absorbían todo su tiempo entre múltiples risas y amor infantil, Can se podía perder en la piel expuesta de su bella esposa y Sanem se retorcía dichosa suspirando por las deliciosas caricias que su esposo le proporcionaba, nada los detenía de dejar salir todo ese amor que siempre parecía tenerlos al borde. Basta decir que no pararon hasta que los rayos del sol comenzaban a asomarse…
Después de una noche de pasión desenfrenada donde Can dio rienda suelta al posesivo y bestial amor que tenía por ella y Sanem dejo salir toda su necesidad y deseo por él, ambos bailan al sonido de la música. Esa canción que los hace recordar su primer baile juntos cuando ella estaba bebida y él se enamoraba cada vez mas de su sonrisa, donde se dieron cuenta que se pertenecían. Así se cierra el círculo, con Can y Sanem bailando y consumiéndose con la mirada, acariciándose el alma e inhalando la esencia del otro que les recuerda donde está su hogar y a donde pertenecen, sus corazones laten al compas de la música y de sus amorosos pensamientos, ella se pierde en los ojos de él y el, en los ojos de ella como siempre, para siempre.

6 años después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora