Momento a la basura.

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De regreso a la aldea, Hashirama no despegaba sus manos de Lady Madara, la abrazaba por detrás y apoyaba su cara contra la parte trasera de su cabeza. La azabache se había cansado de darle empujones o hasta estirar sus largos cabellos castaños, pero ello no hacía que el moreno dejará de ser empalagoso.

—¡Ya déjame en paz, ¿no ves que casi llegamos a la muralla?! ¡Los porteros nos van a ver! —exclamó frenética, tratando de liberarse del agarré.

—Madara, ¿vamos a mi casa? —El moreno simplemente no quería despegarse de ella.

—¡¿Para qué?! —preguntó instantáneamente.

—Para platicar hasta el amanecer.

—Claro que no. Tú mañana tienes mucho trabajo. Recuerda la reunión que tenemos con los consejeros. No la olvides.

—Eso no se me puede olvidar. —Al fin la soltó y se puso a un lado —. Yo solo quiero estar contigo.

Lady Madara comenzaba a sentirse cachonda. El moreno le mostraba su necesidad de estar con ella en todo momento, era un poco molesto y a la vez divertido. No sabía si lo que sentía era sano o solo exageraba. Lo pondría a prueba, pues quería un poco de acción más íntimo. En el estanque de aguas termales no hubo mucho contacto físico, ya que el moreno se mantuvo alejado por respeto hacia ella.

—No podemos ir a tu casa, ni a la mía, por nuestros hermanos. —Sacó su abanico de papel y comenzó a echar aire a su rostro —. ¿Qué tal si rentas una habitación en el mejor hotel de la aldea?

Hashirama se detuvo en seco, no creía lo que escuchaba. Madara lo vacila, pensó a medida continuaba caminando.

—No digas dos veces. ¿Me adelanto?

—Sí...

El moreno antes de retirarse rápidamente hacia el mejor hotel de la aldea, se aproximó a besarla, pero esta vez fue recibido por el abanico de papel en los labios.

—Aquí no. Acabo de sentir una presencia en camino hacia aquí.

—No tardes, mi amor.

Mientras Hashirama se dirija al mejor hotel, Lady Madara se trasladó a su casa en busca de Izuna. Quería hacer como si se iba a dormir para que él no la siguiera o buscará, pero cuando llegó no lo encontró por ningún lado, sino a Yuki.

—¿Mi hermano? —fue lo primero que preguntó la líder.

—Se fue con Lady Tobirama. —Yuki se encontraba un tanto molesto por la jugada de su amigo, que vino en busca suya a reclamar, pero no lo encontró.

—Mientes. —No creyó, pues Izuna no la tragaba.

—No miento. Ambos desaparecieron del río en donde no la pasábamos con otros más —sonaba un poco ebrio.

Madara se molestó bastante porque ello pasará, pues no toleraba a la perra que años atrás estuvo por tomar la vida de su único hermano, la misma que la fastidia todos los días desde de fundaron la aldea. Necesitaba ir por él, pero lo que tenía en mente con Hashirama se iría al caño.

—Izuna es un hombre, él sabe lo que hace. ¿Qué más haces aquí? —Abrió la puerta corrediza de su habitación, Yuki la siguió.

—Izuna me bajó el mandado. —Cerró la puerta detrás suyo. La confianza que tenían sensie y estudiante iba más allá de lo que muchos podían ver.

—Yuki..., sal de mi habitación. Mañana nos vemos. —Lady Madara se detuvo a mitad de cuarto a verle.

Yuki solo sonrió ladeado y se aproximó a ella con confianza.

Caprichos de Lady Madara  [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora