Capítulo 9-Amor que del alma nace, al pie de la tumba muere

1.9K 413 49
                                    

Abróchense los cinturones que vienen curvas, mis Astros Bellos. (Quien avisa no es traidor) 

Prohibir algo es despertar el deseo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Prohibir algo es despertar el deseo.

Michel de Montaigne. 

Eran las cuatro de la tarde, la hora en que todos los miembros de la alta sociedad se retiraban a descansar a sus aposentos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran las cuatro de la tarde, la hora en que todos los miembros de la alta sociedad se retiraban a descansar a sus aposentos. Al menos era de ese modo en casa de la Duquesa d'Orléans y era la ocasión perfecta para ir a la biblioteca. 

Necesitaba devolver los libros que ya había leído y releído un par de veces para coger unos nuevos. Sabía que era una aventura arriesgada con lord Goldener merodeando por la mansión, pero era incapaz de seguir encerrada en su alcoba sin nada para alimentar su sed lectora. 

Como una gacela asustadiza se escurrió entre los pasillos solitarios hasta llegar a su rincón de paz. Hermione tenía una de las bibliotecas más grandes que había visto en su vida y en ella encontraba todo tipo de novelas, libros, ensayos... La mayoría en francés, idioma que dominaba y que le encantaba reforzar. La lectura se había convertido en un escape de la realidad desde que su hermano la dejó sola en Bedford. 

En ese paraíso terrenal se esforzó por dejar las novelas que tenía entre manos en su lugar correspondiente y mientras le echaba el ojo a "El Conde de Montecristo",  oyó que alguien entraba y corría el pestillo. Se giró asustada, dejando el libro de Alejandro Dumas sobre una banqueta. 

—No tiene nada que temer, lady Rosalie —la calmó una voz profunda como la de un oso. 

Era él, el hombre que se había declarado como su custodio personal. 

—¡¿Otra vez usted?! —interrogó, queriendo parecer indignada cuando en el fondo de su alma se alegraba de volver a verlo. Qué locura. Lo miró fijamente, con menos miedo y más curiosidad. Con la luz del sol que entraba por los ventanales lo vio mucho más hermoso de lo que recordaba. Tenía un brillo especial, único. Y quizás fuera cierto que se trataba de un ser legendario que había llegado a su vida para ayudarla—. ¡Me veré obligada a denunciarlo si sigue con esta ridícula persecución!

El Diario de una HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora