𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗖𝗨𝗔𝗧𝗥𝗢.

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𝐓𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐚𝐛𝐥𝐞.

Bailee Talbot.

PUSE MI VISTA EN EL PEQUEÑO CACHORRITO que jugaba con uno de mis zapatos y sonreí con ternura. Estaba por cumplir un mes junto a nosotros, Derek y yo habíamos decidido darle el nombre de Kenai, en honor a una de mis películas animadas favoritas Tierra de Osos, aunque normalmente lo llamábamos sólo por Ken.

Habían pasado tantas cosas en mi vida en tan poco tiempo, cosas que jamás creí que llegarían. Como el que haber estado una noche en el bosque siendo perseguida por un par de cazadores me permitió conocer a Derek, era algo increíble.

Pase uno de los sustos más grandes de mi vida esa noche, pero de no haber sido por aquella nada grata situación, ahora mismo no me encontraría tan feliz. No solo era Derek el que había llegado a mi vida, sino también los chicos, personas de las que nunca pensé llegar a formar una amistad ahora eran indispensables en mi vida. Había tantas cosas por las que me sentía agradecida con ellos, por ejemplo el haberme ayuda no sólo a mí sino a mi manada y también el haberme aceptado como una aliada y amiga más para ellos.

Eran personas magnificas, de eso estaba segura.

Pero de ellas una persona en particular estaba enterrado en mi corazón: Derek Hale.

Desde el primer momento que se cruzó en mi camino me pareció un chico misterioso, no sabía exactamente qué era lo que me interesaba de él, pero lo quería averiguar. Puede que al principio las cosas con él eran difíciles y lo entendía, había pasado por tantas cosas, tantas perdidas dolorosas. Se había enfrentado a muchas situaciones difíciles y su inseguridad al momento de querer a alguien lo guiaban a querer protegerse el mismo de cualquier cosa incluso del amor; pero yo estaba dispuesta a hacerlo cambiar de opinión y hacerlo feliz.

Mi padre siempre nos contaba la misma historia a mis hermanos y a mí desde que éramos pequeños y aquella historia se trataba del lazo suyo con mamá. Papá nos aseguró que cada hombre y mujer lobo tiene un compañero, una persona que estaba destinado a la otra, algo así como un alma gemela para los humanos.

Nos dijo que nosotros solíamos tener nuestras almas a medias y que debido a ello siempre buscaríamos a nuestro compañero aun sin saberlo, papá dice que la misma luna es la que se encarga de darnos a nuestra pareja y que tan pronto la encontremos, dejaremos de buscarla.

Y bueno, estoy segura que Derek Hale es mi compañero.

Tal vez por la forma en la que siento cada vez que estoy con él y como estos sentimientos coinciden con los que mi padre nos ha dicho.

Hay tantas cosas que me gustan de Derek y tantas formas en cómo me hace sentir. Me gustan sus ojos verdes y como brillan bajo una noche estrellada. Me gustan sus labios, tan suaves y también me gusta la barba que decora su cara, la cual le da un toque de masculinidad. Me gusta el tatuaje de su espalda y el cómo me deja trazarlo con mis dedos. Me gusta cuando toma mi mano con la suya y como la lleva hasta su boca para dejar un beso en ella. Me gusta su aroma, el cual me relaja cada vez que me siento estresada. Me gusta cuando me abraza porque me siento refugiada dentro de sus enormes brazos.

Me gusta cuando me quedó en su loft por las noches y al estar juntos en la cama, me apega a él para después darme caricias en mi cadera mientras me abraza. Me gusta cuando dormimos juntos y entierra su cabeza entre mi cuello y clavícula y cada vez que despertamos deja pequeños besos en ellos.

Me gusta que cuando salimos a pasear a Kenai y juega con él, a pesar de que intenta conservar su pinta de chico rudo, se mira muy tierno cuando esta junto a nuestro cachorrito.

Talbot ; Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora