Capítulo 10-Un camino lleno de sorpresas

2K 414 56
                                    

La pasión es una emoción crónica.

Théodulue-Armand Ribot. 

Semanas después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Semanas después. 

No fue ninguna sorpresa para Rosalie que Alice se casara con lord Silvery. Después de algunas semanas de engaños y vilezas, la madame  había dado el sí quiero a su peor enemigo. En el fondo estaba completamente enamorada de él por mucho que se negara a aceptarlo. 

—Amélie, ya le he dicho que puede quedarse. No importa que su madame se haya ido con lord Silvery —repitió Hermione, la Duquesa d'Orléans, después de exprersarle sus deseos por marcharse. 

Como era de esperar, Alice se había marchado con su esposo y, por varias circunstancias que no merecían mención en esos instantes, no había podido acompañarla. Por eso se encontraba en casa de la anciana sola y un tanto incómoda. Por mucho que la Duquesa insistiera en que no era ninguna molestia, ella sentía que debía dar un paso al frente y poner en funcionamiento aquellos planes que hacía días que rondaban por su cabeza. No se había atrevido a irse mientras Alice estuvo presente, lo sentía como una traición. Sin embargo, ahora nada le impedía coger sus pocos enseres y volver a Inglaterra. 

—Se lo agradezco milady. No obstante, me veo con la obligación de partir, me esperan en Inglaterra. Iré a preparar mi equipaje. 

—Está bien, querida. Le deseo lo mejor en su nuevo viaje.

—Gracias, Duquesa. 

Hizo una pequeña reverencia perfecta y dio media vuelta cargada de valor. Era el momento de la verdad. El momento de demostrar todo lo que había aprendido durante cinco años. Sentía sus pasos más fuertes que nunca y sin dudarlo ni un solo segundo empezó a hacer el equipaje. Tenía una meta: Bedford. Iba a recuperar su herencia, costara lo que costara. Le pidió disculpas a la nana Theresa mentalmente y se puso a doblar sus pocos vestidos de lino marrón. 

Lord Goldener se había ido junto a su mejor amigo, lord Silvery, para acompañarlo durante la boda y todavía no había vuelto. No podía esperarlo. Estaba harta de esperar y de depender de los demás, ahora era una mujer independiente. 

Durante esas semanas, Galán se había mostrado distante pero servicial. Habían compartido varias noches de largas conversaciones y confesiones a la luz de las velas. Había confirmado lo que ya sospechaba, que el oficial era un buen hombre, entregado a sus amigos y sacrificado por los más débiles. Asimismo, atisbaba en él un carácter impulsivo y feroz, como si tuviera dos personalidades en un mismo cuerpo. Él quería que su parte buena fuera la dominante, pero le costaba mucho mantener a raya su lado salvaje. A veces, en su imaginación lectora, Rosalie se imaginaba a Galán convertido en un oso durante las noches de luna llena. 

Cargó la misma maleta con la que había llegado a Francia en una de sus pequeñas pero curtidas manos y en uno de los recovecos de su humilde falda ató un saquito con todos sus ahorros. Al no ser una mujer caprichosa ni deseosa de ropajes nuevos había guardado lo suficiente para volver a su país natal. 

El Diario de una HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora