VictoriaDesperté en un cuarto helado y oscuro, sabía perfectamente dónde estaba, me paré con cuidado y una luz blanca muy brillante se encendió dejándome ciega por unos segundos
— Al fin despiertas.
—¿Que quieres de mi ahora?
— Todo.
— ¡Dejame en paz! Muérete de una vez maldito bastardo
No sé escuchó nada más y me afirmé de la muralla cayendo al piso, puse mi rostro entre mis piernas y allí me quedé por mucho tiempo, hasta que la puerta se abrió y entraron dos niñas golpeadas al calabozo y se cerró la puerta, se abrazaron y lloraron juntas
— Todo estará bien — dije en voz alta y las dos me miraron asustadas, ni siquiera sabía porque decía eso... creo que repetirlo hace que tenga esperanzas — ¿como se llaman?
— Soy María y ella Norma — se acercaron tratando de taparse sus partes íntimas,
— tranquila, he pasado por lo mismo muchas veces y luego ya te da lo mismo como te vean.
— También te tenían secuestrada.
— Creia haber escapado de ese infierno, pero al parecer el demonio no me quiere dejar ir. Hace cuanto están aquí.
— Perdimos la noción del tiempo, pero quizás una o dos semanas, no lo sabemos con exactitud, no sabemos cuándo es de día o noche solo los días en que nos vienen a buscar.
— ¿cómo fue?
— Veniamos de una fiesta del cole, no sé cómo pero aparecemos las dos aquí sin recordar nada. — las dos lloraban sin poder contenerse, las abracé y les hice compañía
— lo siento... se lo que es estar con ese monstruo. Saldremos de aquí, nos vendrán a buscar, lo sé.
Pasaron las horas y sentía un dolor muy agudo en mi vientre, cada vez se intensificaron y gritaba de dolor. Entraron dos hombres y las chicas se escondieron, pero sabía que no venían por ella... si no por mi. Había llegado la hora.
Me llevaron a rastras y me tiraron sobre una alfombra en el comedor, había una mujer con una especie de maletín y mi cuerpo entero comenzó a temblar, sentía ganas de vomitar y muy mareada.
— hazlo — dos hombres me tomaron y amarraron mis brazos uno a cada lado, miré y la mujer sacó una especie de pinzas, se agachó frente a mi y se puso mascarilla y guantes, metió sus dedos en mi y los sacó con sangre,
— Esta lista —
¿lista? ¿Lista para que? Luego de unos segundos comprendí lo que venía.
— ¡Nooo!, ¡Ernesto mi hijo no! No por favor, — me inmovilizaron y luego sentí un dolor tan intenso que lo único que podía hacer era llorar y gritar al mismo tiempo, — ¡mi bebé no! Haré lo que quieras pero no hagas esto — sentía un líquido tibio correr y tanto tanto dolor que poco a poco mis ojos se cerraron hasta ya no sentir nada.
Me desperté y aún estaba amarrada, levanté mi cabeza y había mucha sangre entre mis piernas, no podía hacer más que llorar, me habían arrebatado a mi bebé, sin compasión, sin ningún remordimiento
— La Inyección ayudó a sacar a ese pequeño bastardo de tu cuerpo cuñadita. Ahora eres solo mía
— tu eres el bastardo Ernesto, solo tú.
— Si lo soy — se paró y comenzó a desnudarse agachandose frente a mi — Esto dolerá, pero no te traje para nada más que sufrimiento.
De un tirón se hundió en mi y grité de dolor, lloré y traté de soltarme en todo momento aunque sabía que no lo lograría, sentía que todo en mi ser se desgarraba, se rompía y ya ningun sicólogo podría reparar.
Miré a un lado y mi vista quedó fija en una pañoleta blanca llena de sangre hasta que el acabó conmigo.Se abrió de piernas poniéndose sobre mi y sentí un golpe y luego otro y otro. Cuando se cansó desató las cuerdas y con las pocas fuerzas que me quedaban gateando me alejé lo más que pude tratando de escapar hasta que sentí algo filoso enterándose en mi espalda, no pude sostenerse y caí, me dio la vuelta y lo último que vi fue su rostro...
Ahora ya nadie podrá dañarme, por fin podré descansar junto a mi bebé.
Ernesto
Clavé el cuchillo en su espalda y luego lo saqué, di vuelta su cuerpo y sus ojos casi sin vida me miraron una última vez, me agachó y vuelvo a hacer lo mismo en sus senos y vientre.
— ¿Que has hecho? — mi hermano me miró desde la puerta
— Debía matarla, lo necesitaba, ya no me servía y no sería de nadie más. — me levanté dejando el cuchillo en su cuerpo y pasé mi antebrazo por la frente secando el sudor — Sacala de aquí, llévala al sótano donde estará mi esposa.
Fernando
Mientras se vestía yo envolvía el cuerpo en una sábana junto a los paños sucios que habían alrededor, cuando terminé arrastre la sábana por la mansión hasta llegar al sótano, la puse sobre una tablas y puse un paño blanco sobre la sábana manchadas de sangre, miré por última vez y salí de allí, cuando volví estaban limpiando todo quedando reluciente nuevamente
— Es hora, Trae a mi esposa, Esos idiotas ya no están con ella.
— claro hermano, nos vemos en unas horas.
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La Stripper 2
RomanceUn año a pasado desde el juicio contra Ernesto y su problematico divorcio. Todo en la vida de Giulliana y Dante se normaliza e inician con los preparativos de su boda. Aunque no todo será tan facil como ellos lo imaginan, por que fantasmas del pasad...