Capítulo cinco: el encuentro

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Como todas las mañanas, me desperté igual, y me fui para el colegio, estaba caminando, esa noche no había dormido mucho, y tenía cara de zombie.

Me encontré a Cristian sentado, en frente de una casa, me acerqué.

—¿Qué te pasa, Cristian?

—Alison, lleva cuidado.

—¿Cómo?

—Lleva cuidado por favor, sólo te digo eso, protégete, tienes que irte.

Me quedé impresionada. ¿Qué estaba pasando?

—¿Irme de dónde? No me voy a ir de ningún sitio y menos porque tú lo digas y sin explicaciones, por favor, aunque lleguemos tarde a clases, explícame qué está pasando y por qué ahora me dices esto.

-Es un secreto. No puedo decirte nada, sólo lo que te he dicho, lleva cuidado. Y por favor, no te acerques a mí. No quiero que te acerques, aléjate.

Sus ojos estabas llorosos, a punto de soltar una lágrima, pero estaba aguantando, se notaba, tiene los ojos preciosos.

No sabía qué hacer.

—Me iré, pero con una condición.

—¿Cuál? -Me respondió.

—Quiero que me digas que está pasando o por lo menos lo que te pasa. No entiendo que está pasando últimamente está todo muy raro, tú cicatriz, tú, en todo tu ser, estás muy raro y ni siquiera me das explicaciones por lo que tengo que irme o quedarme o no se qué. No entiendo nada, no te entiendo a tí y no entiendo lo que pasa.

Siento que me estoy volviendo loca.

—No soy sólo lo que ves. Soy algo más. Pero ahora no puedo decirte nada o entraremos en peligro. No puedo hacer nada, ni siquiera hablarte, vete caminando sola, ya voy yo. Pero que sepas, que tú tampoco eres normal, no eres lo que crees que eres y no soy lo que crees que eres. Te contaría todas las cosas. Pero no puedo.

Se fue caminando sólo, con su ropa negra, simplemente me parecía súper guapo, y recordé una cosa...
Todavía no había dejado a mi novio, pero ¿sabéis que? Prefiero dejarlo así, no quiero liar más las cosas y menos con él.

Todavía no sabía lo que me había dicho Cristian y mucho menos lo que quería decir.
Que me tenía que ir, que no soy la que creo que soy... ¿Entonces qué soy o qué es él? Antes le daba vueltas a mi cabeza, pero ahora aún más. No sabía qué pensar, ni cómo reaccionar.

Decidí no contarle nada a Emma, si tan importante es lo que me ha dicho Cristian, no sé si debería contarle algo a alguien, así que prefiero guardármelo.

Llegué al colegio, literalmente nada más salir me fui al parque, es mi sitio de relajación, donde más me inspiro y pienso.

Es un lugar precioso, lleno de árboles, hierba, flores y mariposas, es perfecto para leerme un bien libro y relajarme, es el mejor sitio de toda Nueva York en mi opinión, me encanta.

A ver, yo me considero una persona normal, pero di que alguna vez he hecho una cosa sobrenatural, como poder ver las cosas lejos super cerca, o poder hablar muchísimos idiomas sin saber de su existencia, o poder hablar con los animales.

Pero nunca me he puesto a pensar en ello, es decir, ¿Eso lo puede hacer toda la gente, no?

No sé que sentir ni qué pensar ya.

Estoy más confundida que nunca y lo único que hago es pensar en los preciosos ojos verdes de Cristian, en su preciosa sonrisa y su precioso pelo color carbón.

Puede que me esté enamorando me guste o no.

Puede que todo el tiempo lo haya estado y no me he dado cuenta.

Antes sólo sabía ver las cosas buenas de una persona pero primero hay que saber mirar los defectos y buscar algo bueno de ellos, y eso es lo que me pasa con Cristian.

Nos hemos hablado poco, pero una persona te puede demostrar más en dos días que una en dos años, y yo le sentía así en ese caso.

Creo que todos estos años me ha intentado evitar por lo que está pasando, y ahora lo único que quiero hacer es hablarle, preguntarle, mirarle...

Él se había convertido en mi único pensamiento estos días, aunque creo que me odie, pero aún así, me ha dicho que tengo que protegerme, pero... ¿De qué? ¿O de quiénes?

A mí nadie me ha dicho nada, sólo él y creo que es algo raro que lo sepa él y no una persona cercana...

¿Es una confusión? Puede que se haya confundido... Ya no sé qué pensar.

Puede que sea hora de llegar a casa, comer y echarme una buena siesta, creo que me la merezco, ya he estado calentándome la cabeza bastante y pensando mucho.

Llegué a mi casa comí mi plato favorito, el asado, y decidí irme a la cama, estuve con el móvil por lo menos 4 horas, hice los deberes, y por fin me dormí, al final, acabé durmiendo a las ocho de la tarde, había pasado demasiado tiempo estresada.

Y así, me quedé durmiendo toda la noche esperando que a la mañana siguiente no me despertara con otro sueño para contar.

Las fortunas del quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora