-Ezel-

160 16 4
                                    

El día siguiente pasó con más tranquilidad. Aquellas nubes oscuras se habían desvanecido para mostrar a un día completamente soleado y diferente o así era como lo sentían las personas de aquellos lugares que salían de sus casas para poder hacer las cosechas del día, para poder reparar algunas cosas que la tormenta de la noche anterior habían roto o tirado. Pero aquellas sonrisas en sus rostros no se desvanecían porque se esforzaban lo más que podían.

Zeref soltó un pequeño suspiro al momento de volver a ver a su pequeño hermano correr en el patio con Jackal siguiendo sus pasos un tanto juguetón como todo perro-lobo que era. Seilah soltaba pequeñas risitas mientras regaba un poco las flores del jardín y Mard Geer leía un libro bajo la cómoda sombra del árbol central. Una escena típica de una familia, si es que esa se podía tratar de una.

Al momento que el pequeño Natsu alzo el rostro, no pudo evitar sonreír al mismo tiempo que alzaba su mano y saludaba a su hermano. Zeref sonrió, le devolvió aquel saludo aunque al mismo momento que su pequeño hermano volvía a jugar, no pudo evitar tener aquella tristeza marcada en su cara. Miro a su lado a Kyles que observaba bien al pequeño para seguir sincronizando aquella alma pura e inocente con él. Kyouka se mantenía encerrada junto con Franmalth para cuidar de aquel Etherias que seguía peleando en su interior de aquel demonio de caparazón. Y en la entrada de la puerta, se encontraba su último demonio creado por el momento, Ezel. Aquel extraño ser creado con cuatro brazos y tentáculos en lugar de piernas, era uno de los más fuertes para evitar que algo más sucediera.

--¿Ha pensado sobre lo que quiere hacer con él? No hay rastro en sus memorias de lo que hizo los días pasado con su forma Etherias, pareciera que suprimimos aquellas memorias

--No lo sé Kyles pero no quiero volver a separarme de mi hermano, no quiero volver a perderlo por mi culpa

Zeref no dejaba de sentirse triste y culpable por lo sucedido. Natsu no merecía aquella tristeza, aquel dolor que solo sus acciones le estaban ocasionando. Desde la noche pasada, había estado trabajando en aquel libro donde contendría aquel Etherias pero era difícil de crear algo que fuera como un receptor y que este no saliera de control.

--Buscar una nueva manera en la que los seres queridos puedan estar seguros, esa es la opción que los seres humanos siempre han buscado

Aquellas palabras de Kyles le hizo recordar las palabras de aquel dragón de nombre Igneel. ¿Era buena idea tomar aquella propuesta? Llegados a este punto, realmente no le sonaba mal. Quería que Natsu fuera fuerte, quería que fuera lo más fuerte posible no solo para poder vivir y disfrutar de aquellos años que aquel accidente le arrebato pero también quería que terminara con su vida, quería al fin poder ser libre de aquella maldición. Pero para eso, Natsu tenía que ser fuerte. Soltó un pequeño suspiro al momento que empezaba a caminar.

--Voy a salir por un rato, no quiero que me sigan y quiero que todos se queden con Natsu en todo momento, sigan vigilando a Franmalth

--Como ordene

...

Natsu caminaba por tranquilidad en aquel amplio jardín ahora que se sentía un poco aburrido, hasta que algo le llamo la atención. No pudo evitar acercarse un poco a ese lugar un tanto apartado de todo. Algo dentro de su pecho, pedía que fuera a ese lugar, algo le decía que tenía que estar ahí y no podía comprender el porqué. Era como si le llamara pero no sabía quién, nunca había escuchado aquella voz antes. Pero antes de si quiera poder dar un paso adelante, un gran cuerpo apareció y empezó a caminar hasta estar cerca de él. El pequeño Natsu no pudo evitar caer un poco asustado al ver aquella rara forma. Pero después de pensar tanto, solo sonrió y empezó hablar.

--¿Eres un caballo?

--¿Te parezco un caballo, mocoso?

--No lo sé, simplemente te pareces a uno

--¿Qué clase de caballo tiene tentáculos en lugar de patas?

--¡Un increíble caballo!

Ezel nunca se sintió tan ofendido en su corta vida de ser creado. Se cruzo de brazos y empezó a caminar para poder asustar al pequeño hermano de su creador pero pareciera, que estaba acostumbrado a ver cosas raras porque no se asusto, al contrario, sonrió y se acerco poco a poco a su persona hasta tocar aquellas cosas que tenía como piernas. Tal pareciera que nunca había visto un caballo.

--¿Necesitas algo?

--Jackal se durmió, mamá fue por un poco más de agua y Mard se fue no se a donde pero quiero una manzana de un árbol ¿Podías ayudarme a conseguir una?

Ezel estuvo a punto de negarse pero algo le decía que no podía ser de esa manera con el pequeño niño. Soltó un pequeño suspiro al mismo tiempo que asentía y se dejaba guiar por el pequeño pelirosa que le guiaba hasta el árbol y le señalaba cual era la manzana que quería. Sin nada de fuerza, alzo al menor y este tomo dos manzanas. Al momento de ser bajado, el pequeño Natsu le mostro una de esas manzanas, una era para él y la otra era para el pequeño. Ezel no pudo evitar mirar con atención aquella simple acción. Miro la sonrisa del menor que le brindaba aquella fruta que no pudo evitar acercar su mano y tomar dicha fruta.

--Gracias por ayudarme a bajar mi manzana, mamá dice que siempre hay que ser agradecidos con los que nos ayudan

--Tu mamá es muy sabia, gracias

--Natsu Dragneel es mi nombre

--Ezel, solo Ezel

Aquel demonio no pudo evitar sonreír un poco ante aquel gesto tan tierno e inocente. Ahora entendía porque todos sus compañeros demonios estaban tan apegados al menor, aquella enorme sonrisa como la tranquilidad con la que trataba a cada uno de ellos. Eran sentimientos tan únicos y puros que no pudo evitar descansar un momento a su lado, cuidar de aquella puerta era agotador aun cuando no hacía nada, a demás no es como si no cumpliera con su contrato, cuidaba al menor. No entendía cómo es que ese pequeño, se llegara a tratar sobre un compañero demonio, uno de los demonios y creaciones más fuerte que su creador decidió crear. No estaba al corriente del porque había decidido tomar aquella decisión de hacer eso pero podía tener sus razones para ello.

Mordía aquella manzana sintiendo por primera vez aquel sabor tan dulce y fresco. El pequeño Natsu solo se dedicaba a contar sobre algunas cosas que hacía con Zeref como de aquella demonio Seilah que veía como su mamá. Aquella cálida sombra del árbol servía para que aquel niño empezara a contar sus aventuras que a Ezel no podía evitar causarle un poco de gracia.

Tal vez fue el único que lo vio en ese momento pero ese pequeño tenía una gran fortaleza en su interior. Veía un gran potencial como el brillo de las aventuras en sus inocentes ojos. Ese mocoso, sería mucho mejor de lo que ellos eran.

...

--Veo que regresaste viejo amigo, ¿Has pensado algo de lo que te dije en nuestro último encuentro?

Ante aquella desesperación de poder y querer hablar con alguien, fue que decidió volver a pasear por el bosque que se encontraba detrás de aquella mansión que nunca llamaría hogar. Camino sin rumbo alguno, pateando algunas pequeñas piedras y siguiendo en su recolección de plantas medicinales. El que fuera una mago oscuro, eso no significaba que no podía llegar a interesarse por cosas como la herbolaria.

Fue aquella voz del dragón Igneel lo que lo hizo regresar a su mente y voltear frente a él al ver aquellos enormes ojos que le miraban con atención. Ni siquiera sabía en qué momento había llegado con él. Zeref soltó un pequeño suspiro mientras tomaba asiento frente aquel dragón. Zeref lo miro con atención, como si lo estuviera examinando.

--Si te entrego a Natsu, me prometerás que siempre lo cuidaras, siempre estarás a su lado y lo harás más fuerte para poder derrotarme ¿Lo harías?

--Sera un Dragon Slayer de fuego, no hay nada más fuerte en este tiempo que un mago como este

Zeref no sintió mentiras en aquellas palabras. Y sin dudar más, fue que decidió tomar su decisión entre sus manos.

--Esta bien, te entregare a Natsu pero solo dame unos días para crear su libro y resguardar su alma Etherias, es solo de esta manera en la que él se hará fuerte

--Trato hecho

Fue a partir de este momento que los días estarían contados para el final de esta historia. Y que Zeref pudiera guardar por última vez, aquella sonrisa de su pequeño hermano.

TártarosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora