Alison
Me desperté, lo primero que se me vino a la mente fue lo que me había dicho la profesora, tenía que entrenar por lo que me dijo Cristian, venían en mi busca.
Fui al colegio, la profesora me dijo que quedaríamos todos a las cinco en punto de la tarde.
Era la hora, quedamos en el hermoso sitio que Cristian me enseñó la otra vez.
Veía que había un chico con Cristian, tenía pinta de ser un chico agradable, simpático.
Estuvimos ahí rato, charlando sobre mi pasado, todo lo que me contaron la profesora y Cristian anteriormente.
El chico que acompañaba a Cristian se llama Sergio, él es alto, con el pelo castaño, y los ojos marrones, tenía pinta de ser muy buen chico.
—Tienes que extender la mano. —Me dijo—.
—¿Cómo? —Contesté—.
—¿Quieres que te enseñemos a controlar tus poderes, ¿No?
—Por supuesto. —Asentí con firmeza—.
Extendí la mano, apretándola.
—Tienes que confiar, Alison. Confía en tí misma, es lo más importante para hacer todo, si no lo haces, nada te saldrá bien.
—¿Cómo sabes que me llamo Alison? —Pregunté—.
—Cristian me ha hablado mucho de tí.
Cristian le pegó un codazo.
—Alison, concéntrate, tienes que poner tu mano a largar distancia para saber qué cosa quieres ver, tú puedes ver como si fueras un microscopio. Es decir, te pones a metros de un árbol, aumentas la visión y puedes ver hasta las hormigas que pasan por alrededor de él. Pruébalo. Esto es lo más básico, con algo se empieza, tienes que poner de tu parte.
Lo intenté, pero no me salía, noté como una sensación extraña, como si algo pasara. La profesora no me quitaba ojo de encima, quería ver si me salía.
—Sergio, ¿La manada a qué hora viene? —Preguntó Cristian—.
—A las cinco y media.
—Sergio, no sé si lo sabrás, pero SON LAS SEIS MENOS CUARTO —Dije—. ¡NOS VAN A PILLAR!
Notamos unos pasos alrededor nuestra, estaban viniendo, eran como 8 hombres lobo, no estaban de muy buen humor. Noté que todos llevaban un amuleto, quería saber por qué.
Se me estaban acercando a mí lentamente, el sudor me corría por el cuerpo, tenía mucho miedo.
Sergio, la profesora y Cristian se pusieron a defenderme, hasta que entró en una gran pelea. Nos decían que por qué traían aquí a vampiros, somos sus rivales.
Cristian sin más lo primero que hizo fue defenderme. Intenté hacer algo, pero uno de ellos me tiró al suelo. Cristian me dio el amuleto que ellos tenían, que él también lo tenía, pero no me había fijado. Me lo puse, parecía un amuleto de protección. Entre todos se hicieron heridas, había sangre, querían pelea. Consiguieron quitarles a todos los amuletos, parece ser que sin ellos no podían sobrevivir, pero parece ser que Cristian es diferente, porque no le hace falta el amuleto para ser fuerte ni para sobrevivir, con él todo es posible.
Se había dado varios golpes, se fueron los hombres lobo, Cristian estaba sangrando mucho. Sabía mucho sobre medicina, así que decidí ayudarle. Me lo llevé a mi casa, sin más. Mi profesora y Sergio se fueron a sus casas a descansar.
Lo puse en mi cama, esperando a que descansase tenía que descansar, había hecho mucho por mí, ya era suficiente, mientras estaba leyendo un libro, esperando a que se despertase de dormir para darle un abrazo, se lo merecía.
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Las fortunas del querer
Science FictionDos adolescentes, juntos son uno. Diferentes de sangre, pero destinados a estar juntos. Aventuras, amigos, vampiros y hombres lobo se verán envueltos en esta historia.