SANEM

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6 AÑOS DESPUÉS…

CANEM “ES HERMOSO JUNTOS"

FINAL

SANEM

6 AÑOS DESPUÉS… CANEM “ES HERMOSO JUNTOS" FINALSANEM

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- ¿Cuánto crees que supliquen? – le pregunto a Can. Sostengo al bebe en mis brazos arrullándolo, por sus ojitos casi cerrados sospechaba que se dormiría pronto, aunque eso era difícil de creer, no era muy fanático de las siestas. Era tan hermoso, tenia las facciones de Can y también era muy parecido a Ates cuando era un bebe, pero a diferencia de él, su cabello era muy oscuro casi negro y tenia el par de ojos más hermosos que había visto, no es que mis otros niños no tuvieran ojos hermosos pero los de Can eran únicos, grises que cambiaban de color dependiendo de la luz. Mi abuela tenia los mismos ojos.
- Seguro enviaran a la mediadora primero… - susurra Can. Me da otro beso en la mejilla y yo sonrío, Can bebe sonríe conmigo y sigo haciéndole pequeños cariñitos. Desde que me habían dado de alta en el hospital todos estaban muy atentos conmigo, no es que no lo fueran antes, pero ahora era mucho mas especial. Sobre todo, Can, si estábamos cerca no me podía quitar las manos de encima. Me volvía loca.
- Es cierto – coincido con una sonrisa observándolos aventarse la pelota. Los trillizos tenían todo un sistema cuando se trataba de “hacer un plan”, me conmovía y asombraba mucho el como se organizaban para lograr sus objetivos con apenas 6 años – ¿alguna vez te has puesto a pensar cómo serán de adultos?
- Todo el tiempo que hasta me aterra pensarlo, pero al mismo tiempo, me emociona el esperar a ver en que se convertirán… ¿tú lo has pensado? – pregunta jugando con mi cabello. Volteo a ver a una tranquila Demet que está en sus brazos, Can y su encanto con los niños, siempre se calmaban con él.
- Siempre, pero quisiera que se quedaran así, no quiero que se vayan nunca... – era una tontería, pero tras todo lo que habíamos pasado recientemente aun me aterraba que les pasara algo.
- Siempre estaremos aquí para ellos mi vida, y lo saben… - me consuela acariciándome, su toque mágico también tenia un gran efecto en mi – ¿a que crees que se dedique la pequeña tormenta de aquí?
- Mmmm … - volteo a verla pensando; como si supiera que hablamos de ella, Demet patalea y hace ruiditos con los labios dejando caer un chorro de saliva, sonrío – seguro va a hacer algo físico, aunque también le gusta llamar la atención, tal vez algo en el medio artístico. ¿Tú qué opinas?
- Opino que nos va a traer de arriba abajo, apenas tiene 6 meses y ya no hay día que no haga alguna travesura, ¿verdad mi niña bonita? – Can la mueve un poco y la bebe se emociona pataleando y sonriendo, como si le asegurara que lo que decía era verdad – ¿que hay sobre Can? Es totalmente opuesto…
- Si, ¿verdad? Qué curioso… - coincido observando a Can que tranquilamente se chupa su puño.
- Si tienes razón y tiene tu don igual que Deniz, probablemente se dedique a algo mas “laborioso” ya sabes, algo que implique un esfuerzo mental… como un abogado, un ingeniero o un doctor… - me explica Can. Los gemelos eran tan diferentes como la noche y el día, donde Can eran tranquilo y serio, Demet era ruidosa y explosiva; cuando Can me había contado sobre Demet casi se me había paralizado el corazón, en los ultrasonidos nunca nadie se dio cuenta de su problema en el corazón, Can me conto que después de la cirugía se recuperó rápidamente y, a pesar de estar internada, nuestra niña ya había mostrado signos de que seria una luchadora muy activa y enérgica. Ahora que la veía, no parecía que hubiera estado enferma.
- De acuerdo, ahora los trillizos. ¿Qué opinas de Ates? – le pregunto con una sonrisa por las suposiciones que hacíamos; a pesar de que no quería que crecieran, estaba emocionada lo que les depararía el futuro.
- Aaaaah… esa esta difícil – responde con un gruñido – Ates tiene muy buenas habilidades matemáticas, recuerdas que te conté que su maestra me dijo que acaba todo antes que sus compañeros y que en su desesperación le ayuda a la maestra a “enseñarles” a sus compañeros. Le es muy gracioso.
- Oye y sigue tan amigo de esta niña, ¿Como se llamaba? – le pregunto. Los trillizos iban a una escuela bastante privada, no es por que quisiéramos lucirnos, pero por alguna razón, Can y yo éramos tomados por celebridades, nunca entendí por qué. El acoso meadiatico se volvió una costumbre en nuestras vidas.
- Si, dice que es su mejor amiga. Es una niña muy simpática y educada… - responde Can con tranquilidad. Sonrío jugando con la naricita del bebe Can; tal vez era una linda niña, pero teniendo en cuenta de que Ates hablaba de ella cada 5 minutos llamaba mi atención – creo que de Yildyz la tenemos fácil…
- ¡Claro! – respondo – fotógrafa o algo que implique dibujo. Aunque también podría ser modelo, le encanta lucirse…
- ¡Ni hablar Sanem! – responde con voz dura – no voy a dejar que mi princesa se meta en ese mundo.
- ¿Has visto cómo va por la vida agarrando mi maquillaje y mi ropa? – le pregunto con malicia; era muy divertido como Can explotaba a cualquier indirecta de un “futuro novio” o algo expusiera demasiado a las niñas – casi se cae la otra vez cuando agarro mis zapatillas rojas…
- Ya te dije Sanem, más vale que ni se le ocurra. No solo a ella, Demet y Deniz también están advertidas… - responde. Me rio sacudiendo la cabeza, Can y sus celos sobreprotectores no solo me incluían a mí, aunque un Can siendo posesivo también era muy atractivo.
- Aunque Deniz no creo que hiciera algo así, es mas tímida… - respondo para calmarlo.
- Creo que también sabemos que va a hacer Deniz… - responde con una suave sonrisa.
- Creo que todos serán unas grandes personas, dios nos ayude a que cumplan sus sueños. – suspiro.
- Creo que debemos enfocarnos en lo inmediato, ¿alguna sugerencia de como los vamos a llevar de vuelta al hotel y meterlos a bañar? – pregunta Can. Sacudo la cabeza.
- Necesitamos otro brazo – respondo en broma – pero podemos hacer esto. Yo me llevo a Can y a Deniz y tú te encargas de los otros tres…
- ¡Aaaah! ¿Porque a mi siempre me tocan los inquietos? – me acusa con un gruñido.
- Claro que no Can, que cosas dices… - me rio de su cara, rueda los ojos y me da muchos besos en mi mejilla y una leve mordida.
- Nuestros hijos son así por la traviesa de su madre – me acusa susurrando en mi oído y mordiendo levemente el lóbulo de mi oreja.
- No sé de qué hablas… - respondo riéndome y dejándome besar. Amaba que fuera así de cariñoso, me sentía necesitada de que me prestara atención.
- ¿Qué te parece si le preguntamos a la Sanem de esta mañana? Aunque no creo que pueda contestar porque estaba ocupando la boca… - en ese momento mi cara estalla de calor. Siento como todo el rubor sube por mi cuello y se concentra en mi cara.
- ¡Can! ¡No digas esas cosas frente a los niños! – lo regaño coloreándome toda de rojo. Can se echa a reír como si fuera el chiste mas divertido del mundo, maniobra para acercarse mas a mi y me abraza colocando su barbilla en mi hombro.
- Eres tan perfecta para mi Sanem, te amo mucho… - me dice con ojos brillantes. Bajo la mirada aun sonrojada de sus palabras, tenerlo tan cerca siempre me ponía nerviosa.
- Te amo mucho también… - susurro observándolo. Me sonríe y se voltea a observar a nuestros niños jugar.
Por nuestra ajetreada vida a veces me era difícil prestarle atención, eran cinco niños que cuidar y era bastante complicado mantener el control, las únicas ventajas eran que los trillizos pasaban la mitad del día en la escuela y que yo había dejado el trabajo, Can casi se sube a las paredes de la emoción cuando le conté sobre mi decisión. No me sentía mal por dejarlo, amaba lo que hacía, pero amaba más a mis hijos y no quería perderme detalles de su niñez; era hermoso ver como Ates me llevaba sus pruebas de matemáticas con excelente calificación para que las pegara en el refri, como Yildyz siempre quería que le comprara colores, plumas y crayolas para sus dibujos o como Deniz ya podía leer sin titubear en voz alta y siempre quería leerme todo lo que había escrito, y no solo eso, mis gemelos estaban creciendo tan rápido que no quería estar lejos de ellos por ningún minuto y mucho menos después de lo de Demet.
Mi niña nació con lo que al principio se creyó que era un soplo “inocente” en el corazón, pero no fue así, esto se transformó en conducto arterial persistente lo que llevo a mi pobre bebe a una cirugía inmediata. Me mataba no haber podido estar ahí para ella, para Can y para mis niños, no sé qué le paso a mi cuerpo que se apagó, los doctores habían dado muchas explicaciones, pero ninguna tenía sentido y tampoco era importante ahora, como fuera, fue el golpe final porque después de eso todo volvió a la calma y al fin, sané las heridas que tanto tiempo mantuve abiertas.
Al regresar a casa, con Demet incluida, fue como si todo hubiera cambiado y al mismo tiempo la familiaridad cálida de nuestro hogar se hubiera intensificado. Can y yo hacíamos un gran equipo en todos los aspectos, nos organizábamos para educar y cuidar a los niños, mantener la casa, el ingreso económico y nuestra propia relación a flote… aunque encontrar tiempo para la ultima era lo mas difícil, los niños nos consumían tanto que era complicado y eso nos llevaba a ponernos creativos.

“Me muevo un poco en la cama, un pesado y caliente cuerpo me mantiene quieta, apenas y puedo registrar donde estoy. Abro los ojos poco a poco, la luz del día se filtra a través de las rendijas que dejan las cortinas, no lo podía creer, ¿ya había amanecido? Trato de moverme un poco más, pero el brazo a mi alrededor me lo impide.
- No te levantes… - su voz suena como un gruñido, me encantaba cuando hablaba así. Siento como reparte finos besos en mi espalda mientras sus piernas acarician las mías.
- Amor, ya amaneció… - le digo en un susurro alegre – ¡lo logramos!
- Shshshs… - me dice en mi oído provocándome ligeras cosquillas – si te escuchan seguro que se despiertan. Si no nos movemos tal vez duerman un año entero…
Con nuestra suerte, seguramente así fuera. Esa era la primera noche en mucho tiempo que Demet no se había despertado llorando y es que esa bebe cuando lloraba parecía que quería invocar a la lluvia o tronar el mundo, Can decía que seguro en la cirugía le habían puesto amplificadores a sus pulmones porque era inevitable que nos despertara a los dos, al bebe Can y a cualquiera de los trillizos si no es que a los tres. Pero hoy, no se escuchaba ningún ruido, al fin mi nena había dormido la noche entera.
- ¿Cuánto tiempo tenemos? – pregunto en un susurro. Hacia mucho que Can y no pasábamos momentos juntos, como se debía, solo eran rápido y robados con la urgencia de que, si no era así, cualquiera de los niños entraría a la habitación o solo Dios sabía que nos interrumpiría.
- Mmm… tal vez unos minutos… - susurra entre beso y beso que da en mi espalda. Su mano acaricia mi pecho una y otra vez, normalmente dormíamos como si le torturara la idea de perderme y quisiera, inconscientemente, fusionarse conmigo; mientras se acerca más y más todo su cuerpo caliente y duro se acopla al mío hasta que no hay un solo centímetro entre nosotros y puedo sentirlo completamente, está ardiendo. Todo mi cuerpo reacciona a él, sentía lo necesitado que estaba de atención y yo también me sentía así. Saca su mano de debajo de la enorme playera de el que llevo puesta y me toma de la barbilla, se levanta un poco sobre mi y empieza a besarme.
Sus besos siempre habían sido mi perdición, me sentía como si volara cada vez que lo hacía, como si yo fuera aquello que lo nutria y el necesitara degustarme para satisfacerse, no quería que parara nunca. Separa sus labios de los míos, besa mi mejilla, el hueco debajo de mi oreja y mas abajo en mi cuello donde inhala muy fuerte. Paso mi mano a una de sus piernas para acercarlo más y darle a entender que no quería que dejara de moverse, decirle con caricias lo que tanto necesitaba.
Nunca lo había admitido, me parecía increíblemente egoísta, pero una de las razones por las que no había querido dejar el trabajo era porque ya no lo iba a ver. Ya no habría escapadas en el trabajo o comer juntos, visitarnos el uno al otro o platicar de camino al trabajo o de regreso, no me arrepentía de la decisión que había tomado, pero lo extrañaba muchísimo.
- Te necesito tanto… - susurra regresando a mis labios para besarme como si muriera de sed. Su cuerpo se mueve en sincronía con el mío elevando la llama.
- Yo también… - respondo con palabras entrecortadas sosteniéndolo de su nuca. Su cabello ya no era largo, pero me gustaba acariciarlo y sostenerme de el ante su brutal avance.
- Vamos a aprovechar el tiempo… - susurra separándose un poco chupando levemente mi labio inferior – yo me ocupare de todo…
Se coloca detrás de mi y me acaricia todo el cuerpo, desde mi cuello, bajando hasta mi abdomen y mas abajo. La urgencia por sentirlo completamente aumenta, me sentía tan fría y vacía cuando no estaba, muerdo mi labio al sentir sus húmedos besos en mi hombro y su caliente mano bajar el short que estaba usando.
- Date prisa… - lo apuro. Suelta una risita, pero hace lo que le digo, y tras un momento, en forma de suspiro, al fin me siento completamente plena.
Lo dejo hacer tanto como quiera, ambos necesitábamos esto, no me importa nada porque estoy en sus brazos y al fin estábamos juntos, necesitaba sentirme amada por el otra vez, sentir esa comunicación entre nuestro corazón y nuestro cuerpo para cerciorarme de que la pesadilla había acabado y juntos podíamos superar cualquier cosa. Todo lo que nos había pasado me había hecho consciente de lo frágil que era nuestro presente, como en un instante todo podría desaparecer y acabar. Había estado tan asustada en todos esos difíciles días donde pensé que lo perdería todo, cuando tuve que soltar su mano para ir con ese monstruo, cuando no habría sus ojos y pensé que me dejaría sola, cuando todo sucedía sin yo poder ponerle freno, pero ahora, escuchando sus ligeros suspiros y gruñidos la alegría sube a mi corazón explotando de felicidad.
Mi corazón le pertenecía, mi alma era para él, mi mente siempre estaba llena de el y mi cuerpo, mi cuerpo tenia el tatuaje de sus caricias y sus besos en cada centímetro, yo era suya para siempre. Después de un ultimo estremecimiento donde tengo que morder la almohada para no gritar lo mas hermoso sucede… sonrío de emoción.
- Buenos días – susurra Can con una ligera mordida en mi hombro. Sonrío como si fuera una niña a la que le hubieran cumplido un capricho. Me sentía taaaaaan bien.
- Buenos días – respondo. Su mano vuelve a descansar en donde estaba cuando despertamos, estaba casi segura de que estaba ronroneando.
- Extrañaba esto… - susurro girándome levemente. Él se levanta sobre mi otra vez y me sonríe.
- Yo también, no tienes una idea… me malcriaste Sanem y ahora yo tengo que lidiar con las consecuencias. ¿Tienes idea de hace cuanto quería hacerlo? Estoy seguro que rejuvenecí 10 años - susurra apoyándose en mi hombro; suelto una carcajada, bueno, al menos estaba contento – pero si nuestra niña ya puede dormir toda la noche, al menos ya tenemos más tiempo.
- Tiempo que se acabó, ¿escuchas eso? – susurro. Se oyen pasos acercarse a la puerta. Ya no tenía sentido poner el seguro, Can y yo nos teníamos que levantar y atender a Demet por lo que habíamos desistido de usarlo y los niños tomaron esa nueva libertad como una oportunidad de ir a nuestra cama a dormir con nosotros, era lindo, pero no dejaba tiempo para nada demasiado arriesgado… o divertido.
- Es mejor que lo dejemos para después… - me da un ultimo beso y se ajusta la ropa mientras yo, con un ultimo suspiro hago lo mismo.
- ¡Mami! – grita Ates. Que abre la puerta y corre a nuestra cama en donde abraza a Can y después a mí, detrás de él llegan las niñas.
- ¿Se dieron cuenta que Demet ya no grito en la noche? – pregunta Yildyz emocionada con su muñeca en la mano.
- ¡¿Mami te digo que soñé?! – grita Ates sin soltarme.
- ¡No! Yo quiero decirle a mama que soñé… - se queja Yildyz sin soltar su muñeca de rodillas en la cama.
- Niños… - susurro, pero me ignoran.
- Papi, ¿nos haces crepas de chocolate para desayunar? – interviene Deniz sobre la espalda de Can.
- ¡Si! – brinca Ates soltándome – ¡queremos crepas!
- Niños… - le hablo, pero me ignoran otra vez. Ruedo los ojos.
- ¡Pero la mía que sea muy grande! – grita Yildyz agarrando mi mano con insistencia. Antes de que alguien diga algo más, o que Can y yo podamos procesar todo el ruido, los gemelos empiezan a llorar. ¡Off! Fue bueno mientras duro.
- Yo iré… - me dice con un guiño. Besa rápido mis labios, despeina a Deniz para que lo suelte y se levanta de la cama con el short ligeramente bajo. Tengo que parpadear para volverme a enfocar.
- Mami tienes tus labios rojitos… - me susurra Deniz con voz suave.
- Es culpa de mi papi… - interviene Yildyz.
- Niños… - intento pararlos, pero es obvio que no se puede.
- Mi papi ya no raspa tanto como antes porque ya no tiene barba, ¿mami cuando voy a tener barba? – pregunta Ates.
- No puedes tener barba, eres un niño – le dice Deniz acostándose sobre la almohada de Can.
- ¡Yo puedo pintártela! Como la otra vez… - interviene Yildyz emocionada. Era mejor que los detuviera para cortar esa idea de las caras pintadas, ya había pasado más de una vez.
- ¡¿Quién quiere crepas de chocolate?! – grito. Los tres se emocionan y se avientan sobre mi para abrazarme.
- Miren quienes ya se levantaron… - Can entra con los gemelos; los niños se emocionan mas como si no se hubieran visto la noche anterior, Can los deja en la cama y prácticamente los tres se avientan sobre ambos. Parecía una fiesta, creo que todos habíamos dormido muy bien.
- ¡¿Mami ya te cuento mi sueño?! – grita Yildyz. Demet grita al mismo tiempo mientras me levanto de la cama y Can me entrega dos pañales guiñándome un ojo, era tan atento y yo aun tenia la mente tan nublada que solo puedo ruborizarme como una adolescente con las piernas temblorosas.
- ¡No Yildyz eso no es justo! Yo iba primero… - se queja Ates. Deniz empieza a hablar con bebe Can quien se ríe con ella creando una orquesta por toda mi cama, parecían 5 ángeles parlanchines que estuvieran en una nube blanca.
- ¡Mami ya tenemos hambre! – grita Deniz mientras él bebe Can toma sus piecitos y juega con ellos rodándose en la cama. Can me hace la misma cara que tengo yo ahora, esto era una avalancha incontenible.
- ¡Hey hey hey! Si no tratan bien a mama, ¡ya no se las voy a prestar! Es mía, ¿recuerdan? – amenaza Can para calmarlos, los tres gritan un “NO” y avientan sobre mi para abrazarme con una risa, los gemelos reaccionan al ruido y se inquietan queriendo hacer lo mismo. El día en que los 5 pudieran hacer eso no sabía que sería de mí.
- Esta bien, esta bien… - los tranquilizo – a desayunar. Papa les va a hacer crepas de chocolate.
- ¡SI! – gritan los tres y salen corriendo de la habitación a la cocina.
- Ya voy… - susurra Can como si estuviera mareado por todo lo que acaba de pasar. Me rio.
- Mejor tu que yo… - sacude la cabeza y sale. – somos una familia ruidosa, ¿no?
Los gemelos solo se quedan ahí pataleando y haciendo sonidos de bebe. No había palabras para describir mi dicha, de verdad estaba contenta, en un punto donde tenía todo lo que siempre había querido. Hasta que se escucha como se cae algo de la cocina que hace un gran estruendo…
- ¡MAMI! – gritan los niños.
- ¡SANEM! -grita Can. Entrecierro los ojos al imaginar el desastre.
- Lo bueno que mami durmió bien, ¿verdad? – les digo a mis niños que patalean y manotean. Y aquí iba otra vez, de vuelta al maravilloso caos.”

Aun sin mí, Can había hecho un maravilloso trabajo solo. Mi albatros tan fuerte y amoroso, se había esforzado esperando mi regreso, pero ambos estábamos conectados, el uno sin el otro no tenia sentido. Beso su mejilla, me mira de regreso con una sonrisa y besa mi mejilla con una ligera mordida. Bajo la mirada y me asombro.
- ¡Can! ¿Como haces eso? De verdad que no lo entiendo… - Demet está profundamente dormida en su brazo.
- Shshsh… la vas a despertar – susurra con una sonrisa de satisfacción. Era un presumido.
- Siempre los duermes así de fácil, no lo puedo creer – le reclamo. La puesta de sol estaba llegando y también la hora de irnos. – ya sabes Sanem, no pelear frente a los niños.
- Claro… - respondo girando los ojos; llamo a los trillizos y estos se acercan corriendo, después de un rato donde les explicamos porque ya es hora de irnos, Yildyz insiste en tomarnos una ultima foto.
- Te cuidado princesa, - le advierte Can cuando Yildyz apoya la cámara en un tri-pie – esa cámara es muy delicada…
- Lo hare bien papi… - responde ella con cuidadosos movimientos.
- Quieres un sexto, pero cuidas a esa cámara como si ya lo fuera… - le reclamo con diversión – tal vez deberíamos ponerle nombre.
- Me gusta mas nuestro método, es mas divertido… - me susurra. Sonrío bajando la mirada, era incorregible.
- Mami, ¿puedo cargar a Can? – pregunta Deniz. Se sienta a mi lado acomodándose, se que ella es muy cuidadosa así que le paso al bebe acomodándolo entre sus piernas y sus bracitos, Can se ve cómodo con ella. Ates se acomoda delante de mi para que lo abrace y Yildyz corre a un lado de Can con el pequeño control en su mano. Can se acerca más a mí con Demet dormida en sus brazos.
- Empiezo a contar… 3… 2… 1… - Yildyz aprieta el botón y sin aviso Can voltea suavemente mi cara y me besa dulcemente mientras todos nuestros niños sonríen a la cámara. Era una foto muy dulce llena de amor y felicidad, era un momento muy dulce adornado por la puesta de sol que nos daba la despedida y marcaba el fin del día… y era una vida muy dulce a pesar de las adversidades, era nuestra vida juntos, y solo por eso, valía la pena.
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Can. El cuarto hijo de Can y Sanem y gemelo de Demet. Contrario a su hermana, su personalidad es tranquila, tímida y callada, le gusta pasar desapercibido y es muy decidido, responsable e inteligente. De cabello negro, tez blanca y ojos grises es muy parecido a su padre sin barba y el cabello corto.
Al igual que Deniz, Can tiene el maravilloso don de memoria fotográfica de su madre, pero también tiene una “voz interior” con la que habla cuando cree que nadie lo ve; es increíblemente protector con su gemela, muy apegado a su mama y a sus hermanas, sobre todo a Deniz con quien se a apoyado siempre por este particular rasgo que comparten.
Como desde muy niño fue muy tranquilo e introvertido, se enfoco en sus estudios y se convirtió en un excelente abogado, se fue a estudiar un año a América y regreso para trabajar en la firma del mejor amigo de su padre hasta que abrió la suya. Es quien lleva todos los asuntos legales de la empresa las fundaciones y la compañía de cremas “SANEM”. Desafortunadamente se convirtió en un adicto al trabajo porque le saco demasiado provecho a su don y eso provoco que se especializara en diferentes ámbitos, sobre todo los idiomas.
Cuando regresa de América no vuelve a la casa de sus padres porque le queda demasiado lejos de la oficina y compra una lujosa casa en una zona bastante exclusiva que está muy cerca de la casa que solía ser de su abuelo Aziz; como no tiene tiempo para nada contrata a una hermosa chica como su chef personal y se enamora perdidamente de ella. Es el penúltimo en casarse y adopta como hijo propio al sobrino de su novia.
Cuando Can y Sanem se retiran, vuelve a la casa de sus padres a pasar tiempo con sus hermanos.

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