Capitulo 9| Navidad

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La navidad llegó y preparamos todo junto a Gloria mientras Dante jugaba junto al árbol con nuestro hijo, era primer dia que llegaba temprano a casa, porque últimamente estaba teniendo mucho trabajo en su empresa. Nuestros amigos estaban por llegar para pasar la velada juntos, el arbol estaba lleno de regalos, Ángel aun era pequeño asique decidimos dejar los obsequios puestos.

Esta era mi primera Navidad en familia desde hace mucho, la mesa estaba llena pero aun asi habia un puesto vacío... El de mi hermana, tenía una pequeña esperanza de que cambiara de opinión pero no apareció.

Dieron las 12 e intercambiamos los regalos, Annalies aun estaba con su mirada perdida y por mas que tratabamos de integrarla no hablaba, excepto cuando tenia a Ángel en brazos, podiamos oir como murmuraba en su oído, le pasaba juguetes y sonreía cuando hacia alguna travesura.

— Debo irme amor

— ¿Que, porque?  — dije sorprendida.

— Hay un problema en casa de un cliente, no demoro

— No hay nadie mas que pueda ir.

— si, pero el me quiere a mi. No tardaré. — me puse muy triste, pero sabía que su trabajo era 24/7, Joel también se levantó y se puso su chaqueta para ir junto a Dante.

Le dió un beso a Ángel y salió, ni siquiera se despidió de mi, me quedé sorprendida al igual que todos. Me miraron y solo pude pararme para ir a la cocina a hacer cualquier cosa

— ¿Estas bien? — preguntó Mariana a mi lado

— Jamás habia hecho esto... Nunca sale sin despedirse.

— Quizas era una emergencia

— casi no está en casa. No se que le ocurre

— su trabajo demanda tiempo, tranquila, el te adora. — la miré y tenía razón, Dante me ama.

— estaba acostumbrada a estar siempre con el, debe ser eso.

Victoria Dekker.

Estaba esperandolo sentada en el piso de nuestro hogar. Conocía esta propiedad, aquí estuve algunos meses junto a el antes de que Ernesto me encontrara nuevamente. Recuerdo cada rincón donde me hizo el amor, donde me hacia gritar con cada embestida... La puerta sonó y pude verlo al fin, corrí para abrazarlo pero me detuvo

— Te deje claro que hoy dia lo pasaría con mi hijo y mi mujer.

— El no es tu hijo y ella menos tu mujer

— Mi mujer se llama Giulliana Dekker, mi hijo se llama Ángel Petrov Dekker. ¿Que parte no te queda claro?. Te dije que mañana vendría a almorzar contigo y no me hiciste caso

— Es navidad — me excuso

— ¿Y crees que no lo sé? Dejé a mi familia por venir aquí. Todo esto es un error, jamas debí aceptar pasar tiempo contigo

— Te amo Dante, y tu a mi, por eso los dejaste un dia como hoy, porque soy importante para ti.

— Dijiste que estabas mal en el mensaje, pero solo eran mentiras, basta de tus manipulaciones, me estoy cansando.

— lo siento, solo quería estar junto a ti un momento. — mis ojos se llenaron de lágrimas y pude ver su arrepentimiento

— no lo vuelvas a hacer, entiendes

— lo prometo. — me acerqué y lo abracé, sus brazos se enrollaron a mi alrededor y le hablé — tengo bellos recuerdos en este lugar, me hiciste el amor aquí, me desnudaste junto a esta puerta — solo oía su corazón palpitando cada vez más rápido — en ese sofá me dijiste te amo por primera vez. En cada rincon hay un recuerdo de nosotros... No creo que lo hayas olvidado tan rápido. — lo miré y el hizo lo mismo — todavía sientes algo por mi, lo sé. — me puse de puntillas para alcanzar sus labios, mis manos bajaron su rostro y estaba casi por besarlo cuando se alejó por completo

— No lo hagas. Debo irme Victoria

— Esta bien, no insistiré. Cuidate Dante.

Me miró una última vez y salió.

Ernesto Riviera.

Mis dos amigos llegaron justo para la cena, le dije a Mi hermano que quería estar solo esta noche  asi que aprovechó para ir a su club y yo poder conversar tranquilo y en calma.

— Mi querida amiga Exocet. Tanto tiempo sin verte

— lo mismo digo Señor. — me da un abrazo y tras el me saluda su esposo

— Un gusto verte tan bien amigo mío.

— Ahora estoy mejor estando en este lugar, estaba arto de la silla de ruedas aunque debo admitir que fue una buena idea de tu esposa.

— ¿porque crees que la hice mia? — le hizo la seña y ella se fué dejándonos solos

— Aun recuerdo cuando la traje a mi casa, se notaba que sería una buena sumisa.

— y agradezco que me la vendieras, fue la mejor adquisición.

— ¿cuanto tenia? — le pregunto tratando de recordar el dia que llegó, nos sentamos y bebimos whisky

— 12 años. Lo recuerdo muy bien, jamas se me olvidaría. Hoy ya tiene 29 y no recuerda nada de su pasado, nadie la reconocería jamás.

— Te enamoraste amigo mio. — sonrío al verlo así.

— ¿Quien no? Tengo 50 años, ella era una niña cuando llegó a mi, Cuando la vi por primera vez supe que haría grandes cosas con ella, se veía en su mirada que no era una simple chiquilla como las demás. ahora es una dominante excelente, aprendió todo y muy rapido... Una estudiante de lo mejor.

— Ojala mi esposa hubiese aprendido algo, solo me ha traido dolores de cabeza.

— No te preocupes amigo, volveras a ser el dueño de muchas niñas, tendrás tiempo de sobra para hacer lo que desees.

— Y te agradezco tu ayuda con Giulliana y su hermana. Las dos son ingenuas jamás sospecharan nada.

— asi será amigo, tendrás a las dos muy pronto. Exocet se encargará de traer a tu esposa y yo traeré a su hermana. Aprenderán que con el Conde no se juega.

Brindamos y luego llegan nuestras visitas para pasar una velada inolvidable.
Cada dia faltaba menos para traer a mi esposa devuelta.



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