𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗢𝗡𝗖𝗘.

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𝐅𝐨𝐠𝐚𝐭𝐚.

MEDIA HORA DESPUÉS DE HABER SALIDO DE LA CASA DE DEREK HALE, Bailee llegó a la suya. Entró en ella mientras quitaba las lágrimas que tenía sobre sus mejillas y soltó un suspiro pesado, se mordió su labio para no soltar un sollozo y comenzó a subir hacia el segundo piso.

Todo estaba en silencio, seguramente su familia ya estaría durmiendo, cosa que prefería Lee, no querían que la vieran así. Entro a su habitación y cerró la puerta tras de ella, se tumbó en su cama y fue ahí cuando volvió a entrar en un pequeño llanto y cada vez que quería olvidar la situación en la que recientemente se había encontrado... simplemente no podía. Recordaba cada momento, desde que se miraron a los ojos y comenzaron a acercarse creyendo que podían besarse hasta cuando la rechazó y la dejo ir sin chistar.

Derek Hale era un idiota, pero Bailee creía que ella lo era más que él. Se había hecho ilusiones muy rápido, pero es que muy dentro de su ser tenía una pequeña esperanza de que el chico comenzara a sentirse igual que ella, ¿por qué lo había pensado? Tal vez por cómo veía la diferencia sobre cómo se comportaba con los demás a como se comportaba con ella.

Llevó su mano a su boca para evitar salir un sollozo cuando la puerta de su habitación fue golpeada.

— ¿Lee? — la voz de su hermano la llamó suavemente— ¿estás bien?

Se sentó en su cama y quitó nuevamente las lágrimas de sus mejillas, tosió ligeramente y cerró sus ojos.

— No... sí— se corrigió moviendo su cabeza— estoy bien—  se regañó a si misma porque sabía que no había manera de engañarlo.

Escuchó como su hermano movía la chapa y se hacía presente en el marco de la puerta, con su short deportivo con el que dormía y una camisa sin mangas.

— Enana, por favor— murmuró Brett— pude oler tu tristeza desde mi habitación— se acercó y se puso de rodillas frente a ella— ¿Qué paso?

No debía, no quería sin embargo, al ver a su hermano frente a ella con preocupación sobre su rostro, las lágrimas volvieron a asomarse. Se abalanzó sobre él y escondió su rostro en el pecho del chico.

— ¿Qué ha pasado? — volvió a preguntarle, esta vez en casi un susurro mientras acariciaba los rubios cabellos de su hermana.

— N..nada— respondió— no quiero hablar de eso ahorita— su voz temblorosa chocaba contra su pecho.

— Lee...

— Por favor, ¿po...podemos hablarlo después? — le pidió la chica separándose de él. Brett le dio una pequeña sonrisa y asintió— ¿puedes dormir conmigo?

— Claro que sí, enana— respondió dándole un beso en la frente— ven— tomó su mano y los dos se acostaron sobre la cama, Bailee puso su cabeza en el pecho de su mellizo y silenciosamente soltó otro par de lágrimas mientras Brett la consolaba acariciando su cabeza.

Y así se quedaron un rato, hasta que Lee comenzó a sentir sus ojos con pesadez y finalmente se quedó dormida con su hermano cuidando de su sueño, ¿quién podía atreverse a lastimar a su hermana? Sólo una persona vino a la mente de Brett y el enojo rápidamente llegó a su cuerpo.

Iba a hablar con Derek Hale.

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Viernes por la mañana y los mellizos Talbot se encontraban en la escuela. Bailee ocultó las marcas oscuras debajo de sus ojos con un poco de maquillaje y aunque no tenía ganas de salir de su cama, lo hizo.

Talbot ; Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora