Capítulo ocho: la amistad

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En un día nublado, en el patio del colegio, mientras yo estaba en el recreo desayunando, vi que Adrián y Cristian estaban hablando, espero que por lo menos no se peleen y puedan forjar una amistad.

Fue Adrián quién se acercó a él, y le dijo que si Cristian se apuntaba a fútbol americano con él.

Nunca había pensado que Adrián le dijera eso a Cristian, pero bueno, por lo menos a lo mejor podrían mantener una amistad.

Cristian aceptó.

Resultaba que daban clases de fútbol americano en el colegio, no lo sabía.

Parecía que iban a ir juntos, ya había escuchado suficiente, así que me fui con Emma.

Emma me dijo que si ya tenía hecho el trabajo de lengua...

¡No me acordaba! Y el trabajo es mañana...

No veía a Emma muy contenta con su pareja...

—Alison, él es muy desagradable, es un antipático y grosero, he tenido que hacer el trabajo yo sola, y no me parece justo.

—Emma, hay gente que es así, es lo que hay, de todas formas, díselo a la profesora, no es justo que el mérito también se lo lleve él cuando también lo has hecho tú.

—Es que no me lo puedo creer, nunca lo he visto así, ¿Por qué no me había dado cuenta antes? Sigo sin entenderlo.

Sonó el timbre para ir a clases, por lo menos ya tenía un día normal con mis amigos, o por lo menos casi normal.

La profesora de lengua recordó que mañana era el día que había que entregar la tarea, y sólo teníamos un día para hacerlo y nada más que me había concentrado en Cristian, y sus supuestas cosas de que me tengo que largar y mucho más. Creo que lo creo, podría ser, pero creo que tendría que decirle algo a alguien, preguntar a alguien, o que descubran por sí solos las personas que yo no soy normal.

Estaba decidida. Teníamos que hacer el trabajo hoy o si no suspendemos.

Cristian y yo nos miramos con una expresión como si nos pudiéramos leer la mente y, parece ser que lo comprendió, teníamos que quedar y hablar de unas cosas. Creo que ya se sabe de qué.

Cuando finalizaron las clases, las escena era parecida a el día de lluvia, Cristian venía conmigo, pero esta vez estaba soleado.

Fuimos caminando, pero todavía no me había respondido varias cosas, cosas que me hacen pensar, y me estreso mucho de qué puede ser.

Todavía no me había contado ni quién es el ni por qué tiene esa cicatriz.

En todo el camino no me dijo nada de lo que había hablado con Adrián, y creo que Adrián no había dicho nada de que habíamos cortado.

De momento no quería que nadie se enterase, menos por Cristian, yo quería que el lo supiera. Sentía que le podía contar todo y que él lo guardaría.

—Cristian, te tengo que decir algo. —Dije en voz baja—.

—He dejado a Adrián, ya no siento ni sentía lo mismo por él.

Vi que a Cristian se le formó una disimulada sonrisa, esperando a que no la viera.

—¿Qué opinas sobre que le haya dejado?

—Que tienes que hacer lo que sientes. Quizás una persona te traiga todo el mundo en dos días y en dos años otra persona no te trae nada.

—Creo que tienes razón. Pero no entiendo lo que pasa, tú me dijiste que tenía que huir, y no he huido y no me ha pasado nada.

—Alison, aunque no lo creas, incluso la persona que menos te esperas te está protegiendo y tú no te das cuenta. ¿Nunca has sentido que que con una persona te sientes agusto y sin miedo?

—Desde luego que lo he sentido. (Y muchas veces)

—Pues ya está, no tienes que juzgar a las personas porque a lo mejor esa persona está haciendo todo por ayudarte y no te das cuenta, nada más que miramos a las personas que hablan mucho con nosotros cuando a lo mejor a la persona que menos esperamos te puede cambiar el mundo en un instante, sólo es cuestión de creer, y saber confiar.

No sabía a lo que se refería Cristian, ¿de repente me había dicho esto?

Se estaba refiriendo a algo, que tenía que descubrir.

Llegamos a mi casa, y empezamos a hacer el trabajo.


Las fortunas del quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora