Capítulo 14.

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-Lleven a Minho a la enfermería -dice Alby, girándose para encontrarse con el rubio- Newt…

El chico estaba arrodillado, con la cabeza baja y un sollozo, el cual contagió a todos los habitantes.

-¿Por qué lo hiciste?

-No podíamos perderte Newt. No podíamos perderlos a ambos.

Una temblorosa mano se apoyó en el muro mientras la noche tomaba su lugar frente a ellos. La respiración agitada de Larissa debido a lo corrido anteriormente y el miedo a estar en la noche en aquel lugar resonaba entre los muros. No pudo evitar soltar un sollozo y agachar la cabeza dándose un minuto para soltar algunas lágrimas.

-No tengo tiempo para esto -exclama secándose las lágrimas y girando sobre sus talones.

Ben le había dicho que si se quedaba dentro del laberinto debía correr ya que las paredes cambiaban y los penitentes salían. Por lo que no perdió tiempo y hecho a correr.

No sabía por donde doblaba. Si el pasillo estaba en silencio ella lo tomaba. No planeaba enfrentarse a nada, solo quería un lugar para pasar la noche y ya en la mañana vería cómo salir.

Gracias a su reloj de muñeca supo que estuvo dos horas corriendo. Dos horas en donde todo estuvo bien. Sonrió soltando un suspiro, pero se arrepintió al instante de hacerlo, había festejado demasiado pronto y la noche aún era joven.

Lo que le pareció ser un rugido y metal hizo eco en sus oídos. Se congeló. Su piel se erizó y sentía como el frío la recorría desde los pies hasta la cabeza. Se concentró en el sonido, de dónde provenía. Giró la cabeza hacia la derecha y el sonido se hizo más claro. Rápidamente hecho a correr hacia la izquierda.

...

-¿Qué pasó Minho? -Preguntó Alby ya que Newt no era capaz.

Los ojos del asiático se encontraron con los ojos del líder, incapaz de ver al rubio.

-Lo lamento -susurró- N..Newt, perdón, yo lo intente… yo…

-Minho -el líder le tocó el hombro- calmate y dinos qué pasó.

El corredor soltó un suspiro y respiró profundamente, no podía romperse. Aún había esperanza, ¿o no?

-Llegamos al final. Un penitente apareció. Corrimos juntos -los ojos de Minho estaban fijos en sus manos- cuando nos detuvimos le dije que vuelva al Área, ella se negó pero… el penitente volvió y yo la empuje, le grité que volviese, que corra, y el penitente me siguió a mi… -al terminar suspiró. Sus ojos se alzaron hasta encontrarse con los de Newt. Estos estaban rojos y miraban sin expresión a su amigo- Newt… -Minho se relamió los labios- De verdad lo lamento… yo… lo siento.

El rubio no hablaba, solo lo miraba y apretaba su mandíbula.

-No fue tu culpa. -Suelta antes de salir de la enfermería.

Con su mano tapando su boca para no emitir ningún ruido, Larissa apoyó su espalda contra una pared, tratando de recobrar el aliento. Oía a los penitentes, no estaba sola y eran muchos.

No podía morir así, debía volver con Newt, tenía que verlo una vez más.

Con sus manos algo temblorosas tomó su cantimplora y bebió lo último que le quedaba de agua. Cuatro de la mañana. Tres horas más y todo se acabaría.

Un ruído la alertó. No era un penitente, no era el metal, era algo más. Se giró asustada y observó como un muro se movía, acercándose a ella, queriendo aplastarla.

No tenía tiempo que perder. La joven giró sobre sus talones y corrió hacia la sección que aparecería ese día, trazando el camino en su mente y con sus pies. Pero esa noche no iba a tener un final feliz. Esa noche cambiaría todo.

Alby detuvo con un brazo a Newt, el cual había estado dando vueltas desde que se hizo de noche.

-No irás Newt. No has dormido nada -dictó el líder.

Pero el chico no pensaba obedecer a nadie. Tomó la remera de Alby y apretó con fuerza su mandíbula, dándole a entender que no estaba para soportarlo.

-¿Cómo esperas que duerma cuando mi chica está allí adentro luchando por su vida? ¿Esperas que me acueste y espere? ¿Que no entre a buscarla? ¡Estas muy equivocado si piensas que tú o alguno de estos estupidos shanks van a impedir que entre ahí a buscar a mi novia!

Con un empujón que hizo trastabillar al líder Newt se apartó.

-N...Newt -susurra Minho- entraré contigo.

El chico lo observa por unos segundos y asiente. Sabía lo que sentía Minho en esos momentos, no había que ser muy inteligentes para ver la culpa en los ojos del asiático.

-Minho, lo que pasó no fue tu culpa. Todos sabemos que darías tu vida por ella si pudieras.

Las palabras del corredor se quedaron atrapadas en su boca. Solo pudo abrazar al rubio con fuerza, soltando lágrimas de ira.

-Lo siento… lo siento.

-La encontraremos Minho, lo haremos.

-¡AAAHHH!

Aquel grito helaría a todos los que la escuchasen, pero nadie estaba con ella, nadie podía escucharla, nadie podía ayudarla.

Sus manos presionaban con fuerza su abdomen mientras sus ojos se convertían en cataratas, las cuales dejaban caer una gran cantidad de lágrimas por el ardor que sentía debido al pinchazo producido.

Logró refugiarse debajo de un muro, cerrando sus ojos y entregándose a su destino entre aquellas paredes. Ella sabía lo que vendría, iba a morir, iba a cambiar. Sentía sus manos manchadas de un rojo fuego, el cual teñía todo a su paso. Larissa no lo soporto más. Si un penitente volvía a aparecer ella no lucharía, no tenía la fuerza. Cayó rendida bajo aquel muro y cerró sus ojos sintiendo su respiración calmada.

Maze runnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora